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Cinturón Plegado Perdido: la “joya” en el fondo del océano que puede juntar a México y China contra Trump

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Durante más de 15 años México y China mantuvieron una relación distante, a veces con diferencias diplomáticas.

Pero la elección de Donald Trump parece haber propiciado una suerte de deshielo, incluso antes de que el nuevo presidente de EE.UU. llegue a la Casa Blanca.

Y la primera señal del nuevo acercamiento está en el fondo del mar, a 3.100 metros de profundidad en el Golfo de México.

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Se trata de un yacimiento de hidrocarburos en aguas profundas en la región llamada Cinturón Plegado Perdido, cerca de la frontera con Estados Unidos.

Es una de las zonas con más alto potencial de reservas: según Petróleos Mexicanos (Pemex), las proyecciones indican que ahí se podrían encontrar 3.557 millones de barriles de petróleo crudo equivalente.

Y uno de los ganadores de esta “joya” energética es China Offshore Oil Corporation E&P, propiedad del gobierno chino y la tercera petrolera más importante del país asiático.

La empresa china obtuvo dos contratos para extraer petróleo ligero, el que más abunda en esa región de 1.678 kilómetros cuadrados.

Es la primera vez que una compañía china participa en la explotación de ésta, una de las reservas de hidrocarburos más importantes de América.

Pero, según algunos especialistas, la licitación también representa un paso importante para restaurar los vínculos entre los dos países.

Fue “el motor” para el acercamiento que ahora existe entre los gobiernos chino y mexicano, dice el investigador Evan Ellis, del Colegio de Guerra de Estados Unidos.

Y es también un elemento fundamental frente al próximo gobierno del magnate Trump, reconoce el embajador de China en México, Qiu Xiaoqi.

“Estamos dispuestos a aumentar esfuerzos junto con la parte mexicana para inyectar nueva energía en el desarrollo de estas relaciones en los próximos años”, señala.

Oportunidad perdida

La relación entre ambos países fue particularmente intensa durante los años 70 y 80, sobre todo durante los gobiernos de los expresidentes Luis Echeverría y José López Portillo.

El escenario cambió en la década siguiente, cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El país entonces enfocó sus intereses hacia Estados Unidos y Canadá, sus nuevos socios, le dice a BBC Mundo el exembajador de México en China, José Eduardo Navarrete.

“México, encandilado a principios de los años 90 con la perspectiva del TLCAN, no prestó importancia o prioridad a desarrollar una relación con China”,dice.

Varios gobiernos mexicanos han tratado de restablecer el vínculo, pero no ha sido posible por los distintos tamaños de las economías de cada país.

“Hace 20 años se perdió la oportunidad de establecer una relación sólida y creciente con China, cuando la asimetría no era tan marcada y cuando las oportunidades de colaboración eran más claras”, recuerda Navarrete.

Pero además, en los últimos años hubo algunos desencuentros.

El más reciente ocurrió en 2014, cuando la administración del presidente Enrique Peña Nieto canceló la construcción de un tren rápido entre Querétaro y Ciudad de México.

El contrato había sido asignado a la empresa China Railway Construction.

Desde entonces no se han registrado inversiones mayores de Pekín en México. Hasta la reciente asignación de dos contratos petroleros, que forman parte de la Ronda 1.4 en aguas profundas.

Se trata de un proceso para concesionar la explotación de hidrocarburos en yacimientos mexicanos.

Esta Ronda es la licitación más importante en ese sector desde que se aprobó la ambiciosa Reforma Energética en el país, en 2014.

El Cinturón Plegado Perdido es un proyecto de explotación a mediano plazo, incluso podría iniciar en 5 años según señaló la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).

Pero además de su potencial económico, el área de riqueza petrolea tiene un valor agregado: el mensaje de colaboración que expresa en un nuevo entorno internacional, marcado por la nueva gestión presidencial en Estados Unidos desde el próximo enero.

China y México fueron parte esencial en el discurso de campaña de Trump, quien amenazó con imponer aranceles a las importaciones de estos países.

Y el republicano anunció que retirará el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, impulsado por el gobierno de Barack Obama.

Después de las elecciones estadounidenses, el discurso se convirtió en un problema para estos países.

El desafío ahora es restablecer los vínculos y crear un espacio común chino-mexicano en los próximos años.

Y los contratos petroleros pueden ayudar, señala el exembajador Navarrete.

“Pueden servir para hacer más evidente la necesidad de diálogo”, insiste.

Mientras, ya se presentaron otros signos de acercamiento entre ambos gobiernos.

El pasado 13 de diciembre, por ejemplo, se reunieron la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, y el consejero de Estado chino Yang Jiechi.

El encuentro fue para “profundizar la confianza mutua y desarrollar la interlocución bilateral”, señaló la Cancillería mexicana.

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