Cineastas panameños intentan establecerse en Hollywood mientras construyen una industria cinematográfica en su país
Carlos Carrasco creció en la ciudad de Panamá, pero durante más de 30 años se ganó la vida en Hollywood, principalmente como actor, pero también como productor, escritor y director.
El corpulento hombre de 70 años de edad, ha aparecido en docenas de películas y series de televisión, en particular interpretando el papel de Ortiz en la película de acción “Speed”, así como partes de series de televisión que incluyen “ER”, “Star Trek” e “Insecure”.
Carrasco todavía siente fuertes lazos con su país natal. Por eso organizó el Festival Internacional de Cine de Panamá, que acaba de celebrar su cuarta edición recientemente en Los Ángeles.
El festival de dos días, que se llevó a cabo en Los Angeles Theatre Center, presentó 40 películas, muchas de ellas de Panamá, pero también de México, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela y Perú.
Es una oportunidad para que los panameños en la industria del cine puedan encontrar más trabajo en Hollywood y desarrollar proyectos en su país de origen. En el festival de cine, Carrasco habló sobre la música panameña como un punto de venta para Hollywood.
Un ejemplo de ello es el documental musical “Rubén Blades no es mi nombre”. Dirigida por Abner Benaim, es la nominación oficial de Panamá para la categoría de mejor película en lengua extranjera de los Oscar y también se ha nominado para el mejor documental.
Blades es conocido internacionalmente por su actuación en películas como “Predator 2”, “The Counselor”, “Hands of Stone”, “The Josephine Baker Story” y más recientemente “Fear the Walking Dead”. Pero en Panamá, Blades es venerado por su música de salsa, que Carrasco llama “inspiradora”.
La inspiración es lo que los cineastas, actores y artesanos panameños esperaban obtener para alimentar su incipiente industria cinematográfica.
Panamá, un país de aproximadamente 4 millones de habitantes, produce alrededor de una docena de películas al año, según Essie Mastellari, el comisionado de cine del país.
Mastellari estima que hay cerca de 650 personas trabajando en cine y televisión en el país. Las películas de Hollywood, en su mayoría de acción/superhéroes, dominan la taquilla, pero la comisión de cine espera promover más producción local.
La película local más popular este 2018 es “Frozen in Russia”, del director Arturo Montenegro de Q Films, con sede en Panamá, que retrata el sueño de Panamá de calificar por primera vez para la Copa Mundial de Fútbol. Resultó ser un caso de ficción que refleja la realidad. La comedia dramática se estrenó un mes antes de la primera aparición del país en la Copa Mundial de la FIFA-2018.
Jorge Ameer, de 46 años, es otro cineasta panameño que dejó su marca en Hollywood y ahora está trabajando para ayudar a los jóvenes de su país natal a entrar en este mundo. Ha escrito y dirigido más de 20 películas, incluido el thriller en inglés “Oasis”, lanzado en 2017.
Ameer ayudó a financiar un programa cinematográfico en el Instituto Panamericano, una escuela preparatoria privada en la ciudad de Panamá.
“La educación profesional es una de las desventajas que enfrentan los panameños cuando intentan ingresar a la industria del cine”, señaló Ameer. “Le di la idea a un director” de la escuela preparatoria, “y lo hicimos”. El programa comenzó en 2015 y se graduó su primera generación en 2017.
Panamá tiene su propio festival de cine en la ciudad capital. La séptima edición del Festival Internacional de Cine de Panamá se llevó a cabo en abril con proyecciones de películas de Panamá, Centroamérica y el Caribe. Se cerró con el estreno mundial de “Rubén Blades no es mi nombre”.
Maia De Zan Hatch, una joven cineasta de Panamá radicada en L.A. durante los últimos tres años, trabaja tanto para la IFF como coordinadora de producción de video como para el Festival Panameño de Cine Internacional en L.A. como directora asociada.
“He visto todo sobre películas panameñas, desde películas de terror basadas en nuestra literatura hasta dramas, historia y comedias, y hay un tema común: los panameños están contando historias sobre diferentes aspectos de nuestra cultura”, dijo De Zan Hatch.
Hay otros festivales de cine en Panamá además del IFF, incluidos los de animación, documentales, cortometrajes e incluso uno que celebra producciones de bajo presupuesto.
“El cine panameño se está descubriendo a sí mismo”, dijo un orgulloso Carrasco, quien espera que otros tomen el mismo viaje de Panamá a Hollywood, y de vuelta, como lo hizo él.
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