‘Mi mamá es muy mala’: crece el número de jóvenes desamparados en las calles de L.A.
LOS ANGELES TIMES — Diandre Pope contó que su madre lo dejó en un refugio juvenil de Hollywood cuando tenía 15 años, y allí comenzó a meterse en problemas. Ahora, a los 31, este nativo de Watts vive en un campamento sobre Hollywood Boulevard, a la vuelta de un popular gimnasio, donde toma electricidad de un poste de luz para cargar su teléfono y prueba las amplias ofertas -desde tacos hasta alitas de pollo- de una tienda de comestibles cercana.
La Autoridad de Servicios para Desamparados de Los Ángeles informó este miércoles que 6,000 personas jóvenes, como Pope, fueron censadas en todo el condado en enero último, un 61% más que el total de 2016. La agencia de servicios para personas sin hogar mejoró el recuento de jóvenes, afirmó Peter Lynn, su director ejecutivo, lo cual podría representar parte del gran incremento.
Sin embargo, Heidi Calmus, de Covenant House California, una agencia internacional de servicios para jóvenes desamparados que posee una sucursal en Hollywood, aseguró que el fuerte aumento no fue una sorpresa. Todos los albergues juveniles tienen listas de espera y es difícil hallar viviendas asequibles, incluso con bonos de alquiler, precisó Calmus. “El sistema está colapsado”, dijo este martes por la noche, mientras junto con su colega Nick Semensky entregaban bolsas con artículos de higiene personal y sándwiches a los jóvenes en las calles.
Para Lynn, la mayoría de estas personas de corta edad tienen entre 18 y 24 años. Muchos fueron liberados de hogares de acogida o de grupo o, al igual que Pope, abandonados por sus familias.
Todos ellos desconfían de la autoridad y no quieren renunciar a la libertad de las calles, a cambio de una situación de vida reglamentada, aclaró Semensky.
“Las viviendas de emergencia están disponibles inmediatamente en skid row, pero allí tienen que estar con personas mayores y pueden sentirse como en una prisión, una cárcel en la cual ya han estado”, explicó. “Entonces dicen: ‘Si voy a ser un desamparado, prefiero serlo en L.A. Es más emocionante’”.
Al igual que Pope, la mayoría permanece en la calle por más tiempo que antes, resaltó Calmus. Algunos han tenido malas experiencias en entornos para desamparados y ahora se quedan sin opciones.
Maggie Reyes, de 24 años, pasó cerca de un año en un refugio juvenil antes de que otra mujer comenzara a robarle sus pertenencias. Entonces se mudó nuevamente con su madre, quien también luchó siempre por mantener su vivienda. Ahora, la joven espera conseguir su propio alojamiento subsidiado antes de cumplir los 25, la edad tope de los servicios para jóvenes desamparados.
Michael Z., de 24 años, fue expulsado de su casa cuando se graduó de la preparatoria debido a su consumo de alcohol y drogas. El joven ya no bebe, finalmente obtuvo un buen trabajo y pidió no ser identificado por su apellido porque quiere ocultar su condición de desamparado a su empleador. Las agencias intentan ayudarlo con su vivienda, pero obtener un lugar le parece una esperanza lejana, agregó. “Lleva tanto tiempo rehabilitarse de las calles”, dijo.
Reyes señaló que los jóvenes desamparados que ve en la vía pública son cada vez menores. “Me encuentro con chicos que dicen: ‘Tengo 15 años’. Cuando les pregunto por qué están allí, responden: ‘Mi mamá es muy mala’”, narró. “Cada año son más los que llegan a las calles que los que salen de ellas”.
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Traducción: Valeria Agis
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