Este año, el Día de la Independencia de Perú se celebra un domingo (más precisamente, el 28 de julio), lo que resulta particularmente conveniente para la realización de los eventos locales con los que se conmemora la fecha en el área de Los Ángeles, y que tomarán lugar mayormente este domingo.
Pero hay una actividad en particular, ajena al asunto de los festivales, que vale realmente la pena tomar en consideración, porque se trata de un concierto propio ofrecido por Manuel Donayre, una de las glorias más grandes de la música criolla propia de la costa peruana, que se llevará a cabo este viernes en el restaurante Chef Hornero (14074 Woodruff Ave., Bellflower, CA 90706). Los boletos se pueden conseguir aquí.
Más allá de ser uno de los pocos vocalistas de su generación y de su dimensión que se mantienen plenamente activos, Donayre, conocido también como “El Diamante Negro”, conserva en estado impresionante la calidad de una voz que llega además a notas considerablemente altas, como lo pudimos notar durante una reciente visita a Lima que nos permitió asistir a la gala en homenaje al legendario guitarrista Oscar Avilés que se llevó a cabo en el Gran Teatro Nacional y que contó con una participación especial del aludido.
“Es que yo puedo darme el lujo de decir que nací para cantar”, nos dijo esta semana el intérprete a través de una sesión de Zoom establecida con su casa en el estado de Indiana, donde vive desde hace tres años, luego de haber pasado tres décadas en Nueva York.
“Pero sí hay una formación dentro de la familia, porque todos han sido musicólogos”, precisó. “Entonces, hay un complemento entre lo que yo pude aprender de ellos y lo que me han aportado todos estos años de trayectoria, escuchando música de [el saxofonista italiano] Fausto Papetti y de pianistas como el peruano Miguelito Cañas, con los que me ayudé para aprender a colocar la voz”.
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Donayre considera que aprendió más de los instrumentistas que admiraba que de otros cantantes, y que accedió incluso de manera temprana a la interpretación de la guitarra gracias a unas tías que preparaban a estudiantes para actividades musicales y que terminaron participando en Cumanana, el legendario proyecto multicultural de Nicomedes Santa Cruz en el que el mismo militó de manera breve.
“La vocalización fue cosa mía, aunque la parte de la música criolla la aprendí de mi segunda hermana, porque antes de eso, yo cantaba baladas”, recordó el maestro. “Me metí en esta clase de música a inicios de los ‘60, una década llena de grandes voces que, claro, también me inspiraron, porque fue entonces que llegaron a Perú cantantes como el brasileño Sérgio Murilo, el americano [sic] Chubby Checker y la española Marisol”.
Fuera de su fabuloso rango vocal, Donayre es conocido por la pasión desbordante de sus interpretaciones, lo que le permite dejar una honda impresión en todo el que lo aprecia sobre un escenario. Pero este nivel de identificación con los temas más desgarradores que incluye en su repertorio no es siempre positivo para su salud.
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“En alguna ocasión, el médico me ha dicho que no me debo esforzar demasiado, porque me puede dar algo”, reconoció el vocalista, que estuvo de hecho afectado a lo largo de dos años por una parálisis que se extendió desde el cuello hasta la mano derecha. “Cuando interpretas [la música] de la manera en que yo la interpreto, se te comprime todo el cuerpo”.
“Pero le juro que es algo que no puedo controlar, porque aflora en el momento”, agregó. “El público siempre pide más y quiere más, y de repente, te das cuenta de que estás volando en lugar de estar de pie”.
Donayre ha sido inmigrante en más de una ocasión. Nació en Cañete, al sur de Lima; se mudó luego al distrito bohemio de Barranco, en la capital; pasó después a vivir en Barrios Altos, un área extremadamente popular de la capital; se trasladó más adelante a Nueva York y ahora está en Indianápolis . Pero no pierde el amor por su país de origen ni por la música que le ha dado todo.
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“Yo creo que la vida te lleva por donde tienes que caminar”, nos dijo. “Gracias a Dios, donde he puesto los pies, he caído bien, porque la gente me ha apoyado siempre. Ese amor es incondicional. Y yo respondo respetando a todos, a la gente que ha vivido cerca a mí, a mis compañeros”.
Durante su apogeo, en la década de los ‘80, nuestro entrevistado llegó a grabar hasta tres álbumes por año, por lo que calcula que cuenta con cerca de 45 producciones discográficas. Pese a ello, no ha grabado nada nuevo desde hace mucho tiempo, aunque asegura que se encuentra trabajado en material nuevo.
En todo caso, tiene el arsenal suficiente como para convencer a cualquier amante del género que practica, y que en sus propias palabras tiene mucho que ofrecerle al mundo en momentos tan duros como los que vivimos.
“La música criolla no es solamente para alegrarse, para agarrar un vaso y llenarse de cerveza y hacer cosas que no debes hacer, sino también para conversar, para unirse, para hacer proyectos”, manifestó.
También tuvo algo que decir en relación al papel que cumple su arte como herramienta de alivio para los males sociales que nos aquejan. “Yo creo que representar a tu país es lo mejor que puedes hacer, porque es como decir: ‘Mi bandera sigue viva; está flameando no solamente en Perú, sino también fuera’”, expresó. “Yo soy un representante de ella, y entonces, quiero que me escuches y comprendas lo que se vive, lo que se vivió o lo que se va a vivir por allá. Si no lo conoces, ven a conocerlo”.
Maestros de la chicha
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No puede competir en términos de antigüedad con la música criolla, que tiene más de cien años de existencia; pero lo que le falta en términos históricos le sobra en popularidad y en contundencia.
Se trata de un género musical surgido a mediados de los ‘70 como consecuencia de las migraciones andinas a Lima y la búsqueda de un sonido novedoso que terminó combinando las melodías del huayno de las montañas con los aires del rock psicodélico que se escuchaba en esa época y las cadencias de la cumbia que procedía originalmente de Colombia.
Estamos hablando, por supuesto, de la chicha, que será representada por todo lo alto este domingo en el festival con pago Peruvian Expo 2024 de Plaza de la Raza (3540 N Mission Road, Northeast Los Angeles, CA, 90031) gracias a la participación del Grupo Guinda, un conjunto de la capital peruana que se fundó en 1978 y que, en medio de los numerosos cambios de personal que ha sufrido, sigue estando liderado por el guitarrista y compositor Carlos Morales.
No es la primera vez que Guinda pisa territorios estadounidenses. Ha estado presente en eventos dedicados a la comunidad peruana que se han desarrollado en diversas ciudades de esta nación desde mediados de los ‘90; de hecho, Morales respondió la llamada destinada a realizar la entrevista que nos dio mientras se encontraba en otra zona de la Unión Americana.
Cuando le pedimos que nombrara cuatro canciones de Guinda que todo el mundo debería escuchar, Morales citó algunas de las que son más reclamadas en los lugares donde se presentan, tanto en Sudamérica como Europa: “Amor incomparable”, “Pedazo de luna”, “Cerveza, ron y guinda” y “Tomaré para olvidarte”.
Hablando de tomar, es necesario señalar que, aparte de referirse a un color (el vinotinto o púrpura rojizo), el nombre de la agrupación puede ser atribuido a un fruto comestible o a la bebida de enorme contenido etílico que se consume en los círculos más populares de Perú y que se elabora sobre la base del mismo vegetal.
Por ese lado, hay dos leyendas que se han tejido alrededor del grupo musical: la primera dice que la denominación surgió por el deseo de sumarse a la moda que existía entonces para llamar a las bandas de cumbia, y la segunda afirma que surgió simplemente como un homenaje despreocupado al citado licor.
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¿Cual es la verdadera?, le preguntamos a Morales. “Es una mezcla de las dos; éramos jovencitos, y antes de los ensayos, para calentar, tomábamos esa bebida, hasta que un día que nos tocó elegir el nombre decidimos emplear eso, pero motivados también por el auge de grupos como Celeste y Naranja”, explicó.
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Nuestro entrevistado nació en Otuzco, una ciudad andina ubicada en la zona norte de Perú, pero se trasladó a la capital cuando era adolescente. Fue allí que se expuso a los conjuntos de cumbia que tocaban en Lima, entre los que se encontraban Los Ecos y Los Diablos Rojos.
“Pero los que más me impresionaron fueron Los Destellos; me llevaron a verlos una vez que me pusieron tarjeta roja en la cancha, porque en esa época, yo era futbolista”, recordó el artista. “Después de eso, conseguí una guitarra y me puse a imitar a su líder Daniel Delgado. Fue como algo mágico, porque dejé de lado la pelota para dedicarme a la música”.
A estas alturas, aunque está seguro de contar con cerca de 500 canciones propias, Morales no sabe realmente cuántos discos ha lanzado su agrupación, y más allá de considerar que los coleccionistas anglosajones que descubrieron tardíamente la cumbia peruana en sus distintas vertientes son los responsables del nuevo interés que existe en esta a nivel mundial, siente que quienes han colaborado realmente en esta expansión son los inmigrantes peruanos que radican en diferentes puntos del planeta.
“Yo creo que eso ha tenido que ver más con nuestros paisanos que se han tenido que ir a otros países en busca de un mejor futuro”, señaló. “Estando allí, han difundido la música de sus artistas favoritos, ya sea Guinda, Los Shapis o Agua Marina. Son los compatriotas, que andan por todos lados”.
A diferencia de Los Shapis, el combo chichero más legendario que se mantiene en actividad, y que sigue estando encabezado por el vocalista Julio Simeón “Chapulín el Dulce” tras más de cuatro décadas de carrera, Guinda se ha caracterizado desde el inicio por sus cambios constante de cantantes, hasta el punto de que se le distingue como una suerte de escuela musical que sirve para el lanzamiento de solistas.
“Es que Los Shapis tienen un estilo muy marcado que no podría funcionar con otros músicos, mientras que nuestras composiciones son mucho más variadas, lo que permite que sean interpretadas por otros artistas”, retomó Morales. “No me hago problemas con que los cantantes se vayan después de aprender con nosotros, porque somos una especie de universidad y tienen derecho de buscar lo que más les convenga”.
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Hace poco, el Grupo Guinda experimentó un nuevo cambio en el micrófono principal ante la salida de Carlos Miguel Morales, hijo mayor de nuestro entrevistado. Pero este acaba de ser reemplazado por Carlos Anthony, hijo menor del mismo guitarrista, quien vive en Estados Unidos (más precisamente, en Paterson, localidad de Nueva Jersey) desde hace ocho años y que ha regresado temporalmente a Perú debido a los numerosos compromisos del conjunto.
Con Carlos Anthony, Guinda ha grabado “Resiste corazón”, un tema compuesto por el flamante vocalista que será incluido en una producción completa que debe ver la luz en los siguientes meses. “Lo está haciendo muy bien, y lo podrán confirmar si van al concierto”, concluyó el orgulloso padre, en alusión a su participación en un festival que tendrá a muchos otros artistas en la tarima -como es el caso de Josimar y su Yambú, Los Hermanos Castro y Gaona- y cuyo costo de entrada es de $40.
Por cuenta propia
Pese a que sigue viviendo en Lima, la ciudad en la que nació y en la que creció, Milagros Guerrero ha visitado frecuentemente Los Ángeles a lo largo de los últimos 15 años, no solamente porque tiene una hija que vive por aquí -más precisamente, en Culver City, desde donde recibió nuestra llamada-, sino también con la finalidad de responder a las numerosas invitaciones que ha recibido para presentarse por cuenta propia y como vocalista de la renombrada banda de fusión Novalima.
Es por ello que se sentirá casi como en casa al subirse a la tarima de A Taste of Perú, el festival gratuito organizado por la asociación local Perú Village que, en esta ocasión -la novena-, se llevará a cabo el 28 de este mes en Hollywood Recreation Center (1122 Cole Ave., Los Ángeles, CA 90038).
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Guerrero ha dicho en varias ocasiones que empezó a cantar en el vientre de su madre, porque nació en el corazón de una familia afroperuana radicada en el barrio bohemio de Barranco, expuesta a constantes celebraciones en las que la música jugaba un rol esencial.
Pero quien la inspiró inicialmente para dedicarse al canto fue la esposa de uno de sus hermanos mayores, una enfermera que no se dedicó a la música pero que contaba con una voz privilegiada. “Ella me traía cancioneros con letras de [el emblemático compositor] Felipe Pinglo y yo me las aprendía”, recordó. “Pero también escuchaba la música en la radio y en los programas de televisión, lo que me permitió acercarme desde muy pequeña a artistas como Eloisa Angulo, Jesús Vázquez, Lucila Campos y Cecilia Bracamonte”.
La banda peruana Novalima ofrece baile y reflexión para una nación dolida
Una vez que terminó el colegio, Guerrero decidió dedicarse a la música, pero cursó también estudios de Aviación Comercial, Turismo y Secretariado, lo que le permitió trabajar en una agencia de viajes. “Gracias a Dios, siempre tuve el apoyo de mis papás, que me dijeron que podía hacer lo que quisiera, pero que terminara primero una carrera”, precisó.
“En todo caso, lo que estudié me ha servido de mucho, porque viajo por todo el mundo difundiendo nuestra cultura, lo que forma también parte de los ámbitos del turismo”, añadió la cantante.
En el plano vocal, Guerrero ha sido mayormente autodidacta, más allá de las pocas clases de canto que tomó en el Museo de Arte de Lima y las que tuvo después con una profesora particular. “Pero me interesa definitivamente hacer más por ese lado, incluso en lo que respecta a la oratoria”, aseveró. “Es importante seguir estudiando, aprendiendo y ejercitándose”.
Al lado de Novalima, que la convocó por primera vez en el 2006, Guerrero ha grabado seis álbumes, uno de los cuales fue nominado a un Grammy Latino. Por su lado, ha lanzado tres discos: uno que recopila los temas que registró al lado de otros artistas, otro que fue un tributo a la gran compositora Chabuca Granda y uno más que se encuentra dedicado a la música criolla y la afroperuana.
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“Pero también he grabado salsa y boleros”, detalló, para dejar en claro que no le gusta limitarse. “Cuando hablan del racismo, de la discriminación y de esas cosas, yo me mantengo un poquito al margen, pero solo desde mi experiencia personal, porque nunca lo he sufrido, a diferencia de lo que ha pasado con otras [mujeres negras de mi país]. Soy un ser humano que ha tenido que crecer, hacerse profesional y valerse por sus propios medios, no por el color que tengo ni por la clase social a la que pertenezco”.
Esa clase de discusiones se podrían aplicar también a Novalima, la exitosa banda que combina la música electrónica con la afroperuana y que fue creada originalmente por músicos limeños procedentes del mundo del rock que habían migrado a diferentes partes del mundo, pero que empezó a sumar luego a integrantes pertenecientes a la comunidad afroperuana.
“Ellos se tomaron muy en serio la responsabilidad que tenían y se metieron realmente a investigar nuestra cultura y nuestra música”, nos dijo Guerrero, quien se integró a Novalima cuando tenía ya más de una década de carrera individual. “Me han permitido además viajar por los cinco continentes de forma continua. Nunca imaginé, por ejemplo, que llegaría a cantar en Malasia, como parte de un festival con 5 mil personas que no se fueron pese a la lluvia torrencial que empezó a caer durante nuestra presentación”.
“Siempre va a haber puristas, pero cuando yo escuché por primera vez a Novalima recreando temas afroperuanos clásicos, lo primero que me vino a la mente fue que esto podía servir para que muchísima gente joven se sintiera atraída hacia nuestra música”, prosiguió la cantante. “Y no me equivoqué, porque en nuestros conciertos hay desde chicos de 15 años hasta señores de 75, tanto peruanos como oriundos de los lugares que visitamos”.
En A Taste of Perú, Guerrero estará acompañada por músicos locales de origen peruano, con los que interpretará de manera tradicional valses, polkas, marinera y “harta música negra para mover la cintura”, como ella misma lo dice.
“Ahora mismo, la gente necesita divertirse un poco, desestresarse; y qué mejor que el baile y la música peruana para hacerlo”, sentenció la artista. “Lo que hacemos te permitirá tanto relajarte como brincar”.
Escribe artículos de entretenimiento en Los Angeles Times en Español y lo hizo anteriormente en todas las ediciones impresas de HOY Los Ángeles. Previamente, trabajó como colaborador con el diario La Opinión. Inició su carrera periodística como redactor y luego editor del suplemento de entretenimiento “Visto & Bueno”, publicado por el diario El Comercio de Lima, donde hacía también críticas de cine.