Fuerzas de Myanmar matan a 7 al reprimir protestas por golpe
MANDALAY, Myanmar — Las fuerzas de seguridad de Myanmar volvieron a emplear fuerza letal para reprimir el sábado las protestas contra la toma del poder por parte de los militares del mes pasado, disparando munición real contra los manifestantes y matando al menos a siete personas.
Se reportaron cuatro de los decesos en Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, dos en Pyay, una ciudad en el centro-sur del país, y una en Twante, un suburbio de Yangón, la ciudad más grande de Myanmar. Los detalles de las siete muertes se publicaron en múltiples cuentas de redes sociales, algunas acompañadas de fotos de las víctimas.
Es probable que el número real de muertos sea mayor, ya que la policía aparentemente se llevó algunos cuerpos. Además, algunos de los heridos sufrieron heridas graves de bala y es probable que médicos y enfermeras que trabajan en clínicas improvisadas tengan dificultades en atender. Muchos hospitales están ocupados por las fuerzas de seguridad y, como resultado, el personal médico los boicotea.
El experto independiente en derechos humanos de Naciones Unidas para Myanmar, Tom Andrews, dijo el jueves que “reportes creíbles” indicaban que, por el momento, las fuerzas de seguridad del país del sudeste asiático han matado al menos a 70 personas, y citó crecientes pruebas de delitos de lesa humanidad desde que el Ejército derrocó al gobierno electo de Aung San Suu Kyi.
Otros recuentos extraoficiales pero recopilados cuidadosamente sitúan el número total de muertes desde el golpe de Estado en alrededor de 90.
Las muertes del sábado no desanimaron a los manifestantes en Yangón, que colmaron una zona comercial del centro de la ciudad después de las 8 p.m. del toque de queda para celebrar una vigilia masiva a la luz de las velas y corear lemas sobre su causa. Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, se manifestaron en una intersección donde generalmente se reúnen para protestas durante el día.
También se llevaron a cabo manifestaciones nocturnas en Mandalay y en otros lugares.
Según los reportes en redes sociales, otras tres personas habrían muerto por disparos el viernes en la noche en Yangón, donde los residentes llevan una semana desafiando el toque de queda para salir a protestar.
En Thaketa, un municipio de Yangón, se informó de dos decesos por disparos en el lugar donde se dispersó una concentración ante una comisaría. Una multitud se había reunido allí para exigir la liberación de tres jóvenes que fueron apresados en sus casas antes el viernes. Las fotos publicadas en internet mostraban supuestamente a los dos fallecidos. La otra presunta víctima fatal del viernes fue un joven de 19 años que recibió disparos en Hlaing.
Las protestas nocturnas podrían reflejar el enfoque más agresivo de autodefensa que han defendido algunos de los manifestantes. La policía ha estado patrullando de forma enérgica por vecindarios residenciales durante la noche, realizando disparos al aire y lanzado granadas aturdidoras en un esfuerzo de intimidación. Además, realizaron cateos dirigidos, sacando a la gente de sus casas sin apenas resistencia. En al menos dos casos conocidos, los detenidos murieron horas después de ser arrestados.
El sábado apareció otro posible indicio de una resistencia más activa. En redes sociales se publicaron imágenes de un puente ferroviario dañado por una carga explosiva. Muchas cuentas lo describieron como parte de la línea ferroviaria que une Mandalay con Myitkyina, la capital del estado norteño de Kachin. Las fotos mostraron daños en parte de un soporte de concreto.
Nadie se atribuyó la acción, pero podría servir tanto para respaldar la huelga nacional de empleados ferroviarios —que forman parte del movimiento de desobediencia civil contra el alzamiento— como ser una maniobra para interferir en la capacidad de la junta para reforzar su presencia militar en Kachin, donde la minoría étnica kachin libra una campaña insurgencia desde hace años.
El golpe del 1 de febrero revirtió años de lentos avances hacia la democracia en una nación que, durante cinco décadas, languideció bajo un estricto gobierno militar que derivó en aislamiento y sanciones internacionales.
El partido de Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia, debía asumir un segundo mandato de cinco años luego de lograr una contundente victoria en las elecciones del año pasado, pero en su lugar Suu Kyi; el presidente, Win Myint, y otros miembros del gobierno, están detenidos por los militares.
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