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María Elisa Camargo da la cara por el cannabis en ‘MalaYerba’

La actriz ecuatoriano-colombiana María Elisa Camargo protagoniza la nueva serie “MalaYerba”.
La actriz ecuatoriano-colombiana María Elisa Camargo protagoniza la nueva serie “MalaYerba”.
(Raul Higuera )
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“MalaYerba”, la nueva serie de la plataforma PantaYa, cuenta la historia ficticia de tres amigos (o al menos conocidos) que, tras sufrir diferentes reveses, deciden incursionar en el negocio de la marihuana medicinal, aprovechando la nueva legalización de esta modalidad en Colombia, el país en el que viven.

La idea no puede sonar mejor, pero en el camino, ellos mismos se enfrentarán a circunstancias y a enemigos imprevistos que les complicarán las cosas, como nos lo explicó durante una reciente entrevista María Elena Camargo, la actriz ecuatoriano-colombiana que interpreta a Mariana, una de las socias de la nueva empresa.

Camargo se dio a conocer por su participación en telenovelas como “Verano de amor”, “En otra piel” y “Bajo el mismo cielo”; pero después, empezó a buscar cabida en proyectos completamente distintos, lo que la llevó primero a “Warrior”, una serie de artes marciales y de época hecha en inglés, y ahora a “MalaYerba”, que representa sin duda un paso importante en su carrera.

En la entrevista por Zoom que puedes ver también ver en su versión de video por aquí, la intérprete habla de los retos de grabar esta producción televisiva, de sus propias experiencias con las sustancias psicotrópicas, de sus intereses sociales y del nuevo rumbo que le ha dado a su vida.

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María Elisa, tengo entendido que la serie se iba a llamar inicialmente “Cannábica”. ¿Es así?

Sí, pero no se pudo por cuestiones de derechos. De todos modos, el nombre “MalaYerba” tiene mucho ‘punch’, porque no estamos hablando del cannabis medicinal como algo malo. Al contrario; lo estamos promocionando como algo ‘cool’, como lo que ya tiene que ser, sin estar asociado con narcos.

Los ‘mala hierba’ somos nosotros, que estamos metidos en cosas oscuras para poder ganarnos esta semilla que nos hace tan relevante en ese mercado. Representa también la controversia del asunto, pero al ver la serie, te das cuenta de que nuestra perspectiva sobre esta sustancia maravillosa es mucho más fresca, moderna y progresista.

Ya hay gobiernos que están legalizándola, pero todavía siento que la conversación en la calle y con los papás sigue siendo de condena, y todo porque así lo quieren las farmacéuticas y las instituciones que se ven favorecidas cuando uno está enfermo. Nos quieren meter en la cabeza que el cannabis es malísimo, cuando es buenísimo y no tiene efectos colaterales.

“MalaYerba” es un ‘thriller’, sí, pero no tiene nada que ver con el juicio de valor hacia el cannabis. El cannabis medicinal es un personaje más, y detrás de él, existe una historia humana de cada uno de estos personajes, que están exquisitamente dibujados.

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Nuevas versiones de éxitos turcos, colombianos y chilenos dominan la oferta de telenovelas en Estados Unidos en 2021, más algunas segundas, terceras y cuartas temporadas del cada vez más popular híbrido de series y telenovelas y pocos proyectos realmente 100 % originales.

Aquí en California el cannabis ya está libre de tabús, lo que te permite potencializar tu vida con los beneficios que te da esta planta, porque incluso la recreativa -que yo he consumido de manera social-, activa la compasión, al menos en mí; y eso me parece algo muy bello. En este mundo de capitalismo y de egos, se unta uno de cosas oscuras, de competencias y de inseguridades, y algo que te destape esa empatía es algo muy espiritual, independientemente de que sea medicinal o recreativa. Antes, yo misma cuestionaba mi consumo; ahora, me encanta que me asocien con esto, que en los posters de la serie salga una planta tan maravillosa y poderosa y que pueda estar hablando abiertamente de esto.

Tú ya habías dado declaraciones sobre el uso de otras sustancias, como el ayahuasca, que produce una experiencia mucho más intensa y que es también cuestionada por muchos.

Para mí, la ayahuasca, el peyote, los hongos y la cannabis son plantas sagradas. Es increíble lo que te da el planeta, brotando de la tierra. Ahora están empezando a usarlas finalmente como terapia para la gente que está lidiando con enfermedades terminales, con los que se encuentran en las cárceles y tienen cadena perpetua y con quienes le temen a la muerte. La legalidad la determinan seres errantes como nosotros, que tomamos decisiones por poder, por tantas cosas corruptas que no tienen nada que ver con lo que está bien y lo que está mal. Y es por eso que me atrevo a decirlo, por más que mi audiencia sea más tradicional, más chapada a la antigua.

Yo soy una niña muy feliz, una mujer realizada y completa que no necesita de una pareja para definir su felicidad. Tampoco necesito estar trabajando todo el tiempo para demostrar que soy exitosa. Estoy muy bien, y eso se debe en parte a mi familia, a mi papá y mi mamá, que me criaron con tanto amor y tanto apoyo; pero he encontrado también en estas herramientas cognitivas mi educación espiritual, más allá de cualquier iglesia y cualquier doctrina que haya sido determinada por seres humanos con agendas ocultas.

Eso no quiere decir que haga esto todo el tiempo; son eventos muy específicos que te limpian el alma, que te reducen el ego, a pesar de que yo no tengo traumas específicos. Son muy distintos al ‘rush’ momentáneo que te produce una pepita y otras drogas de entretenimiento.

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Provienes del mundo de las telenovelas, donde estaba prácticamente prohibido hablar de estos temas, al menos de manera positiva. Y muchos de tus seguidores tienen todavía ciertas expectativas sobre ti. Por ejemplo, hace unos meses, subiste a Instagram un mensaje de respaldo a los manifestantes en Colombia, y se desataron de inmediato los mensajes de rechazo que no se dan, por ejemplo, cuando subes fotos en bikini (a las que, por supuesto, no me opongo).

Con las cosas políticas siempre es complicadísimo, y como yo no soy la más estudiada ni la que está siempre pendiente de las noticias, trato de no meterme mucho con eso. Pero que yo haga un post sobre el Gay Pride, y que los comentarios negativos sean más que los positivos a estas alturas, me parece completamente inaudito.

¿Cómo puede estar avanzando tanto la tecnología mientras que ni siquiera una pandemia ha logrado que levantemos una misma bandera como seres humanos? ¿Cómo puede ser que sigamos peleando por raza, sexo e identidad? Es por eso que apoyo este tipo de sustancias, porque creo que todos necesitamos una dosis para entender que en el amor universal está la respuesta a todo.

Las redes sociales te dan a veces la oportunidad de entender dónde estamos como sociedad. A esos mismos que no me dejen hacer un comentario sobre tolerancia o sobre Black Lives Matter es a los que quiero llegar con “MalaYerba”, a ver si logran abrir un poquito los ojos y entender que hay que amar, independientemente de lo que piensen de la vida.

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Sé que durante la cuarentena hiciste una película futurista grabada por Zoom, “Pandemonium”. ¿Pero cómo te fue a nivel personal con la pandemia?

No quiero decir que fue duro para mí, porque sé de gente que la pasó realmente de ese modo; pero sí complicado. Yo estuve aquí en Los Ángeles, que es una ciudad bastante aislada para alguien como yo, una guayaquileña de familia colombiana que vivió en Ecuador, Colombia y Ciudad de México. Los latinos le damos importancia a las conexiones humanas; a los amigos, la familia, el ‘hangeo’ y el ‘parche’, como se dice en Colombia. En L.A., todo es trabajo y competencia, y por eso hay tanta gente miserable [por aquí].

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Pasé la pandemia sola; bueno, con mi gatito, menos mal. Después empecé a ver a dos personas que se cuidaban igual que yo y que fueron como la familia que uno elegía en esas circunstancias. Soy hija única, y dejé de ver a mis papás durante un año completo; ellos viven en Guayaquil aunque son colombianos.

Tuve la oportunidad de hacer cosas como “Pandemonium”, donde uno de los integrantes de mi ‘familia’ pandémica me hizo las cámaras; y apenas empezamos a salir de la pandemia, tuve la oportunidad de volver a trabajar. Curiosamente, mi año de vacas flacas fue el 2019, cuando decidí detenerme y empezar a decirle no a proyectos que representaran lo mismo de siempre, así se tratara de buen dinero. Decidí tocar puertas en proyectos en los que me iba a costar más encontrar validación, por lo que no eran lo que se esperaba de mí; y “MalaYerba” es la primera materialización de ese sueño.

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