OPINIÓN: Pugna entre ‘los dueños de Honduras’ y la coalición de oposición por el Congreso Nacional
CORRECCIÓN: Una versión anterior de este artículo de opinión afirmaba incorrectamente que, en 2015, el Banco Ficohsa fue acusado de blanqueo de capitales por la fiscalía panameña. El artículo debería haber dicho que Rosendo Rivera, un abogado panameño, hizo estas acusaciones, y que un tribunal panameño desestimó las acusaciones por falta de pruebas en una orden judicial del 21 de octubre de 2016. Además, el artículo mencionó que Honduras está sumida en una era de violencia y miseria debido al narcotráfico y sus vínculos con la banca. El artículo del Times no quiso insinuar que el Banco Ficohsa ni su propietario, Camilo Atala Faraj, estén involucrados en alguna actividad relacionada con el tráfico de drogas. El artículo incluía una afirmación no corroborada de que Atala Faraj “teme” que el Distrito Sur de Nueva York tenga un “expediente de investigación” sobre él y que pueda ser objeto de extradición a Estados Unidos. También incluía una sugerencia sin fundamento de que Atala Faraj había financiado un intento de tomar el control del Congreso Nacional de Honduras. El artículo ha sido corregido para eliminar estas inexactitudes.
Apenas habían pasado unos minutos desde el inicio de la primera sesión del 2022 del Congreso Nacional de Honduras y la acción ya era plena. Con una habilidad inusitada para un parlamentario, el abogado Rásel Tomé, de Libertad y Refundación -Libre-, escaló hasta el estrado desde el que dirige la sesión la junta que preside el parlamento.
Con los pies sobre la madera de color sobre la que reposan los papeles, el torso del también diputado de Libre, Jorge Cálix, quien intentaba ser investido a la fuerza como presidente del legislativo con apoyo de los partidos tradicionales, quedó al alcance de Tomé. De primera intención, Tomé le lanzó una patada que tras ser captada por la prensa ha sido reproducida hasta la saciedad.
Tras de él, Osman ´El Tierno´ Chávez, honorable diputado del Partido Salvador de Honduras y otrora defensa central mundialista en Sudáfrica 2010, sacó ventaja de su atletismo y con escasos movimientos subió al estrado también. El físico de 1,88 metros de estatura de este representante de la comunidad afro-hondureña Garífuna se interpuso entre Tomé y la Junta que intentaba, con prisas y saltándose la votación oficial, tomar control del Congreso Nacional.
Gracias al esfuerzo apaciguador del defensor central, interesado en ganar el espacio físico de la dirección del Congreso, pero cauteloso de evitar una infracción por ofensiva corporal, Cálix huyó junto a sus aliados. Los diputados de la alianza de la que tanto Tomé como Chávez forman parte llenaron el espacio abandonado y gritaron el nombre de la presidenta electa: ¡Xiomara! Honduras entraba de esta manera la mañana del viernes 21 de enero en una nueva crisis institucional.
A la fuerza, los diputados leales a la coalición de oposición que hoy ha ganado control del ejecutivo en Honduras detuvieron una ofensiva por parte de los poderes fácticos del país. Los líderes del bipartidismo tradicional, habían reclutado a 20 diputados del Partido Libre. Éstos se sumarían a los del Partido Nacional de Juan Orlando Hernández y el Partido Liberal de Yani Rosenthal, otorgándole la presidencia por mayoría calificada al diputado de Libre que ellos escogieran, con un total de 85 votos.
Su objetivo era arrebatar la presidencia del Congreso Nacional para asegurar por un ciclo legislativo más, la vigencia del andamiaje legal para garantizar la impunidad aprobada en los últimos años, de acuerdo con el abogado Raúl Pineda, quien es un exdiputado disidente, del Partido Nacional de Juan Orlando Hernández. Esto había sido augurado por un artículo de opinión de la periodista hondureña Jennifer Ávila publicado en el Washington Post en Español a mediados del 2021. En él mencionaba cómo el principal riesgo del nuevo escenario político hondureño es una renovación del pacto de impunidad entre las tres fuerzas políticas principales -Partidos Nacional, Liberal y Libre-.
Cabe mencionar que durante la última década en la que Honduras ha estado hundida en una era de violencia y miseria por la corrupción y el narcotráfico, dos fuentes principales de oxigenación económica han sido el dinero de las remesas y el del narcotráfico.
La defensa de un espacio central
Por el otro lado, los esfuerzos de Xiomara Castro y la directiva de Libre no se han producido para fagocitar para sí mismos una importante cuota de poder. Se han hecho, más bien, para honrar el acuerdo con el Partido Salvador de Honduras y entregar la presidencia a Luis Redondo; candidato al que también apoya la embajada americana por su compromiso en la lucha contra la impunidad, de acuerdo con el exdiputado Raúl Pineda. Esto no es algo que responde al comportamiento habitual de la política en Honduras.
El eje actual de la política hondureña, pues, no es izquierda o derecha; libre mercado o estado bienestar; libertad moral o valores tradicionales, sino apoyo o resistencia a desmontar un muro de impunidad que protege a quienes más se han beneficiado de la corrupción y el delito transnacional del narcotráfico, como lo afirma el antiguo presidente del Partido Liberal, Luis Zelaya, quien fue derrotado en las elecciones primarias por Yani Rosenthal, al controlar éste la estructura partidaria clientelar. De momento, Honduras cuenta con dos directivas paralelas para su poder legislativo. Los grupos de apoyo de cada una se dan a conocer en la medida en que se asienta la polvareda y se alcanza la investidura de Xiomara Castro. La elección de ambas directivas muestra vicios de nulidad.
La más visible diferencia es que una de ellas se juramentó en el balneario de Bosques de Zambrano. De allí, el presidente de esa directiva, Jorge Cálix -primo del narcotraficante ´Cubeta´ Cálix, quien se entregó a la DEA en 2019-, salió huyendo el domingo 23 de enero fuertemente resguardado por vehículos oficiales y personal de seguridad hacia un helicóptero que despegó de en medio del pinar.
A esta reunión, realizada sin previo aviso a la opinión pública, los más de 80 diputados que asistieron impecablemente acicalados, salieron huyendo. Cada uno lo hizo en la medida en que lo permitían sus propios recursos de escape, ante el prospecto de ser alcanzados por los seguidores del Partido Libre. Desde entonces, la directiva de Cálix sesiona vía zoom, y ha recibido el reconocimiento de Juan Orlando Hernández y el del presidente de la Corte Suprema nombrado por éste, Rolando Argueta.
La otra directiva, por su parte, fue juramentada en el hemiciclo; sede oficial del poder legislativo. Este espacio fue defendido férreamente una vez que el diputado Chávez se hizo con el control del área desde la que se preside el Congreso. Vigilias organizadas por los activistas que apoyan a las fuerzas de la coalición de oposición mantuvieron el hemiciclo bajo su control hasta la investidura del día domingo, que sucedió con el respaldo popular de quienes cuidaban las instalaciones.
Esta otra directiva presidida por Luis Redondo, además, va a ser recibida por Xiomara Castro en el Estadio Nacional, como lo ha expresado la presidenta electa en declaraciones. En la toma de posesión habrá libre ingreso a la población, y se contará con la presencia de la comunidad internacional, incluyendo a la vicepresidenta de EE. UU Kamala Harris. Con el valor simbólico que todo esto implica, el juego de apariencias y muestras de respaldo popular en este país sin ley parecen en esta ocasión inclinarse, de forma poco esperable, hacia consentir el proyecto de lucha contra la impunidad.
Los problemas irresueltos de Honduras
A quien intenta desplazar Jorge Cálix y su directiva de la regencia del congreso hondureño es a un mediano empresario de San Pedro Sula llamado Luis Redondo. Redondo es también el antiguo director de la barra de apoyo a la Selección Nacional de Honduras. Tras tocar el bombo en los estadios en apoyo a la selección, pasó a la vida pública tras el golpe de estado del 2009. Acabó a lo largo de la última década coordinando los partidos políticos bajo los que aglutinó a sus seguidores con un mensaje anticorrupción el comentarista deportivo Salvador Nasralla, fundador del Partido Salvador de Honduras.
Curiosamente, varios de los actores principales implicados en el zafarrancho del congreso hondureño, además de Osman ´El Tierno´ Chávez, que fue titular esa noche, coincidieron en un estadio de fútbol hace más de una década. La pugna por el legislativo pareciera una reanimación del extraño primer partido eliminatorio que jugó Honduras tras el Golpe de Estado del 2009, en el que se manifestó de forma inolvidable el mismo problema de fondo que hoy se manifiesta en el anfiteatro del legislativo.
Aquella noche en la que Honduras acabó ganando 4-0 a Costa Rica, el Estadio Olímpico de San Pedro Sula era un hervidero cuya presión respondía a factores ajenos a la clasificación del mundial. La presión se convirtió en un peligro de seguridad pública cuando, a pocos minutos de empezar el partido, el delantero hondureño Carlo Costly, con el número 13 en su espalda, le reventó la quijada de un rodillazo no intencional en el área chica al hoy portero tricampeón de la Champions League con el Real Madrid, Keylor Navas. A la caída de Navas siguió una jugada en la que se cometió un penal y posteriormente acabó en gol, con el portero tico inhabilitado en el suelo.
El árbitro mexicano Marco ´Chiquidrácula´ Rodríguez, quien había dado el gol por bueno en un primer momento, suspendió por varios minutos el encuentro, en medio de ese hervidero humano de cerca de 40.000 ciudadanos que atravesaban una crisis política tras un golpe de estado. Desde la cabina de narración, el comentarista deportivo Salvador Nasralla, fundador del Partido Salvador de Honduras, profería una frase que dejó atónitos a los espectadores internacionales, poco familiarizados con la presión que se vive en la realidad social hondureña: “¡Árbitro ladrón! ¡Si no pitás ese penal no salís vivo de Honduras, Chiquidrácula!
En los días y horas que han precedido a la toma de posesión de Xiomara Castro, cuando la pugna de poder más importante de la última década es la investidura del antiguo director de la barra de la selección nacional de Honduras, Luis Redondo, como garante de la lucha contra la impunidad y la corrupción, Honduras sigue siendo un país con mecanismos ríspidos para dirimir conflictos y con problemas no resueltos con el sentirse robado en asuntos que verdaderamente le importan.
Los políticos más resabidos de la región y su muralla de impunidad
“En Honduras todo está politizado,” explicaba el abogado peruano Juan Jiménez Mayor, quien fue el vocero de la misión anticorrupción, MACCIH, que intentó hacer frente al corrompido estado de la institucionalidad hondureña antes de la pandemia, en un foro realizado en Honduras a pocos días de la elección de Xiomara Castro. “La clase política tiene una responsabilidad en un momento histórico,” explicaba Jiménez Mayor, al inicio de esta corta etapa de transición de gobierno que termina mañana jueves 27 de enero con la toma de posesión de Xiomara Castro.
“Cuando viajé a Honduras yo no conocía el país y lo primero que me dijeron, cuando me reuní con gente aquí en Washington, es que vas a conocer un país donde tienes a los políticos más audaces de la región; políticos profesionales. Personas que viven de la política. O como podemos decir también, del presupuesto público,” declaró el peruano al medio digital Expediente Público, que coincidió con él en el marco de una conferencia acerca de la impunidad en Honduras celebrada en Washington D.C. a principios del otoño en la que Jimenez Mayor fue uno de los ponentes.
Pero de acuerdo con el abogado hondureño Alex Navas, quien trabajó en la MACCIH bajo la dirección de Jiménez Mayor y permaneció en el país tras el desmantelamiento de esta misión contra la corrupción, “el aparato que blinda la impunidad en el país está intacto, y es a eso a lo que se enfrentará Xiomara Castro”. La unión del status quo hondureño, con representación política en distintas bancadas, es especialmente importante para garantizar su supervivencia, ya que el nuevo congreso nombrará a los magistrados a la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general del Ministerio Público. “No se trata sólo de impedir el desmontaje del aparato normativo con el que se ampara la corrupción, sino de evitar la extradición y maniatar cualquier fuerza del reformismo en Honduras,” explica Alex Navas.
Es pues una lucha por la supervivencia. Las fuertes impresiones vertidas por Navas, no parecen ser respaldadas por el propio Jorge Cálix, quien el día de ayer martes declaraba: “No podemos seguir esperanzados en que los fiscales del Distrito Sur pongan tras las rejas a quien nuestra justicia debería poner tras las rejas”, según recogía Radio América de Honduras el martes 25 de enero. Ese mismo día, el diario El Heraldo de Honduras recogía un gazapo que se le soltó a Cálix en la reunión de zoom que él mismo organizó, al pasar desapercibido por él que había quedado el micrófono abierto: “los medios de comunicación nos están bombardeando con esa mierda de la extradición”.
Para el exdiputado Nacionalista Raúl Pineda, el nerviosismo y las preocupaciones de Cálix son un reflejo de los grupos de criminales de cuello dorado que lo apoyan, según declaró estos días en la televisión nacional. “Los que promulgaron ese proyecto disidente se equivocaron terriblemente y si la presidente tiene voluntad de aplastarlos podrá hacerlo,” expresó Pineda, haciendo alusión que a partir de mañana Xiomara Castro controlará las Fuerzas Armadas y la Tesorería General de la República, que alimenta financieramente al Congreso Nacional.
Más aún, el debilitamiento de esta facción del poder local podría tener relación con las prioridades de Estados Unidos en su relación bilateral con Honduras. “Detrás de la señora Castro está también el gobierno de EE. UU que tiene interés de hacer de Honduras un país políticamente presentable”, explica Pineda. “En base a mi experiencia, el gobierno de EE. UU debe estar muy preocupado,” expresó, por otro lado, el antiguo embajador hondureño en EE. UU y actual vicepresidente de la nueva directiva presidida por Luis Redondo, el economista Hugo Noé Pino.
Pino valora el rol que podría jugar Washington en esta disputa hondureña “por la información valiosa que ellos manejan, un plan de denuncia a aquellos sectores que siguen manteniendo la impunidad”, ante un enemigo interno demasiado fuerte para las fuerzas locales que pugnan por trascender el paradigma de corrupción e impunidad que ha definido la historia moderna del país. “Si hay un tema en el que coinciden completamente la agenda de EE. UU y Honduras es en el combate a la corrupción. EE. UU está consciente de que una de las raíces estructurales de la migración es esa,” explicó Pino, valorando ese tipo de ayuda por parte de EE. UU como la pluma que podría desnivelar la balanza a favor de “neutralizar el pacto de impunidad dentro del Congreso Nacional”.
La pugna, por mientras, sigue vigente. Y como en aquel partido del 2009 en el que Honduras se sentía robada, y en el que de hecho el árbitro Rodríguez acabó anulando el gol de la mencionada disputa, la mejor terapia que tuvo Honduras para salir de su crisis fue meter 4 goles incuestionables más. Al final de esa eliminatoria, en la que la selección compuso su rumbo y llegó con opciones de clasificación al último minuto, Honduras acabó sus últimos segundos de participación en San Salvador ganando el partido, habiendo hechos sus deberes, pero eliminada por mejor rendimiento de su rival directo, Costa Rica, quien le ganaba en Washington D.C. a Estados Unidos.
Parecía que el destino manifiesto de Honduras como amante de lo trágico se repetía irremediablemente. Hasta que, en el tiempo extra, en un tiro de esquina, el defensor Jonathan Bornstein marcó de cabeza el empate a Estados Unidos: quizá el gol más celebrado en la historia de Honduras, pues clasificó al país a su segundo mundial. El primero del siglo XXI. Esta vez, en su lucha interna contra la impunidad, buena parte de los hondureños esperan que, hechos los deberes propios, desde Washington, una vez más, la ayuda decisiva para ganar lo imposible venga de Estados Unidos.
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