El argentino Gastón Solnicki desvela en la Mostra su oscura oda a la amistad
Venecia (Italia) — En el cine, “la oscuridad solo se puede representar con la luz”, o así lo cree el director argentino Gastón Solnicki, que ha llevado a la Mostra veneciana su último trabajo, una oda a la amistad tras la muerte de un ser querido.
Solnicki (Buenos Aires, 1978) ha llevado a Venecia, fuera de concurso, su película “Introduzione all’oscuro” (Introducción a la oscuridad), en la que él mismo se graba recorriendo las calles de Viena en busca del recuerdo de su fallecido amigo Hans Hurch, antiguo director de la Viennale.
Las calles de esta ciudad imperial son el escenario de un viaje a la memoria que acaba por convertirse en toda una elegía y una celebración de la vida, en un homenaje a su memoria.
“En la película, si bien hay una oscuridad sin duda, también hay una celebración de la vida. Tiene más bien esa clave que los lugares comunes de la muerte”, explicó en una entrevista con Efe.
Como ya hiciera en obras anteriores como “Kékszakállú” (2016), premiada por la crítica veneciana, Solnicki se aventura en un proyecto sin guión y en el que su intensa estructura dramática es conformada en el proceso de edición, no de antemano.
Un nuevo salto a la improvisación con el que el realizador quiere cantar a la amistad mediante un “exorcismo” de sus recuerdos.
Especial relevancia cobra en la cinta la música, una de las constantes en la obra de Solnicki, ya que todos los títulos que componen su nómina llevan títulos de canciones instrumentales de la larga tradición de “música culta”.
De hecho “Introduzione all’oscuro” es el nombre de un tema sinfónico del compositor italiano Salvatore Sciarrino.
El cineasta trabaja en estos momentos en un nuevo proyecto que lleva por título “Electrocute”, una película “más ambiciosa”, con guión y actores, basada en experiencias familiares y que estará ambientad en la jungla de cables que se extiende por Buenos Aires.
Todo “un desafío” cuya protagonista, explica, será una joven estudiante de medicina con un problema cardíaco que se aventura a atravesar “los distintos mundos dentro” de la capital argentina.
Pero, en cualquier caso, avanza que no tiene intención de perder “el sentido de lo artesanal” tan presente en su producción cinematográfico.
Solnicki regresa así este año a la Mostra y lo hace además en una sección, la de fuera de concurso, que comparte con otros grandes del cine como el documentalista Frederick Wiseman, el israelí Amos Gitai, el serbio Emir Kusturica o su compatriota Pablo Trapero.
Todo “un honor” en un sector en el que afirma que “no llueven las invitaciones a festivales”, y menos para películas como las suyas, de un estilo tan particular y que representan “una excepción”, según reconoce.
“Que al final del día una película hecha con tanta libertad y con tan pocos recursos tenga este espacio, es un milagro”, celebra.
Pero además ha sido elegido como miembro del jurado internacional del Premio “Luigi di Laurentiis - León del Futuro”, que se otorga a la mejor ópera prima dentro del certamen. EFE