Guatemala te ofrece una lista de destinos eternamente atractivos
Si hay un país que satisface cada uno de los sentidos del viajero, ese es el vecino Guatemala. Para constatarlo, no tienes más que planear una visita y realizarla cuando te sientas seguro de volver a hacer maletas y salir de casa.
Sonidos, aromas, colores, sabores y texturas salen al paso de quienes se animan a visitar sus ciudades y pueblos, pero... ¿Qué será lo que más fascina de este lugar? Unos quedan estupefactos ante la belleza de sus volcanes, otros caen rendidos ante los poblados que rodean a un bellísimo lago, y hay quienes se enamoran de sus paisajes envueltos por una densa niebla.
Sin duda, uno de los imanes que más atrae a los trotamundos a esta nación es la ciudad de Antigua. Sus coloridas y añejas fachadas que resguardan hoteles, museos y cafeterías, así como los volcanes que la rodean, el de Agua, el de Fuego y Acatenango, hechizan al viajero.
No es raro ver adictos a la fotografía queriendo atrapar escenas de la vida cotidiana o íconos de la ciudad, como por ejemplo el Arco de Santa Catalina, construido para que por su pasillo pasaran las monjas de clausura sin ser vistas, o los portales del Tanque La Unión, bajo los cuales hay unos lavaderos.
Lo que más conmueve en la también llamada Ciudad de las Perpetuas Rosas y que, a causa de iracundos terremotos ha visto nacer, caer y reconstruir sus edificios, es que, lejos de fenecer constantemente, se reinventa. Al inmiscuirse por cada recoveco, pronto se entiende la razón por la que fue nombrada Patrimonio Mundial en 1979.
Otro de los grandes protagonistas en los itinerarios del viajero es el Lago de Atitlán. En torno a él se han escrito varias historias como el que es un digno representante del paraíso en la tierra, que es el lago más lindo del mundo y el más profundo de Centroamérica. Está rodeado por tres volcanes: Atitlán, Tolimán y San Pedro —todos rebasan los 3 mil metros de altura— y por varios poblados que se pueden visitar a bordo de una lancha.
Panajachel es quizá el más visitado debido a su variada oferta en restaurantes, bares, hoteles, y por su ambiente bohemio. Pana, como algunos le llaman de cariño, fue durante los años 60 y 70 una meca para los viajeros hippies. El sitio, como casi toda Guatemala, es ideal para hacerse de los más bellos textiles.
Estos últimos son tan coloridos como sus mercados como el que se encuentra en la población de Chichicastenango, el cual se monta todos los jueves y domingos en las calles que hay entre las iglesias de Santo Tomás y El Calvario, edificadas sobre templos mayas. En el tianguis, apodado el Chichi, destacan los textiles y el mágico batir de palmas de las mujeres que echan las tortillas al comal.
Que nadie se vaya sin dar un paseo por Ciudad de Guatemala, capital fundada en 1776. Quienes estén ávidos de historia darán un paseo por la Plaza de la Constitución desde la que se observan edificaciones como el Portal del Comercio o la Catedral Metropolitana. Cerca, por si a alguien le faltó comprar ese último y preciado recuerdo, está el Mercado Central.
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