La súper latina Gaby Natale publica su primer libro
Miami — La periodista, conductora de televisión y empresaria Gaby Natale, ganadora de tres Emmys por su programa SuperLatina, no tiene una etiqueta para su primer libro, “Círculo virtuoso”, pero sí sabe que les va gustar especialmente a los “soñadores rebeldes”.
“Soy una torera de etiquetas”, afirma con humor esta argentina de La Plata llegada a Estados Unidos en 2004 por un “golpe del destino” y hoy convertida en un icono de la televisión en español.
En una entrevista con Efe por la presentación en Miami de “Círculo virtuoso” (HarperCollins), Natale explica que la idea del libro le vino a la mente al darse cuenta de que había “patrones en común” en las personas “fascinantes” que ha entrevistado para su programa, que se emite por VME, la televisión pública en español.
Revisando los perfiles de esas personas definió siete arquetipos, el soñador, el arquitecto, el hacedor, el aprendiz, el guerrero, el campeón y el líder, a los que corresponden distintas acciones que combinadas en un determinado orden dan forma al “círculo virtuoso”.
Natale explica que esos siete arquetipos están presentes en cada ser humano, aunque no todos con igual fuerza.
Se trata de entender que hay que visualizar, planear, ejecutar, perfeccionar, perseverar, lograr e inspirar, en ese orden, para tener éxito, afirma la novel escritora, que pronto va a ver su libro publicado en América Latina y España y también en inglés.
“Yo lo veo (el libro) como un camino de transformación personal”, dice Natale, que ha incluido sus experiencias y lecciones de vida, así como las de sus célebres entrevistados, de los cuales el que más la ha impactado, al extremo de hacerla llorar en cámara, es Deepak Chopra.
De hecho ha escogido a siete de sus entrevistados para representar cada uno de los arquetipos. El músico de origen mexicano Carlos Santana es el soñador, el arquitecto es el astronauta también mexicano José Hernández y el hacedor está representado por el conductor chileno Mario Kreutzberger, “Don Francisco”.
Al actor cubano William Levy le toca el papel de “aprendiz”, a la conductora de origen cubano Cristina Saralegui el de “guerrera”, el actor mexicano Eugenio Derbez es el “campeón” y Deepak Chopra, el único no latino, encarna al “líder”, capaz de inspirar a otros.
Es un “mensaje universal” que no conoce idiomas ni fronteras, subraya Natale, quien cree, sin embargo, que “los que más lo van a disfrutar son los soñadores rebeldes”.
SuperLatina recibió en 2016 el premio Emmy al Mejor Show de Entretenimiento en Español y ella ganó dos premios Emmy como Mejor Conductora en Español, en 2016 y 2017, por ese programa de televisión independiente.
Al hablar sobre estos premios destaca que no quiere que el público se quede con la idea de que los honores y los éxitos llegan de manera fácil.
Antes de ganar esos premios tuvo siete nominaciones a los Emmy y nunca escuchó su nombre para que subiera al escenario, señala.
Con naturalidad cuenta cómo llegó a Estados Unidos a trabajar para una empresa dedicada a las relaciones públicas.
“Me sentía como un fracaso total” después de pasar dos años desempleada en Argentina, “pensé que nunca iba a poder trabajar en los medios”, recuerda.
Un “golpe del destino” hizo que se decidiera a ayudar a una amiga que organizaba una conferencia sobre marketing político en Buenos Aires colocando sillas y repartiendo folletos entre los asistentes.
No iba a cobrar por ello y dudaba si ir o no, pero su madre, una abogada que es “medio bruja”, le dijo que fuera con su mejor ropa, los labios pintados y una gran sonrisa, y ella le hizo caso.
Cuando llegó, el traductor no se había presentado y Gaby tuvo que asumir esa función, lo que le cambió la vida, pues acabó trabajando en Estados Unidos para gente que estuvo en la conferencia de Buenos Aires y haciendo trabajo periodísticos en sus horas libres.
Después se fue a Sonora, México, a trabajar en marketing.
El salto a los medios le llegó como productora independiente de un programa en español que al principio se grababa en un depósito de alfombras situado en un centro comercial del oeste de Texas.
Dos años después el “show” pasó a Dallas y siete años después se hizo nacional.
En el repaso de su historia no se olvida de que solo a la tercera consiguió la “green card” (tarjeta de residente) y que tocó muchas puertas hasta encontrar alguna institución que le diera un crédito de 20.000 dólares para comprar el equipo para el primer estudio.
No les llegó para la iluminación y se alumbraban con lámparas de las que se usan en las obras de construcción. “Salía toda demacracada, acabada”, afirma coqueta mientras se prepara para las fotos.