Mototaxis mexicanos, en ojo del huracán por posible vÃnculo con red criminal
México — En el sur de la Ciudad de México, unos mototaxistas recogen rápidamente a unos pasajeros, mientras otros alertan que la policÃa está próxima; en los últimos dÃas, estos trabajadores han pasado a actuar de forma casi clandestina, en medio de acusaciones de que son cómplices de una red delictiva.
Al margen de la ley, aunque tolerados por las autoridades, los mototaxistas ejercÃan su trabajo con normalidad hasta la muerte de Felipe de Jesús Pérez, alias el Ojos y presunto lÃder del llamado cártel de Tláhuac, en referencia a la zona donde opera, en un choque con marinos.
El enfrentamiento puso en el punto de mira tanto al jefe de la demarcación de Tláhuac, Rigoberto Salgado, por su posible complicidad con el Ojos, como a los mototaxistas, acusados de ejercer como “halcones†(vigilantes) del grupo y ayudar en la distribución de la droga.
“Piensan que todos somos igualesâ€, afirma a Efe Marcos Ferreira, quien a las afueras del metro Zapotitlán espera que el panorama se despeje para sacar su mototaxi, la cual ha guardado ante la fuerte presencia de policÃas en el lugar, que detienen a los compañeros que ven trabajando.
Una semana después de la muerte del Ojos, el Gobierno capitalino llevó a cabo un operativo en el que retuvo 70 unidades de mototaxis; una cifra simbólica de los más de 10.000 que trabajan en el sur de la ciudad, agrupadas en 34 organizaciones.
Actualmente, las mototaxis que operan lo hacen sin la calandria -remolque cubierto en el que viajan los pasajeros-, para evadir a las autoridades.
Marcos, de la asociación Corona, rechaza que ellos hayan colaborado con el cártel de Tláhuac, y explica que quienes lo hacÃan eran mototaxistas “piratasâ€.
Dice que no entiende por qué la zona es plasmada como un “punto rojo†por los medios de comunicación, ya que es “muy tranquilaâ€.
“Hay muchas familias que dependen de nosotros; eso no se pone a pensarlo la policÃa de aquÃâ€, agrega Marcos, quien trabaja como mototaxista desde hace seis años.
Los operativos continúan en Tláhuac, donde el aumento de los controles de seguridad es perceptible y se puede ver a grupos de policÃas deteniendo a microbuses y registrando a los pasajeros de forma aleatoria.
En uno de los kioscos del barrio, un llamativo cartel invita a los viandantes a comprar un compendio de fotocopias que contiene “toda la información sobre el Ojosâ€.
El problema de los mototaxis “comienza desde la ilegalidad de su existenciaâ€, argumenta a Efe el periodista y analista Héctor de Mauleón, haciendo referencia a que, en primer lugar, las asociaciones de estos vehÃculos deben pagar una cuota a la demarcación -â€no fiscalizadaâ€- para que les dejen operar de forma no regulada.
A esto se le suma el papel que tuvo el Ojos, quien les cobraba “otra cuota, y utilizó a algunos para que les avisaran de la presencia de patrullas, operativos, etc. y para la distribución de droga†al menudeo.
Un hermano de Salgado “que no está en nóminaâ€, añade el analista, hacÃa “actividades de control, era quien metÃa orden, el que manejaba las cuentas, arreglaba los distintos problemasâ€.
Con todos estos elementos se creó “un contubernio perverso entre la autoridad establecida y la autoridad no establecida, que es la que dirige el Ojosâ€, concluye.
En otra de las bases, en la salida del metro Nopalera, varios mototaxistas animan a los clientes a subir a los vehÃculos, prometiendo mantener “el mismo precio†por viaje que cuando tenÃan calandrias: cinco pesos (unos 0,28 dólares).
AllÃ, el lÃder de la Unión de Bicitaxis Arabella, José Varela, enseña documentación para demostrar que, desde hace años, el colectivo ha hecho intentos por regularizar su actividad, la cual era aceptada por la demarcación hasta que pasó a ser competencia de la SecretarÃa de Movilidad capitalina (Semovi).
“Nos sentimos perseguidos, como que esto es una cacerÃa de brujasâ€, afirma a Efe José.
Como otros compañeros, el lÃder se desvincula con la actividad del Ojos, de quien solo dice que era “vecino de aquÃâ€.
En relación con los señalamientos de que transportaban droga, esgrime que los mototaxistas no pueden saber qué llevan los pasajeros en sus bolsas, porque la revisión de estos bultos no es su “responsabilidadâ€.
Defiende que, en esto momentos, buscan hablar con la Semovi para alcanzar un acuerdo, y que ellos no están en contra de los operativos: “Si hay alguna persona que es culpable de nosotros, adelante (...) no nos estamos escondiendoâ€, asegura.
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