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Columnista: Esperanzados, los ‘Dreamers’ seguirán su lucha, pese al embate de Trump

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Su agenda era interminable. Juan Casas salía de su casa en Boyle Heights después de la medianoche, cargaba productos en camiones desde las 2 a.m. hasta el mediodía en el centro de Los Ángeles, luego conducía a la escuela y tomaba una siesta en el estacionamiento de Cal State Los Ángeles antes de las clases.

Ahora de 28 años de edad, Casas tiene una licenciatura en ingeniería electrónica y trabaja para una empresa aeroespacial.

El martes por la mañana se tomó un descanso de su trabajo para llamar a su madre con la noticia de que DACA, el programa de Acción Diferida para Los Llegados en la Infancia, estaba terminando. Él y otros 800,000 traídos a los Estados Unidos cuando eran demasiado jóvenes para entender la ley de inmigración o tener participación en el asunto, ahora podrían ser deportados.

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“Ella estaba muy angustiada”, afirmó Casas acerca de su madre, quien acababa de salir de su turno de la noche en una fábrica de Los Ángeles. “Tenía la sensación de que esto estaba por llegar, pero la noticia realmente me derrumbó”.

Para Casas no hay consuelo en saber que no está solo.

Gabriela, inspirada por la determinación de su madre para superar la pobreza en la que nació, obtuvo una licenciatura en ciencias políticas de la Universidad Estatal de California y luego una maestría en una universidad privada, para especializarse en estudios internacionales.

Hoy, a los 26 años, trabaja para una compañía de medios sociales de Silicon Valley y colabora con una organización sin fines de lucro, de fe y justicia social.

Cuando se publicó la noticia, el martes por la mañana, la joven me envió un mensaje desde su trabajo. “Mi corazón está afligido por el sacrificio que había realizado mi familia”, escribió, pidiendo que no se publicara su nombre completo.

Durante su campaña presidencial, Donald Trump prometió ponerle fin al DACA si resultaba elegido. Luego cambió de opinión y declaró que los niños de DACA podían estar tranquilos porque “se trataba de un tema del corazón”.

Nadie confió en ello, dada la relación de Trump con la verdad, y a nadie le sorprendió saber que el corazón del presidente se había calcificado. El martes, el mandatario volvió a girar de un modo turbio y cobarde, y envió al fiscal general Jeff Sessions al escenario para decir que el programa DACA había sido una extralimitación inconstitucional por parte del expresidente Obama.

Entonces ¿se terminó?

Sí y no.

El programa DACA está siendo eliminado gradualmente, según Sessions. No será inmediatamente, y algunos de los que ya están en él podrían obtener extensiones. Pero a menos que el Congreso dirigido por republicanos, no pueda lograr nada o encuentre un reemplazo, el DACA habrá finalizado.

Enviar a personas a países que muchos de ellos apenas conocen no es sólo insensible, es una mala decisión para la economía. Si bien las implicaciones constitucionales de DACA pueden ser discutibles, se podría pensar que un presidente que se considera un brillante hombre de negocios podría haberse erigido por encima de un instinto básico para explotar la política de la raza.

Si eres un participante de DACA, significa que eres un luchador. Tienes que estar en la escuela o trabajando, o ambos. “Una cosa es erradicar a los criminales”, afirmó el demógrafo de la USC Dowell Myers. “Pero los chicos de DACA no son criminales. Son como un maná del cielo. Ya hemos invertido en ellos. Tienen que ser buenos para ser parte del programa. ¿Y los rechazaremos?

Sí, aparentemente sí. Sumado a ello, todos se están convirtiendo en contribuyentes de impuestos. “A la edad de 25 años, cada joven se convierte en un contribuyente neto, sin importar su nivel de educación, pero cuanto más educado eres, mayor será la aportación que hagas”, resaltó Myers.

El profesor ha pasado varios años estudiando las implicaciones de una población en edad avanzada con una escasez de niños, causada por factores que incluyen una tasa de natalidad más lenta. Eso podría conducir a una escasez laboral crítica, dijo, en un momento en que una creciente población de jubilados depende de las contribuciones de los empleados a la Seguridad Social y Medicare. ¿Habrá suficientes personas en la fuerza laboral para comprar las casas de los jubilados, para cuidar de las personas mayores o para apoyar a las instituciones sociales de las cuales dependen?

Los participantes de DACA con los que he hablado tienen historias similares acerca de cómo descubrieron -normalmente durante el proceso de inscripción para la universidad, en la preparatoria- que no eran ciudadanos. Con el ascenso de Trump tendieron a preocuparse ante todo por sus familias en lugar de por sí mismos, porque al inscribirse en DACA y proporcionar información familiar al gobierno, asumieron un gran riesgo. “Mi mayor temor es llegar a casa y escuchar que mis seres queridos han sido detenidos por el ICE”, reconoció Casas.

El joven tenía dos años cuando llegó al norte. No tiene ningún recuerdo de ese momento, pero sabe su madre sólo tenía un objetivo: la posibilidad de que su hijo tuviera más oportunidades de las que ella había conocido.

“Ella es mi heroína”, aseguró Casas.

Gabriela dijo lo mismo. “Llegar a un punto en tu vida donde tienes que arriesgar todo para que tus hijos sobrevivan es algo que no puedo imaginar”, afirmó hablando de su madre.

Casas manifestó que regresaría a casa después del trabajo y hablaría sobre sus opciones con su familia. Él y su madre esperan que Trump, como padre, finalmente decida no separar a tantas familias.

Para Gabriela, la lucha acaba de comenzar. “Es necesario que haya un fuego que despierte a las personas para contar sus historias. Basta es basta”, aseveró. “Hay una dialéctica perversa de que somos malvados, somos violadores, somos X, Y, y Z. Yo soy una hija, soy una empleada. Hay tantas cosas acerca de mí como persona, aparte de un estatus sobre el que no tengo control”.

Pasarán meses antes de que sepamos si el Congreso o el presidente, quien acaba de perdonar al tristemente célebre sheriff xenófobo Joe Arpaio, detendrá y deportará activamente a los jóvenes trabajadores que llegaron a los Estados Unidos como inocentes, en lugar de mantener el énfasis sobre aquellos que infringen la ley.

Pero la incertidumbre por sí sola es un acto de crueldad. Y la amenaza de deportar a algunos de los mejores y más brillantes del país, viniendo de un presidente demasiado cobarde para dar la noticia él mismo, es antiestadounidense, y causa vergüenza.

Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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