Columna: José Huizar era el sueño americano de nuestro rancho. Ahora, se dirige a la cárcel por 13 años
Al salir del ascensor del tribunal federal de camino a la vista de su sentencia, José Huizar estaba lo suficientemente relajado como para bromear con sus abogados.
El ex concejal de Los Ãngeles pronto sabrÃa cuánto tiempo pasarÃa en prisión tras declararse culpable el año pasado de extorsión y evasión fiscal.
Caminando por el pasillo con gafas negras, traje azul y una cartera marrón, me vio. He escrito columnas criticándole no sólo por deshonrar su cargo, sino también por avergonzar a los latinos. PodrÃa haber fruncido el ceño, gritado o simplemente ignorado.
En lugar de eso, el polÃtico del Eastside me ofreció un saludo -un saludo, impregnado de nuestras raÃces en el México rural, reservado para las personas que inspiran respeto.
Los Estados Unidos de la Guerra FrÃa reasentaron a menores no acompañados como un imperativo anticomunista. Hoy la nación olvida esta historia.
“¿Cómo te va, hermano?â€, me dijo con una sonrisa mientras nos dábamos la mano y nos dirigÃamos juntos a la sala del tribunal. Le pregunté cómo se sentÃa. ParecÃa tan pÃcaro como Alfred E. Neuman cuando se encogió de hombros y extendió las manos.
Sus abogados de oficio, de aspecto tan juvenil que parecÃan recién salidos de la facultad de Derecho, intentaron llevárselo, pero él querÃa ponerse al dÃa.
Hace poco estuve en tu ranchoâ€, dijo, “El Cargaderoâ€, el pueblo de la sierra de Jerez, Zacatecas, donde nació mi madre, junto al lugar de nacimiento de Huizar, Los Morales.
A finales de octubre, Huizar viajó de vuelta al rancho después de que el juez del Tribunal de Distrito de EE.UU. John F. Walter le permitiera “asistir a ceremonias religiosas [en Zacatecas] que son importantes para su fe católicaâ€.
En español, le pregunté si habÃa asistido el 24 de octubre a la festividad de San Rafael Arcángel, patrón de El Cargadero, marcada por procesiones y fiestas que atraen a miles de personas de todo Jerez y de la diáspora estadounidense. Huizar volvió a sonreÃr y entró en la sala sin decir nada más.
Si no podemos tener conversaciones polÃticas difÃciles con algunas de las personas que más amamos, ¿cómo vamos a superar nuestras diferencias como nación?
Cualquiera dirÃa que éramos primos poniéndonos al dÃa en una fiesta familiar. En cierto modo, lo éramos.
Sus padres conocÃan a los mÃos. Mis primos mayores conocÃan a sus hermanos. Él y su familia pasaban los veranos recogiendo fresas en los mismos campos de Orange County que mi madre y mis tÃas. Seguimos su ascenso con orgullo: de Boyle Heights a Berkeley, de Princeton a Derecho en UCLA, de la junta escolar de L.A. Unified al Ayuntamiento. En las fiestas familiares en las que nos ponÃamos al dÃa sobre quién habÃa hecho el bien y quién el mal, mis primos decÃan a sus hijos que ellos también podÃan ser como Huizar.
No era sólo el sueño americano. Era nuestro sueño americano. Representaba un cenit para los zacatecanos, que en el sur de California son casi medio millón. Decenas de miles de ellos son jerezanos, que viven principalmente en Anaheim, el Valle de San Fernando y el Eastside.
Cuando Huizar fue arrestado en 2020, no sólo sacudà la cabeza con disgusto, sino que suspiré con profunda decepción. Los fiscales alegaron que Huizar monetizó su posición en el gobierno durante años, asegurándose más de 1,5 millones de dólares en sobornos en efectivo, fichas de juego, estancias en hoteles de lujo, contribuciones polÃticas, servicios de prostitución, comidas caras y otros beneficios financieros de promotores con proyectos en su distrito del centro de la ciudad.
Nuestros mayores, mientras tanto, lloraban conspiración.
Estuve a punto de llevar a mi padre a la sentencia para que viera a alguien del rancho. Más de 50 personas habÃan escrito cartas de apoyo a Huizar: su madre, sus hijos, amigos de la infancia y gente de Jerez. Pero pocos o ninguno asistieron. Huizar responderÃa solo de sus crÃmenes.
Después de que los fiscales pidieran 13 años de prisión y los abogados de Huizar nueve, Walter tomó la palabra. Huizar era querido por su familia e incluso por sus electores, dijo el juez, y su historia de la pobreza a la riqueza era digna de elogio.
Pero la simpatÃa de Walter pronto se convirtió en ira. Arremetió contra Huizar en un didáctico tono monótono por “vender a sus electoresâ€, un “patrón de mala conducta inusualmente generalizado y rampante†que estaba en “una liga propiaâ€, por mostrar “poco remordimiento†y por hacer que la gente desconfiara de los funcionarios públicos.
Huizar, de 55 años, arqueó las cejas y frunció los labios cuando Walter se lo permitió. Sólo habló brevemente para “reiterar†la carta de disculpa que habÃa presentado al tribunal el dÃa anterior.
Asentà con la cabeza mientras Walter continuaba. Cuando Walter dijo: “Es difÃcil entender por qué decidió tirarlo todo por la bordaâ€, toda la empatÃa que sentÃa por Huizar se desvaneció, a pesar de nuestros antecedentes comunes.
Nuestros padres compraron casas, se hicieron ciudadanos estadounidenses y criaron hijos -mi generación- que se convirtieron en maestros, profesores, profesionales de cuello blanco o empresarios de cuello azul. Algunos de nosotros somos famosos: entre los jerezanos más destacados están el dibujante Lalo Alcaraz, dos veces finalista del Premio Pulitzer; la novelista chicana Helena MarÃa Viramontes; el concejal de Maywood Heber Márquez; y la actriz Jessica Alba, que es mi prima tercera por lÃnea directa y descendiente de pioneros de los derechos civiles en Pomona.
Tantos jerezanos se convirtieron en historias de éxito sin estafar al público. ¿Por qué no Huizar?
Walter le impuso los 13 años solicitados por la fiscalÃa y le ordenó pagar casi 444.000 dólares en concepto de indemnización a la ciudad de Los Ãngeles y casi 39.000 dólares al Servicio de Impuestos Internos. Deberá entregarse a las autoridades federales el 30 de abril.
Después, los periodistas se reunieron fuera de la sala. Los ignoró a todos... menos a mÃ. Volvió a saludarme, esta vez chocando los puños y con una sonrisa no menos radiante que la de dos horas antes.
Volvà a preguntarle cómo se sentÃa.
“Sabes que no puedo hablar, hermanoâ€, respondió Huizar. “Pero cuando sea el momento apropiado...â€. Se interrumpió cuando la gente se le echó encima camino del ascensor.
“¿Escuchó el Santo Niño de Atocha tus plegarias?â€. respondÃ, en referencia al santo patrón de Zacatecas, cuya imagen Huizar habÃa publicado en Instagram horas antes de que los agentes federales lo detuvieran en su casa de Boyle Heights. Después, zacatecanos de aquà a la madre patria lo ridiculizaron por esconderse detrás del niño Jesús mexicano.
Su sonrisa esta vez era incrédula, como si no pudiera creer que fuera a ir allÃ.
Entró en un ascensor con su equipo jurÃdico. Los guardias de seguridad del tribunal empujaron a mi colega Dakota Smith de vuelta al vestÃbulo. Reporteros y manifestantes le lanzaron preguntas e insultos.
Huizar, sin embargo, sólo me escuchaba a mÃ.
“¿Qué le dices a los de Jerez? ¿Cuál es tu mensaje a tus paisanos?†grité.
¿Qué les dices a los de Jerez? ¿Cuál es tu mensaje a tus paisanos?
Esta vez, Huizar se rió. Su sonrisa se ensanchó tanto que pensé que iba a apuntalar las puertas que se cerraron mientras cabalgaba hacia el resto de su vida.
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Esta historia apareció originalmente en Los Angeles Times.
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