Cuando el hijo maltrata a los padres: la vergüenza complica el buscar ayuda - Los Angeles Times
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Cuando el hijo maltrata a los padres: la vergüenza complica el buscar ayuda

Fotografía cedida por Christine Herman del Illinois Public Media por vía de Kaiser Health News (KHN) donde se muestran los pies de Jenn y Jason y sus dos hijos en el salón de la casa familiar en una zona del centro de Illinois. EFE/Christine Herman / Illinois Public Media
Fotografía cedida por Christine Herman del Illinois Public Media por vía de Kaiser Health News (KHN) donde se muestran los pies de Jenn y Jason y sus dos hijos en el salón de la casa familiar en una zona del centro de Illinois. EFE/Christine Herman / Illinois Public Media
(EFE)
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Nada de lo que Jenn y Jason aprendieron en el curso sobre paternidad los preparó para los desafíos que enfrentan al criar a un niño propenso a arrebatos violentos.

Jenn y Jason fueron padres temporales de dos hermanos cuando eran niños pequeños, y luego los adoptaron. A simple vista, parecen una familia más. La hija, ahora de 12 años, ama a Taylor Swift. Al hijo de 15 le gusta correr y dibujar superhéroes. La familia vive en una calle tranquila, en una zona del centro de Illinois, con tres gatos y Sailor, un pitbull adoptado.

Jenn describe a su hijo adolescente como un “niño amable, divertido e inteligente”, la mayoría de las veces. Pero cuando tenía 3 o 4 años, comenzó a tener rabietas que duraban horas, incluso por cosas pequeñas como tener que ponerse el traje de baño para ir a la piscina.

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“Tiraba el tocador de su habitación, volteaba su cama”, cuenta Jason.

Y el tiempo ha empeorado las cosas. Jenn y Jason explican que el comportamiento de su hijo se ha vuelto más peligroso a medida que crece. Hoy mide 6 pies, es más alto que sus dos padres.

Jenn dice que la mayoría de las veces su hijo dirige su ira y agresión hacia ella y que la mira de una forma malvada. Pero cuando amenaza con golpearla, y Jason interviene, golpea a su padre o le arroja cosas.

A las personas que son víctimas de violencia doméstica se les aconseja que busquen ayuda, pero cuando el abuso proviene del propio hijo, algunos padres han dicho que hay una falta de apoyo, comprensión e intervenciones efectivas para mantener a la familia segura.

Si bien la investigación es limitada, una revisión de 2017 de varios trabajos sobre el tema encontró que la violencia de hijos a padres es un problema importante que suele no reportarse.

Jenn dijo que le preocupa la seguridad de todos y que su hija esté expuesta a la violencia recurrente en su hogar. El costo mental y físico es enorme. “Hay días en que es difícil respirar”, asegura Jenn.

AVERGONZADOS Y CON CULPA

Un estudio realizado en 2008 por el Departamento de Justicia halló que, si bien la mayoría de los agresores domésticos son adultos, aproximadamente 1 de cada 12 situaciones en las que interviene la policía, son menores de edad. En la mitad de esos casos, la víctima era uno de los padres, la mayoría de las veces la madre.

Mientras que gran parte de los niños que son abusados o que son testigos de violencia doméstica no se vuelven violentos, y aunque la mayoría de las personas con enfermedades mentales tampoco lo son, esas experiencias de vida se han identificado como factores de riesgo para los menores que abusan de sus padres.

Lily Anderson es una trabajadora social clínica en el área de Seattle (Washington), quien ha trabajado con cientos de familias que deben lidiar con un niño violento. Junto con su colega Gregory Routt, desarrolló un programa de intervención de violencia familiar para la corte juvenil en el condado de King, llamado Step-Up.

Anderson dice que, según su experiencia, muchos padres se sienten avergonzados de su situación: “Piensan que deberían poder controlar a su hijo”.

Agrega que muchos de los incidentes ocurren en el hogar, donde nadie los ve. Eso contribuye a la falta de conciencia pública sobre el tema y hace que sea aún más difícil para los padres afectados encontrar apoyo.

IRA PREDECIBLE

Jenn afirma que los terapeutas le han dicho que el problema de su hijo para controlar sus emociones podría estar relacionado con el trauma severo que experimentó cuando era un bebé o un niño pequeño.

Cuando la pareja comenzó a criar a los hermanos a fines de 2007, el niño tenía 3 años y su hermana menor, 1. Los habían sacado de la casa de sus padres biológicos, a donde la policía llegaba a menudo por problemas de drogas y violencia doméstica. Jenn dijo que su hijo recuerda haber sido golpeado por hombres en su casa y haber visto cómo su madre biológica se cortaba a ella misma.

Jenn y Jason comenzaron a llevar a su hijo a terapia a una edad temprana, y le han diagnosticado trastorno reactivo del apego, trastorno de estrés postraumático, trastorno por déficit de atención e hiperactividad y autismo.

El adolescente ha asistido a terapia de arte y equina regularmente durante años. También participó en un programa de tutoría y asistió a una escuela diseñada para niños con necesidades de salud mental. Jenn y Jason participaron en sesiones de terapia familiar con su hijo, donde aprendieron cómo confrontarlo y reducir la escalada de violencia en el hogar.

También le recetaron medicamentos para ayudarlo a regular sus emociones.

Jenn dice que a su hijo le gustaba ir a terapia y parecía estar progresando, pero su ira seguía siendo impredecible.

Durante el peor de los conflictos, el adolescente hizo agujeros en las paredes y rompió electrodomésticos. Intentó huir de casa y creó armas para tratar de lastimar a sus padres y a sí mismo. En los últimos años, Jenn y Jason han tenido que llamar a la policía en varias ocasiones. A veces también tuvieron que internarlo para una breve estadía psiquiátrica.

“PARECE QUE NO ES SUFICIENTE”

Keri Williams es una escritora en Carolina del Norte que aboga por los padres que crian niños que tienen problemas de conducta relacionados con el trauma.

El propio hijo de Williams se volvió tan violento que su familia tuvo que internarlo a los 10 años. Ahora tiene 18.

Williams administra un blog y una página de Facebook donde los padres como ella, que se sienten aislados e inseguros de a quién recurrir, pueden encontrar pares.

Muchos padres con los que se encuentra en línea luchan por aceptar que están lidiando con un problema grave de violencia doméstica, dijo.

“Y esa negación en realidad es lo que impide que los padres obtengan ayuda para sus hijos”, señaló Williams.

Jenn explica que cada vez que ve una noticia sobre un niño que ha matado a un padre, se preocupa. Tales eventos son muy raros, y Jenn no quiere pensar que su hijo sea capaz de eso.

“Pero, desafortunadamente, la realidad es que, cuando está en medio de una crisis, realmente no piensa con claridad, y es muy impulsivo”, asegura Jenn. “Entonces, da mucho miedo”.

A pesar de todos los desafíos, ella y su esposo dijeron que adoptar a su hijo les ha traído alegría, pero desearía que hubiera tratamientos más efectivos que pudieran ayudar a los niños como su hijo a vivir de manera segura, y más lugares donde los padres traumatizados pudieran buscar apoyo.

“Siento que estamos haciendo todo lo que podemos por él, pero parece que no es suficiente”, lamenta Jenn.

UNA DECISIÓN DIFÍCIL

Justo antes del comienzo del año escolar, Jenn y Jason tomaron la difícil decisión de enviar a su hijo a un centro para jóvenes con problemas de comportamiento graves. El joven está viviendo allí.

La pareja luchó con esa elección por algún tiempo. Su hijo ya había pasado casi tres años en tratamiento residencial, cuando tenía 10 años. Volvió a la casa familiar el año pasado porque pensaron que estaba listo.

Pero la familia continuó lidiando con enfrentamientos casi diarios que involucraban amenazas verbales, arrebatos de ira y destrucción.

La hermana dijo que tiene sentimientos encontrados sobre el internamiento de su hermano y asegura que lo extrañará mucho. Pero se consuela sabiendo que sus padres estarán a salvo.

(KHN ha acordado no usar los nombres de los jóvenes o los apellidos de la pareja debido a la naturaleza sensible de la historia)

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