Si tienes alguna clase de interés en Frida Kahlo, esta no será ni por asomo la primera producción para la pantalla que habrás visto. Más allá de la inevitable versión cinematográfica protagonizada por Salma Hayek que fue estrenada en el 2002, la vida de la legendaria artista mexicana ha sido representada en estos medios de manera abundante.
Sin embargo, “Frida”, la coproducción entre México y Estados Unidos que se estrena hoy en Prime Video, no es una adición innecesaria a una colección que podría resultar excesiva, sino un largometraje documental que apela a estrategias novedosas -y ocasionalmente controvertidas- para mostrarnos facetas de la pintora que no han sido todavía exploradas en toda su complejidad.
Estamos ante el debut como directora de Carla Gutiérrez, una profesional peruano-estadounidense que, antes de enfrentarse a esta aventura, contaba ya con una vasta experiencia como editora de documentales -probada en títulos de la talla de “RBG”, “Julia”, “La Corona” y “Reportero”-, pero que se enfrentaba en este caso a la experiencia más intensa de su carrera en términos creativos.
En la entrevista por Zoom que nos puso en contacto con su lugar de residencia en Nueva York -ciudad en la que vive desde hace tres décadas-, Gutiérrez nos habló de lo que la llevó a asumir el proyecto, del modo en que lo desarrolló, de los riesgos que este implica y de las impresiones que espera lograr en quienes lo vean. Lo que sigue es una versión editada de la misma conversación.
Carla, este documental está casi completamente compuesto por las palabras de Frida, que son interpretadas por una actriz pero provienen de textos escritos por la famosa artista, tanto en su diario personal como en las cartas que le enviaba a sus conocidos. Eso lo hace especial, claro; pero tú debes saber bien que, a estas alturas, hay gente que considera que ya se ha dicho todo lo que se tenía que decir sobre Frida.
Creo que nuestra película presenta un retrato distinto, que se acerca mucho a su personalidad, a la textura de su voz. No me siento mejor que ninguna de las personas del mundo entero que la admiran. Yo la descubrí cuando era una inmigrante nueva en Estados Unidos. La primera pintura suya que vi es el autorretrato que la muestra parada entre Estados Unidos y México y que ofrece de ese modo las impresiones que tenía de este país, donde vivió tres años. Muestra la añoranza que sentía por su lugar de origen, y yo me sentí realmente identificada con esa pieza de arte.
Así comenzó la gran obsesión que tuve por Frida. Comencé a leer todo sobre su vida y me compré su diario, pero pasaron muchos años hasta que regresé a su historia y pensé en darle una nueva presencia a través de sus propias palabras.
El trabajo de investigación fue bastante fuerte; no estábamos grabando material contemporáneo ni estábamos entrevistando a nadie, porque queríamos que todo proviniera directamente de las vivencias de Frida. Si añadíamos otras voces, queríamos que estas fueran de personas que la conocieron, que la amaron, que estuvieron a su lado en los momentos tan fuertes que le tocó atravesar.
Había que encontrar todo el material de archivo que se pudiera, todos los escritos de Frida que están en distintas partes del mundo; en museos, en colecciones privadas, en la Casa Azul [de Coyoacán]. Partimos de la biografía escrita por Hayden Herrera, que es como la Biblia sobre la vida de Frida Kahlo, porque ella comenzó su investigación en los ‘70, cuando todavía vivían muchas personas que habían conocido a la artista.
Hayden nos abrió además su investigación original. Actualmente, ella vive entre Nueva York y Vieques. Es estadounidense, pero tiene apellido latino porque se casó con un arquitecto que, si no me equivoco, era guatemalteco.
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El diario de Frida es muy conocido. Pero las revelaciones más interesantes del documental provienen de las cartas privadas de la pintora.
Sí. Por ejemplo, le escribió muchas cartas a su mamá cuando estaba en Estados Unidos. Estas eran un poco sarcásticas, por las impresiones que tenía de este país y por lo que pensaba de los ricos y del mundo del arte. También le escribió cartas a un doctor que conoció en San Francisco, donde le contaba cosas íntimas de su embarazo, del miedo que tenía ante esa situación y de los problemas en su espina dorsal.
Tienes que haber visto la película de Frida protagonizada por Salma Hayek, que partió también del libro de Herrera. ¿Cómo te sentiste ante esa versión de su vida?
He visto todas las películas sobre Frida que existen. Creo que la primera salió en 1968. Hay una película de 1975 o 76 que es también muy interesante, y de la que sacamos algunas de las voces pertenecientes a las otras personas. Le tengo muchísimo respeto a Salma Hayek por habernos dado una propuesta tan bonita. Su actuación fue increíble.
En nuestra película, teníamos la oportunidad de escoger las palabras de Frida una por una, de mostrar su verdadera cara. Ese es el poder que tiene un documental. Puede ser creativo, artístico y hasta experimental, pero tiene que estar centrado en imágenes reales.
Madonna rindió tributo a Frida Kahlo en México, tras llegar el miércoles para retomar el tramo norteamericano de su gira internacional “Rebel Heart”.
En ese sentido, para el público en general, la voz de Salma es la que distingue hasta ahora a Frida, porque no existe ningún registro de audio que haya sido oficialmente aprobado por la familia. Hace cuatro años, la Fonoteca Nacional de México dio a conocer una grabación que era supuestamente suya, pero poco después, la actriz Amparo Garrido dijo que lo que se escucha ahí es una interpretación que ella hizo en cierto momento para un programa de radio.
No hay grabaciones de Frida con sonido. De todos modos, tenemos mucha suerte por todas las imágenes suyas que existen, porque en esa época, pocas familias tenían tantas fotografías. El hecho de que su papá fuera fotógrafo nos ha permitido poder verla de chiquita y de adolescente, y además, ella sentía una gran atracción hacia la cámara. Sabía seducirla, le encantaba posar, y eso hacía que los fotógrafos se interesaran en retratarla.
La actriz encargada de la voz en tu documental es Fernanda Echevarría, y lo hace muy bien. ¿Por qué la elegiste?
Era importante para mí no utilizar a una persona demasiado conocida, porque eso hubiera confundido a la audiencia. Teníamos descripciones de la voz de Frida que eran sobre todo emocionales, pero sabíamos que fumaba mucho y que tenía una voz un poquito raspada. Necesitábamos también una voz con un poquito de madurez y de peso, pero a la vez con la curiosidad que Frida tuvo desde el comienzo, con esa pasión por la vida y por el deseo carnal que la distinguían.
¿Dirigiste de alguna manera su interpretación vocal?
Sí; estuve en México a lo largo de una semana, y tuvimos dos días enteros con Fernanda. Yo quería mantener [en su interpretación] el nivel de intimidad que buscábamos para la película, por lo que me puse en la misma cabina, a su lado, no al otro lado del vidrio. Le dije que la idea era imaginar que se encontraba en sus últimos años de vida y que yo era una amiga suya a la que le estaba contando todos sus secretos.
Frida tenía un espíritu muy libre. Llegó a tener una relación abierta con Diego Rivera, decía que todo lo que da placer es bueno, tuvo amantes de uno y otro sexo y era sumamente franca al hablar. En el documental, se muestran las frases duras y divertidas que empleaba cuando se refería a los estadounidenses con dinero o cuando criticaba a los representantes del movimiento surrealista. También era miembro del Partido Comunista, por supuesto. Y parece que le encantaba usar la palabra ‘caca’. [risas]
Eso fue un descubrimiento interesante para nosotros. Tanto así que terminamos la película con ella diciendo: “Cuando yo me muera, quiero convertirme en la caca mayor”.
¿Cómo fue para ti el manejo de esas expresiones y de esas adhesiones políticas, que pueden causar incomodidad en algunos?
Todo vino del increíble acceso que tuvimos a sus cartas. Por ejemplo, cuando habla de los surrealistas, hay una carta escrita en español que envió a Diego y otra escrita en inglés que mandó a uno de sus amantes, Nikolas Muray, un fotógrafo muy famoso. Utilizaba en ambas casi las mismas palabras, pero en diferentes lenguas.
Era también importante presentar el gran sentido de justicia que ella tenía y que venía desde su infancia, desde la experiencia que tuvo con la revolución [mexicana]. Eso explica las reacciones que tuvo al estar en Estados Unidos, donde fue testigo de las desigualdades económicas que se veían de manera dramática en la época de la Depresión. Ella sentía un poco de asco por las grandes diferencias entre los pobres y los ricos, pese a que Diego había sido invitado a Estados Unidos por esos ricos.
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El documental muestra muchas pinturas de Frida que han sido sometidas a un proceso de animación, lo que resultará sin duda polémico debido a que se trata de una manipulación directa de su arte. ¿Cómo te aproximaste a esa etapa?
Tomamos la decisión desde el principio. Yo sabía que iba a ser algo polémico, por eso de “¿cómo vas a tocar las pinturas de una gran artista?”; pero lo hice porque me parecía absolutamente necesario. Tú puedes tener una relación muy íntima con el arte cuando lo observas en un museo o en un libro, donde le puedes prestar atención a cada detalle. Las pinturas de Frida están realmente cargadas de información y de contenido emocional. ¿Pero cómo llevas todas esas sensaciones al universo cinematográfico?
Para mí, era muy importante guiar la mirada de los espectadores, con la finalidad de darle a esos elementos el enfoque que yo quería. Probamos inicialmente con imágenes estáticas, y no funcionaban. De todos modos, tuvimos mucho respeto con las pinturas, porque no añadimos ninguna imagen externa. A veces, pasamos simplemente de una pintura a otra con el recurso de la animación.
Por lo general, lo que realmente hicimos fue darles enfoque y movimiento. La animación se hizo totalmente en México, y yo la supervisé desde Nueva York.
Escribe artículos de entretenimiento en Los Angeles Times en Español y lo hizo anteriormente en todas las ediciones impresas de HOY Los Ángeles. Previamente, trabajó como colaborador con el diario La Opinión. Inició su carrera periodística como redactor y luego editor del suplemento de entretenimiento “Visto & Bueno”, publicado por el diario El Comercio de Lima, donde hacía también críticas de cine.