Columna De adictos y adicciones: El poder de la oración, la historia de Tony
“Conocí el cristal por medio de mi joven pareja, al principio me resistía, pero terminé aceptando. Vivíamos en el sur y nos fuimos a vivir al norte, a un estado fronterizo, ahí nos perdimos en el vicio.
“Después de tener una buena posición económica, gracias a varias profesiones y oficios que sé desempeñar, tales como, chef, músico, estilista y tatuador, terminé viviendo en las calles, vendí todo, mi casa, mis muebles, auto, todo por seguir consumiendo cristal.
“Cuando mi pareja me abandonó, para irse a vagar por su lado, empecé a vivir en las calles, comía de lo que me encontraba en la basura, apestaba porque no me bañaba.
“Cierto día me avisaron que a mi expareja le habían dado nueve puñaladas por la espalda, como pude fui a verlo, era joven y sobrevivió. Cuando nos volvimos a ver, ambos estábamos muy delgados, yo pesaba cuarenta y cinco kilos, cuando mi peso normal era de noventa y cinco.
Al inicio de su relación, Maricela acompañó a Octavio en su adicción, “Yo vengo de una familia, donde el alcohol es el menor de los males y las drogas son mal vistas, pero toleradas.
“Al salir del hospital, se fue a vivir conmigo, pero ya hablaba solo. Cuando teníamos momentos de lucidez, nos mirábamos y nos abrazábamos, llorábamos amargamente, no podía creer las condiciones en las que estábamos viviendo, después de haber tenido una vida cómoda, con auto, casa y un buen empleo.
“Después de algún tiempo, llegó una limpia en la colonia donde vivíamos, hasta los drogadictos se estaban muriendo y una noche mi pareja desapareció.
“Yo pensaba que me lo habían matado, loco y lleno de odio, ingresé al crimen organizado, donde hice de todo. Yo solo me fumaba tres gramos de cristal y consumía tres cajetillas de cigarros al día.
“Durante un viaje que hice, mataron a quince de los adictos con los que me juntaba. En cuanto a mi ex, finalmente no estaba muerto, se encontraba en el penal, cumpliendo una condena.
“Un día, tomé la decisión de hablar con Dios, llorando le dije que ya estaba cansado de prostituirme y cometer crímenes a cambio de cristal; había pasado diez años consumiendo coca, cinco años piedra, ocho años cristal, marihuana, tiner, gasolina, pastas, Resistol y todo lo que me daban. Hasta el día que lo acepté como mi salvador y Él cambió mi vida, hoy le sirvo a Dios”.
Columna de Adictos y Adicciones
Un año limpio
“Mis padres son pastores, cuando me visitaban, mi padre me decía ‘Hijo, quiero orar por ti’, y yo le contestaba ‘Sí, pero antes voy al baño’, mi padre se hincaba a orar, y yo me escondía en el baño con la pipa llena de cristal.
“Mi madre, cuando veía las condiciones en las que vivía, tomaba una de mis camisas y decía: ‘Señor Jesús, mi hijo es tu siervo aunque ande perdido en las drogas’”.
El poder de la oración
“Un día, ya cansado y llorando le dije a Dios estas palabras: ‘Señor, tú tienes el poder, te pido que gobiernes mi vida, porque soy ingobernable, haz el milagro en mi vida, ayúdame porque ya no puedo más’.
“Esa noche no sé cuántas horas lloré, hasta que después de tres días sin dormir, escuché una hermosa voz que me dijo ‘Rompe la pipa’; en ese momento tiré todo y desde ese día no volví a consumir.
“Platiqué con mis padres y mis hermanos; soy muy afortunado, creo que mis hermanos, hermanas, sobrinos y cuñados me aman tanto que hasta se quitan el bocado de la boca para que yo no pase hambre, después de Dios, ellos son mi fortaleza”.
Actualmente, nuestro amigo sirve a Dios en una congregación y trabaja en el negocio familiar, aunque ama su profesión, no piensa retomarla en un futuro próximo.
“Después de un pasado tan difícil, es bueno tomarse un respiro y analizar la vida, ver en qué te equivocaste, por lo pronto estoy a gusto, además, hacía mucho tiempo que no disfrutaba a mis hermanos, hoy tengo la oportunidad de abrazarlos, de comer juntos, eso no tiene precio”.
De la expareja de nuestro amigo, solo sabemos que se casó y hoy sirve también a Dios.
Aunque un año limpio es poco, para alguien que ha vivido en adicción tantos años es mucho. Desde aquí le mandamos bendiciones y reconocemos su valor para cambiar y compartir su historia.
Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.
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