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La lucha de la etnia Tarahumara por la que fue asesinado el ambientalista mexicano Isidro Baldenegro

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Para la etnia Rarámuri el bosque es su casa, el espacio que atrae el agua y garantiza su comida. Un refugio para los animales y símbolos que forman su cosmovisión.

Por los árboles y su entorno dan la vida. Y eso ocurrió con Isidro Baldenegro López, ambientalista asesinado en Chihuahua el domingo 15 de enero.

Murió en la comunidad Coloradas de la Virgen, en un remoto municipio del estado, el corazón de una lucha de más de 30 años en contra de los taladores ilegales del bosque.

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El pueblo, que está semivacío por el acoso de bandas de “talamontes”, como se les conoce en México, es un emblema en la lucha del pueblo Rarámuri, su nombre original.

A la etnia se le conoce con el nombre de Tarahumara, como la nombraron los españoles que llegaron a México en 1519.

En Coloradas de la Virgen se organizaron, desde 1980, protestas en contra de los taladores.

Y desde aquí empezó un largo juicio para evitar el despojo de sus bosques. Los rarámuri ganaron el proceso pero eso no impidió que siguiera la tala.

Pero no van a desistir, le dice a BBC Mundo uno de los vecinos de Isidro en Coloradas de la Virgen.

“Nosotros nunca hemos querido dejar de luchar, queremos seguir, que no nos quiten el territorio, el bosque, no lo podemos dejar”, insiste.

Pide que no se publique su nombre porque los asesinos de Isidro Baldenegro, “están allí (en el pueblo), los sicarios no se han ido”.

“Hacer bien las cosas”

La resistencia es una de las características que más se conoce de los Rarámuri.

Su nombre significa “hombres de pies ligeros”. Los varones de la etnia corren sin descanso por decenas de kilómetros en las montañas de Chihuahua, donde viven.

Es su más antigua forma de comunicación.

Desde el siglo XVII, cuando llegaron soldados españoles, las comunidades que residían en las faldas de la Sierra Madre Occidental, en el noroeste de México, se movieron a regiones aisladas.

Esto les permitió conservar casi intacta su cultura y tradiciones durante siglos.

Y sobre todo, su concepción del mundo. Para los Rarámuri todas sus acciones, salud o bienestar están vinculados con su entorno y la naturaleza.

Alma y cuerpo son un solo ente, y de hecho creen que las mujeres tienen cuatro almas y los hombres tres.

Si el cuerpo se lastima las almas se pone en riesgo, y si se van aparecen las enfermedades.

Por eso buscan el equilibrio: con la salud, la naturaleza y las emociones, un conjunto que forman la vida.

Esta forma de aprehender el mundo se mantiene, incluso entre quienes abandonaron las montañas señalan antropólogos que estudiaron a la etnia.

Y algo más que conservan: el sentido de justicia y la obligación “de hacer bien las cosas” en todo momento.

“Tenemos mucho miedo”

Esta cosmovisión fascinó a investigadores y artistas en el inicio del siglo pasado, cuando se empezó a estudiar de manera más formal al pueblo indígena.

Por ejemplo el etnólogo noruego Carl Lumholtz, quien escribió el primer libro sobre las comunidades indígenas en el norte del país.

El volumen, editado en 1902, se llama México desconocido y en él cuenta de su sorpresa al encontrar una raza “que vivía aún como en la Edad de Piedra”.

Ciertamente los Rarámuri superaron esa época, pero enfrentan problemas serios.

La tala de sus bosques y sequías afectaron sus cultivos de maíz y frijol, y de hecho la mitad de los niños de la etnia padecen desnutrición, según datos del Gobierno de Chihuahua.

Pero desde hace 5 años el mayor problema es el acoso de carteles de narcotráfico aliados con los taladores.

Los grupos “aplican el terror, desplazan a los pueblos para quedarse con sus tierras y sembrar amapola”, le dice a BBC Mundo una activista de derechos humanos.

Ella también tiene amenazas de muerte y por eso su testimonio es anónimo. Y esto era parte de la lucha que encabezaba Baldenegro Lopez.

“No podemos desligar el asesinato de Isidro a los caciques y la delincuencia organizada ni a la defensa del bosque”, insiste.

“Los cacicazgos aliados con madereros y delincuencia organizada son los autores materiales e intelectuales” del crimen.

En los últimos años 10 líderes comunitarios y defensores del bosque de Coloradas de la Virgen han sido asesinados.

El año pasado se cometieron 3 crímenes, cuenta la activista. Ninguno de los casos se ha resuelto.

Ojalá que eso no ocurra con Isidro, insiste el vecino de la comunidad. “Tiene que haber justicia, el gobierno debe detener a los criminales y castigarlos”, insiste.

“Tenemos mucho miedo, no podemos visitar otras rancherías y a veces ni siquiera salir de nuestras casas, porque pueden atacarnos. Pero le vamos a seguir”.

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