Plaza del Mariachi en Boyle Heights, un refugio para el floclore mexicano y trabajadores inmigrantes
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LOS ÁNGELES/EFE — Desde hace más de una década, una plaza de Los Ángeles es punto de reunión para decenas de inmigrantes que buscan trabajo e ingresos extras como mariachis a través de este espacio público, que les sirve de improvisada plataforma para la contratación de sus servicios como músicos.
En el último año y medio, el mexicano Antolín Ortega ha acudido cada fin de semana a la Plaza Mariachi, en el barrio de Boyle Heights, para captar clientes.
Desde las ocho de la mañana, espera con paciencia a que restaurantes, iglesias, particulares o familiares de difuntos le contraten para tocar junto a su banda en diversos actos o celebraciones, todo bajo acuerdos verbales y con una remuneración entregada en cheque o con dinero en efectivo. Economía sumergida pura , pero muy dura.
“Cuando nos toca suerte y nos quieren una, dos, tres o cuatro horas, le doy gracias a Dios por ese lado, porque me beneficia a mí para salir adelante con mis dos hijos”, aseguró Ortega.
Oriundo de la Ciudad de México, este padre de familia cuenta que es mariachi por “obligación”, no por vocación, debido a que desde que perdió su empleo en una fábrica de motores no ha logrado reincorporarse al mercado laboral.
“No puedo encontrar trabajo. Es duro, bien duro”, se lamentó con lágrimas en los ojos.
Como él, son muchos los inmigrantes que por motivos económicos acuden a esta lanzadera reconvertidos en mariachis. Sin embargo, los hay también quienes llegan a este espacio para complementar el presupuesto, cuando no por una llana diversión.
“Me retiré del trabajo y después me sentía un poco aburrido, así que me dediqué a aprender el mariachi”, aseguró Teodoro Cuevas, un jubilado nacido en el estado mexicano de Guerrero y que lleva quince años acercándose a la Plaza Mariachi.
Con su guitarra en mano y una silla para esperar a que alguien le ofrezca trabajo, el músico acude religiosamente cada día a este lugar.
Según defiende, los honorarios de su banda son los más competitivos, ya que por una hora de actuación los cinco integrantes se llevan 280 dólares, libres de impuestos.
“Hay mariachis aquí que cobran hasta 350 y 400 dólares la hora. Y uno cobró 550 dólares el día de la Virgen de Guadalupe”, añadió.
Los inmigrantes aguardan con paciencia que estos festivos, la época más baja del año para ellos, pasen rápido y así encarar el 2016 con una actitud propia de su oficio, entre la alegría vital y el canto apasionado y popular.
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