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El “papa Dios” bendijo a Puerto Rico, ileso tras el paso del huracán Irma

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El “papa Dios nos bendijo” o “Puerto Rico está bendecido” son las frases que más se oyen en cualquier rincón de la isla, la reacción popular de los boricuas, hoy más agradecidos que nunca por el giro que a última hora dio el huracán Irma, que evitó los daños devastadores sufridos en otras islas.

“Estamos bendecidos por Dios” se repite en las redes sociales con insistencia y las calles una vez la tempestad, y pesadilla para muchos, de Irma puso rumbo con sus vientos huracanados, que llegan a rondar los 300 kilómetros por hora, hacia la República Dominicana.

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Sea por la religiosidad que todavía impera en esta sociedad o por el convencimiento de que Puerto Rico tiene algo especial que protege la isla, los boricuas se sienten hoy afortunados y han comenzado, lentamente, a preparar la rutina, que para estudiantes y empleados públicos no volverá ya hasta el lunes, dado que el Gobierno ha preferido que prime la seguridad.

A pesar de que, afortunadamente, el paso de Irma por Puerto Rico no dejó graves daños -aunque sí tres muertes relacionadas-, la gente ha aprovechado lo que es un día libre para muchos para acercarse a los comercios que van abriendo sus puertas para hacerse con todo lo necesario para volver a la normalidad.

Tornillos, maderas, herramientas, cristales y mucho más es el objetivo de quienes tratan de arreglar los daños que ocasionó el huracán, insignificantes comparados con los de pequeñas islas como San Martín o Barbuda, pero que requieren una puesta a punto.

Luis Rivera era uno de esos puertorriqueños que se acercó a una conocida ferretería del distrito de Santurce, donde comentó a Efe que necesitaba cinta adhesiva y algunas herramientas para intentar paliar los efectos que el huracán provocó en su vivienda, una casa baja de Barrio Obrero, una área de viviendas modestas de la capital puertorriqueña.

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“La casa no quedó muy afectada pero sí hay desperfectos en un par de ventanas”, apuntó, tras asegurar que, sin duda, “Puerto Rico está bendecido por Dios”, lo que, para él, quedó demostrado cuando el miércoles por la noche, en el último momento, el huracán Irma puso rumbo al norte a ya pocos kilómetros de impactar la isla caribeña.

Lidya Rodríguez se acercó al supermercado SuperMax de Condado, el área turística de la capital, para comprar productos de limpieza que le ayuden a que la normalidad vuelva a su hogar, muy cercano, en Ocean Park, una área de San Juan junto a la principal playa de la capital.

“Dios nos ha protegido esta vez”, dijo esta mujer de 54 años, para quien es casi un milagro que, al final, la trayectoria del huracán se alejara de Puerto Rico, donde hoy se podía ver a multitud de miembros de equipos de rescate llegados de Estados Unidos que se preparaban para volver a casa sin haber tenido que entrar en acción.

Las calles, ya entrado el día, se animaban poco a poco y continuaban los comentarios de la suerte que hubo esta vez, el “ay, bendito” tan popular en esta isla, en esta ocasión bendecida para no sufrir los efectos de un huracán Irma, que hace historia en la región por su fuerza y devastación.

El huracán Irma a su paso por Puerto Rico dejó tres muertes en hechos relacionados con las difíciles condiciones meteorológicas, cerca de un millón de clientes de la energética estatal sin luz, más de 200.000 sin agua y árboles y postes de la luz caídos.

Un giro de última hora hacia el norte evitó daños como los ocasiones en islas de las Antillas Menores, donde, de forma preliminar, hay ya al menos 11 muertes y daños materiales incalculables, aunque el Gobierno de Antigua y Barbuda habla ya de 100 millones de dólares solo para la segunda isla, la más devastada por el fenómeno.

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