Mercy Obiero, de los suburbios de Kenia a pionera olÃmpica de halterofilia
Nairobi — Mercy Obiero, de 40 años, siempre se creyó capaz de imitar todo lo que hiciera su hermano, llegando a ser una de las mujeres más fuertes de Kenia y la primera en representar a su paÃs en unos Juegos OlÃmpicos en halterofilia.
“Si no fuera por mi hermano David Obiero hoy no estarÃa aquÃ. Él fue quien me motivó y me animó todo este tiempo, incluso después de que él dejara la halterofilia de forma profesionalâ€, explica Mercy a Efe en un recóndito gimnasio del suburbio de Eastleigh, en Nairobi, habitado en su mayorÃa por inmigrantes y refugiados somalÃs.
El caracterÃstico bullicio de ese barrio, conocido como “pequeño Mogadiscioâ€, con mujeres cubiertas con coloridos burkas caminando de un lado para otro, vendedores ambulantes bajo un sol abrasador y decenas de hombres tomando té, se ve apaciguado dentro del gimnasio Mennonite Knights, donde Mercy se dispone a comenzar su entrenamiento.
La melosa llamada al rezo de un muecÃn -poco antes de las cuatro de la tarde- se cuela por las ventanas de este modesto local, donde algunos hombres que levantan pesas miran con recelo a Mercy mientras se coloca sus guantes y protecciones en las rodillas.
“La mayorÃa de los hombres cree que eres una chica normal y que no puedes levantar tanto pesoâ€, añade la levantadora de pesas, habituada a este tipo de situaciones en los diferentes gimnasios a los que acude, “incluso se preocupan por si te va a pasar algoâ€.
“Pero a mà me gusta, porque al final siempre les reto y les acabo enseñando algún movimiento nuevoâ€, añade con entusiasmo.
“Les corrijo -prosigue- y al final me dan la razón, conscientes de que lo que les estoy diciendo es lo correctoâ€.
Antes de llegar a los Juegos OlÃmpicos de Londres 2012, siendo la primera representante femenina de halterofilia en la historia de Kenia y la segunda de toda Ãfrica Oriental, debutó a nivel internacional en los Juegos de la Mancomunidad de 2002 en Manchester (Reino Unido).
Desde entonces, ha participado en diversas competiciones como los Juegos Panafricanos de 2015 en Brazaville (Congo) -en los que logró la medalla de bronce- o los Campeonatos Africanos de 2016 en la capital camerunesa de Yaundé, donde obtuvo plata en la modalidad de 69 kilos.
Sin embargo, una reciente lesión en la espalda le impidió alcanzar nuevas metas olÃmpicas, y fue entonces cuando decidió que, quizá, era el momento de pasar su conocimiento a la siguiente generación de mujeres kenianas, para que fueran ellas las que llevaran la halterofilia a su punto más álgido.
“Me gusta mucho entrenar, además puedes llegar a conseguir medallas, dinero..., pero no me gusta solo por el dineroâ€, dice a Efe una tÃmida Chanel, de 10 años, hija de Mercy Obiero y a quien ésta entrena junto a otras cinco compañeras.
Para Mercy es importante que las chicas jóvenes comiencen a interesarse por este deporte “poco valorado en Keniaâ€, porque, a su juicio, las hace ser disciplinadas y organizadas en su dÃa a dÃa tanto en casa como en el colegio.
“(La halterofilia) no es un deporte muy popular en Kenia -reconoce-, menos entre las mujeres, pero está creciendoâ€.
“A la mayorÃa les da miedo porque creen que van a ganar mucho músculo y asemejarse a un hombre, pero es mentira, la halterofilia te permite mantenerte en forma y mejora tu sistema cardiovascularâ€, apostilla.
Marcy sueña a su vez con impulsar este deporte en otros condados kenianos -como los costeros Mombasa o Kisumu- con el fin de que los mitos alrededor de esta práctica se disipen y más mujeres se atrevan a levantar pesas de un centenar de kilos.
“El mayor reto es conseguir que se alimenten seis veces al dÃa y vigilar qué comen en el colegioâ€, detalla la deportista en relación a sus alumnas, cuyas familias no siempre pueden permitirse una dieta equilibrada, rica en proteÃnas pero también en frutas y verduras.
A ello se le suma la ausencia de instalaciones deportivas adecuadas, sobre todo, en barriadas como Eastleigh -colindante con el creativo suburbio de Mathare-, donde pese a un fuerte crecimiento económico, albañiles, trabajadoras domésticas o porteadores ganan entre 200 y 400 chelines al dÃa (menos de 3,5 euros).
Su mayor preocupación ahora es conseguir que sus chicas compitan en los campeonatos juveniles de Samoa, para lo que antes de junio tienen que ser capaces de levantar 15 kilos.
“Lo van a lograr, estoy 100 % seguraâ€, augura Mercy Obiero mientras supervisa la técnica de su hija.
Patricia MartÃnez