El sistema de salud mexicano, incapaz de adaptarse a las nuevas necesidades
México —
El sistema de salud mexicano no ha sabido adaptarse a las nuevas enfermedades que ahora impactan con mayor incidencia a la población, aseguró a Efe Rodolfo de la Torre, coordinador de un informe divulgado hoy.
Caracterizado por la fragmentación de las instituciones, el sistema “no ha estado siguiendo el paso de este cambio en la estructura de padecimientos”, ya que ahora las enfermedades de mayor incidencia son las crónico degenerativas y se identifica un problema en la agilidad “para hacer frente a estas necesidades”.
En 1990, dominaban los males gastrointestinales, pero desde 2010 la “principal causa de enfermedad es la diabetes”, además de percibirse un incremento en las enfermedades crónicas, indicó el del informe “Estado y perspectivas del Sistema Nacional de Salud”.
Este cambio de tendencia en las patologías indica que se ha pasado de “enfermedades típicas de la pobreza a enfermedades típicas de un desarrollo intermedio”, apuntó.
Sin embargo, agregó De la Torre, estas nuevas enfermedades “son mucho más costosas de atender y desafortunadamente el gasto público en salud se ha mantenido en niveles bajos”.
El gasto público en salud es de alrededor de 3 puntos del producto interno bruto (PIB), cuando la recomendación internacional es que sea de al menos 6 puntos del total del PIB de un país.
El informe, además, observa que el gasto privado en salud asciende a 2,8 puntos del PIB, una suma casi igual a la del gasto público y que el experto consideró “sorprendente”.
“El problema con el gasto privado es que no es un gasto en la compra de un seguro, sino un gasto de bolsillo para atender una enfermedad concreta”, precisó.
Y es que los que más sufren las deficiencias del sistema, según De la Torre, son “las personas que están fuera del registro formal, es decir, las que no tienen un trabajo con las prestaciones de ley y no tiene el acceso, en consecuencia, a los servicios de salud proporcionados por el seguro social”.
Y esta, generalmente, es la gente que vive en zonas rurales o menos desarrolladas, “la gente más pobre”, indicó.
La fragmentación del sistema juega un papel esencial, pues la atención se divide en diferentes instituciones para atender las necesidades.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es una de ellas y recibe un 47 % del presupuesto de salud, mientras que el Seguro Popular dispone del 40 %.
La mayor parte de la población, el 43,5 %, está inscrita en el Seguro Popular, una forma de atención a la salud “limitada en cuanto al número de padecimientos que cubre y los recursos que se puedan dedicar a ellos”.
El IMSS, por su parte, da cobertura al 32,9 % de los asegurados, algo que refleja que “el Seguro Popular es la forma predominante de atender a la salud” y es “más limitada”.
La parte restante de la población registrada es atendida por el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), mientras que alrededor el 13 % de la población no tiene acceso alguno a cobertura.
La fragmentación del sistema lo hace más deficiente, ya que “hay una atención a las personas de muy distinto tipo, desde una atención de gran calidad” hasta una ausencia completa de ella en determinados padecimientos.
“Tenemos hospitales con muchos recursos y otros con cierto grado de descuido en cuanto a su equipamiento y su personal”, aseveró el director de desarrollo social con equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Esto, dijo, puede traducirse en que “los mexicanos no reciben una atención a la salud semejante, el derecho a la salud no es el mismo para todos”.
A partir de los resultados arrojados por el informe, el experto consideró necesario pasar del actual sistema de salud fragmentado a uno unificado de carácter universal, en el que todas las personas tengan acceso a las instituciones de salud.