Luto demócrata y protesta muda en el primer discurso de Trump sobre la Unión
Washington —
Con mariposas en las solapas, pañuelos africanos y vestidos de un riguroso luto, recibieron los demócratas al presidente, Donald Trump, en su primer discurso del Estado de la Unión ante el Congreso, una protesta muda contra sus políticas migratorias y su polémico historial contra las mujeres.
Mientras los republicanos recibían con vítores al presidente a su llegada al hemiciclo, pocos fueron los demócratas que se levantaron siquiera de su asiento, en un acto de repulsa hacia la gestión del magnate que también quisieron reflejar con diferentes símbolos y gestos.
La mayoría de las congresistas demócratas, y muchos de sus colegas masculinos, asistieron a la cita engalanados de negro, una manera de reivindicar delante del multimillonario, en el Capitolio y ante la mirada de todo el país, las demandas del movimiento “Me too” (“Yo también”), que busca visibilizar el acoso y la desigualdad de la mujer.
Pero ese negro que oscurecía la mitad del hemiciclo estaba salpicado por los colores vivos del “kente”, un tejido tradicional originario de Ghana con el que los congresistas de los caucus negro e hispano sorprendieron a los asistentes llevándolo en forma de pañuelo, pajarita o corbata, para ensalzar las raíces de la nación.
Como era previsible, Trump dedicó una gran parte de su discurso a sus planes migratorios, a esos “pilares” políticos con los que pretende “fortalecer” la seguridad del país, reduciendo la inmigración ilegal y construyendo un muro en la frontera con México.
El multimillonario avaló su postura migratoria alegando los peligros que entraña la inmigración ilegal, que ilustró con las pandillas callejeras, como la Mara Salvatrucha, justificando así decisiones como el veto que emitió contra los refugiados de ciertos países y su lucha contra lo que su partido denomina “migración en cadena”, es decir, la reunificación familiar.
“Bajo el actual sistema roto, un solo inmigrante puede traer un número virtualmente ilimitado de parientes lejanos”, afirmó Trump, quien con esa afirmación algo imprecisa consiguió romper el silencio demócrata que había imperado durante la noche y provocar abucheos desde su bancada.
“Bajo nuestro plan, nos enfocamos en la familia inmediata al limitar los patrocinios a los cónyuges e hijos menores. Esta reforma vital es necesaria, no solo para nuestra economía, sino también para nuestra seguridad y nuestro futuro”, agregó, mientras la líder de la minoría demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, mandaba callar a sus colegas para poder continuar escuchando al presidente.
Y es que la postura en materia migratoria de Trump, una de sus grandes promesas de campaña, ha afectado a muchos sectores de la población inmigrante en Estados Unidos, empezando por los conocidos como “soñadores”, los jóvenes indocumentados a los que el mandatario ha retirado el programa de protección a la deportación que impulsó el expresidente Barack Obama.
Para recordar su papel protagonista en la agenda política actual -ha sido el debate más candente en las últimas semanas-, numerosos congresistas demócratas llevaron como invitados al discurso a algunos de estos jóvenes y también se pusieron mariposas en sus solapas, un gesto de solidaridad con ellos y con los refugiados, también denostados por Trump.
Las reivindicaciones de la oposición se completaron, entre los más discretos, con unos lazos violetas que sirvieron para llamar la atención sobre la necesidad de atajar la epidemia de muertes que sufre el país a causa del abuso de los opiáceos y para la cual el Gobierno aún no ha trazado un plan concreto.
Mientras los demócratas escuchaban al multimillonario desde sus sillas, los republicanos interrumpían una y otra vez al magnate con sus aplausos -en más de 100 ocasiones-, y especialmente cuando se refirió a la aprobación de su reforma fiscal y a sus pequeñas victorias socavando la reforma sanitaria de Obama.
Ya casi al final del discurso, y como suele ocurrir en este tipo de intervenciones, también hubo espacio para la emoción, esta vez de mano de los padres del joven estudiante Otto Warmbier, fallecido tras estar retenido por las autoridades de Corea del Norte durante casi año y medio tras hacer un viaje turístico al país asiático.
Las conmovedoras lágrimas de Cindy, la madre del joven, quien escuchaba desde la tribuna la historia de su hijo por boca del presidente, reconciliaron a demócratas y republicanos en un mismo aplauso.
Los legisladores de ambos partidos compartieron algunos momentos más de consenso, como cuando el presidente habló de la lucha antiterrorista contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) o cuando abordó los valores fundacionales estadounidenses.
No obstante, pese a esos momentos de luz, y la propia llamada del multimillonario “a trabajar juntos”, los congresistas mostraron en noche del martes con sus gestos la misma división que emana del día a día en el Congreso.