La CIA frente a Bin Laden: La clave estaba en el mensajero
Los servicios de espionaje de Estados Unidos, los más poderosos del mundo, dedicaron 10 años para encontrar al terrorista más buscado del mundo, Osama Bin Laden, una cacería para la que se empleó la tecnología y los medios más sofisticados, pero en la que resultó vital el factor humano.
Al final la clave estaba en el mensajero: La pista que llevó hasta el escondite de Bin Laden en Abbottabad (Pakistán) fue una llamada telefónica interceptada por EE.UU., realizada por el mensajero de confianza del jefe de Al Qaeda, Abu Ahmed al Kuwaiti.
El oficial de Inteligencia Naval retirado Erik Dahl ha analizado cómo fue el proceso de búsqueda del terrorista, de cuya muerte se cumplen 10 años este domingo 2 de mayo, y lo ha hecho recurriendo a fuentes abiertas al público, dado que todavía hay numerosos documentos clasificados.
Dahl explicó que en este proceso fue clave la ardua labor de recopilar información alrededor del mundo, cruzarla y seguir pistas, como hace la policía en sus investigaciones.
FUERON LAS PERSONAS
“Es una historia fascinante que muestra que esto no pasó porque tuviéramos satélites alrededor de la Tierra. Esas no fueron las herramientas, lo que hubo fue gente sobre el terreno, gente en sitios complicados como Pakistán que halló las pistas que llevaron al mensajero”, indicó este profesor de la Escuela Naval de Posgrado en Monterrey (California).
Al Kuwaiti servía de vínculo entre Bin Laden y sus militantes, porque la residencia de tres pisos que ocupaba el dirigente de Al Qaeda no tenía líneas telefónicas ni internet.
Según las revelaciones de responsables estadounidenses, cada vez que a Al Kuwaiti u otras personas del entorno personal de Bin Laden querían hablar por teléfono conducían más de hora y media antes de ponerle la batería a sus móviles.
A través del mensajero, los espías de EE.UU. localizaron la residencia de Abbottabad, donde detectaron a una persona que salía a caminar todos los días a un patio interior de la vivienda, pero que nunca salía al exterior.
Gracias a imágenes de satélite, la Inteligencia estadounidense logró reunir información suficiente para identificar al paseante como Bin Laden por su complexión y altura, ya que nunca obtuvieron una imagen del rostro suficientemente clara.
El blanco ya estaba identificado y solo faltaba esperar a que se dieran las condiciones óptimas para decidir la fecha de la operación militar estadounidense: El 2 de mayo de 2011.
Esa noche había luna menguante y 32 grados de temperatura en Abbottabad.
El almirante retirado William H. McRaven, que supervisó la operación castrense, precisó en una entrevista reciente con la revista CTC Sentinel, de la prestigiosa academia militar de West Point, que dependían del ciclo lunar para que fuera lo más oscuro posible y necesitaban que las temperaturas no fueran demasiado altas.
NADA PODÍA SALIR MAL
Los servicios de Inteligencia de EE.UU. habían tardado una década, desde los atentados del 11-S en dar con el paradero de Bin Laden y no querían correr el riesgo de que algo pudiera salir mal.
Diez años de un trabajo meticuloso en los que fue importante la imaginación, aunque a veces no funcionara.
La anécdota favorita de Dahl es cuando, pocos años después del 11-S, la CIA recurrió a un experto de ornitología para identificar el tipo de pájaro que se escuchaba piar de fondo en un video de Bin Laden.
En una película de Tom Cruise “el profesor hubiera dicho ‘Ah, ese pájaro solo se encuentra en 15 kilómetros de un lugar en concreto en las montañas de la frontera entre Afganistán y Pakistán, y hubiéramos recurrido a Tom Cruise, que lo hubiera encontrado. Pero en su lugar, el profesor dijo ‘no sé, no hay manera de decirlo”, bromeó este experto.
La imaginación no funcionó en ese instante, pero arroja luz sobre las estratagemas que tuvo que idear EE.UU. para dar con el paradero de Bin Laden.
A juicio del profesor de Seguridad Nacional de la Universidad Saint Johns Keith Cozine, si se tardó diez años en averiguar el paradero de Bin Laden fue porque se buscó en el lugar incorrecto.
A LA VISTA DE TODOS
“La visión común era que se estaría escondiendo en un sitio más remoto, y no en Abbottabad, que básicamente está cerca de la versión paquistaní de West Point”, recordó a Efe Cozine.
Que Bin Laden viviera en Abbottabad, a 60 kilómetros de Islamabad, estaba lejos de lo que se pensó durante años, porque básicamente suponía que estaba escondido “a plena vista”.
Esa búsqueda fue una de las más importantes en la historia del espionaje en EE.UU., de la que se han extraído lecciones aplicables en los últimos años, como en el asesinato del dirigente del grupo Estado Islámico (EI), Abu Bakr al-Baghdadi, en 2019 durante una operación estadounidense en el norte de Siria.
En opinión de Colin Clarke, director de Política e Investigación de la consultora de inteligencia The Soufan Group, si hay una enseñanza aplicable a fecha de hoy es que Washington “nunca confió realmente en Pakistán”, ya que existía el temor a que avisara a Bin Laden.
A la luz del inminente repliegue militar estadounidense de Afganistán, Clarke cree que es “ingenuo” pensar que EE.UU. dependa de Pakistán para mantener la estabilidad en territorio afgano, ya que Islamabad no hará nada a favor de los intereses de Washington a menos que esté alineado con los suyos propios.
Diez años después de la muerte de Bin Laden y tras la del líder del grupo Estado Islámico en 2019, sus organizaciones todavía perviven pero están mucho más debilitadas.
Y los responsables de la Inteligencia de EE.UU. tienen ahora otras prioridades más allá del terrorismo, en un mundo en el que, por ejemplo, el país compite por la hegemonía mundial con China.
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