Un nuevo método de mejora genética puede ser respuesta a hongo del banano
Miami — El investigador Orlando Argüello, de la Universidad de Texas, afirmó hoy ante el VII Congreso Internacional del Banano que el método CRISPR-CAS que se usa en investigaciones genéticas sobre el cáncer puede ayudar a la industria bananera a responder eficazmente a la amenaza del hongo Fusarium Raza 4.
El científico nacido en Costa Rica habló con Efe en la jornada de clausura del VII Congreso, que ha reunido en Miami a unas 600 personas, entre productores, comercializadores, proveedores, investigadores, nutricionistas y autoridades de 40 países.
En el programa de la reunión, organizada por la Corporación Bananera Nacional (Corbana) de Costa Rica, el Fusarium Raza 4, que no está presente en América Latina pero sí en países asiáticos, africanos y en Australia, ha tenido un peso destacado.
El método CRIPR-CAS es una “tecnología joven” que se ha aplicado a muchos organismos vivos, pero a un hongo ni al banano, indicó a Efe Arguello, quien se doctoró en los institutos Max Plank en Alemania.
El investigador señala que CRISPR-CAS permite seleccionar una secuencia específica en el genoma de un ser vivo y hacer un “corte”, a diferencia de otros métodos anteriores de mejoramiento genético en los que los cortes eran aleatorios y el tiempo para conseguir el resultado apetecido era mucho mayor.
Cuando hay un corte en una secuencia del ADN, la maquinaria bioquímica del ser vivo en cuestión se pone en marcha para repararlo e introduce cambios que pueden darle variabilidad genética y con ello más resistencia a determinados patógenos, explicó.
El problema con el banano es que tiene poca variabilidad genética porque son pocas las variedades de la planta que se comercializan y eso las hace más vulnerables a amenazas como el Fusarium Raza 4 Tropical.
“Esta herramienta (CRISPR-CAS) existe y se ha comprobado en otros seres vivos”, señala Argüello cuando se le pregunta cuál fue su mensaje a los bananeros reunidos en Miami.
El llamado Comando FOC R4T, como se conoce al grupo de científicos internacionales dedicados al combate contra el hongo, ha asistido al Congreso y escuchado a científicos de otros ámbitos como Argüello, que en sus declaraciones a Efe recalca que él y el laboratorio de la Universidad de Texas que usan el CRISPR-CAS no trabajan con plantas.
Pero en otros laboratorios que usan el método, hasta 2016 se había utilizado en plantas como maíz, sorgo, tomate y uva para hacer vino, indicó el científico costarricense, que cree que merecería la pena probar con el banano.
No obstante, advierte que para que CRISPR-CAS pueda ser efectivo, antes es necesario desarrollar una investigación para determinar las secuencias del ADN del banano que habría que cortar en aras de darle a la planta más resistencia a los patógenos.
“Habría que enfocarse específicamente en genes que puedan producir resistencia”, señaló.
Es una “tecnología incipiente pero muy efectiva”, concluyó Argüello, quien opina que es bueno que los científicos salgan de los laboratorios y expliquen las posibles aplicaciones de avances que no son conocidos fuera de ellos.
El llamado Comando FOC R4T recomendó en este Congreso reforzar las medidas de seguridad y mantener un trabajo articulado entre productores, gobiernos y científicos de los diferentes países productores de banano, ante el Fusarium Raza 4 Tropical.
En América Latina más de 12 millones de personas cuyo trabajo está relacionado con la industria bananera se verían afectadas de darse el ingreso de este hongo que produce una infección en las raíces de las plantas, lo que hace que se marchiten y puede ocasionar la pérdida total de las plantaciones, informó Corbana.
“Por cada hectárea sembrada en América Latina, cinco miembros de una familia dependen de ese cultivo, quiere decir, que la subsistencia de 12 millones de personas estaría en juego”, dijo Carlos Urías, director regional de Sanidad Vegetal del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA).
A juicio de Urías, “el banano y el plátano tienen que dividirse en dos rutas: una como un producto de exportación, que genera riqueza, y la otra parte, que se ocupa de la subsistencia; los dos aspectos tenemos que valorarlos como parte de la prevención de una enfermedad que podría llegar y sacarnos del esquema de las tierras que se dedican al banano”.
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