Isabel Allende se encarga de la inmigración, de las pandillas y de los amores invernales en su nuevo libro
Los Ángeles — Al leer sus novelas y conocer su trascendencia en el ambiente literario hispano, muchos podrían pensar que la celebrada escritora chilena Isabel Allende vive en un país latinoamericano, cuando lo cierto es que radica en el estado de California (más precisamente, en Marine County) desde hace 30 años.
“Pero tengo siempre un pie en Latinoamérica y escribo en español, por lo que mi cultura sigue siendo latinoamericana”, se apresuró en señalar al inicio de la entrevista otorgada a HOY Los Ángeles. “Mis libros han sido traducidos a muchos idiomas, pero yo no podría escribir en uno que no fuera el español”.
“Tengo una fundación que se encarga de ayudar a mujeres y a niños en la que trabajamos mucho con inmigrantes latinos, mayormente refugiados, y yo voy a Chile muy seguido, porque mis padres están vivos; mi madre tiene 97 años y mi padre 101”, agregó la sudamericana de 75 años.
Allende nos recordó que se mudó a este país porque se enamoró de un abogado estadounidense con el que terminó casándose y del que se divorció en el 2015, tras 28 años de matrimonio. “Me hice ciudadana para poder traer a mis hijos, y aquí nacieron mis nietos; tengo mi oficina, mi familia y mis amigos en este lugar”, precisó. “Es una vida muy buena; este país me ha tratado muy bien, sobre todo porque estoy en California, donde me siento con plena libertad”.
En todo caso, sus experiencias estadounidenses le han servido para la creación de su nueva novela “Más allá del invierno”, que se desarrolla principalmente en las inmediaciones de Nueva York para contar la historia de una mujer de origen chileno (Lucía) que comparte por razones profesionales una vivienda con un académico estadounidense (Richard), y que conoce allí a una inmigrante indocumentada (Evelyn) metida en serios aprietos.
“La mayor parte de lo que cuento no es inventado; Lucía es parte de mi vida y de la vida de amigas mías que atravesaron situaciones similares después del golpe militar chileno de 1973, mientras que Evelyn representa casos exactamente iguales que he visto en mi fundación”, detalló. “¿Por qué emigra la gente, y por qué hasta los niños se convierten en refugiados? Porque están escapando de la miseria, de la violencia doméstica, de los narcos y de las pandillas, pese a que aquí son recibidos con hostilidad”.
“El resumen del libro es una frase de [el escritor francés] Albert Camus que se refiere a que los seres humanos pasan por largos inviernos en los que parece que las cosas nunca se van a arreglar, pero al final siempre existe el verano”, prosiguió. “Es la historia de tres personas traumatizadas por diferentes razones; las tres corren un riesgo y aparece ese verano invencible que todos tenemos, y que en su caso les permite sentir solidaridad, compasión, amistad y finalmente amor”.
Para reforzar esta metáfora, Allende decidió ubicar la historia en Nueva York y en medio de una cruda época invernal que se dio realmente a fines del 2015 y principios del 2016, empleando como locación principal una casa de Brooklyn en la que ella misma se alojó durante ese periodo.
En lo que respecta al origen de Evelyn, la volvió centroamericana porque, en sus propias palabras, “la peor violencia y la pobreza mayor están en el llamado Triángulo del Norte, conformado por El Salvador, Honduras y Guatemala. Además, los que escapan de allí tienen que atravesar todo México para llegar a Estados Unidos, por lo que su drama es más grande”.
Cambios de tono
En este caso, el relato se aparta del estilo de realismo mágico con el que algunos han querido vincular permanentemente a Allende. “El realismo mágico no es como sal y pimienta que se le puede usar en todo”, protestó ella. “La mayor parte de mis libros son muy realistas, y este lo es, aunque tiene proyecciones emocionales y sueños que van por otro lado”.
“La literatura ha cambiado porque las circunstancias han cambiado; ahora es mucho más visual, mucho más directa, cuando en los años ‘70 y ’80, durante el boom de la literatura latinoamericana, era mucho más barroco, mucho más recargado”, describió. “Por otro lado, vivir en inglés ha afectado la manera que escribo en español, y que se ha vuelto más directa. Cuando le llegaba una carta, mi esposo sabía si estaba en español o en inglés sin abrirla, por el peso”.
Le insinuamos que este cambio de estilo pudo tener que ver con una decisión conscientemente tomada ante las incómodas comparaciones que se le hicieron con Gabriel García Márquez al inicio de su carrera, pero Allende lo descartó.
“Cada libro tiene su manera de ser contado”, precisó. “‘La Casa de los Espíritus’ fue tremendamente exitoso y yo podría haber seguido escribiendo con ese estilo, pero ese tono no me servía para mi segunda novela, ‘De amor y de sombra’, basada en un crimen político en Chile; y la tercera, ‘Eva Luna’, era una historia venezolana, tropical, que iba también por otro lado”.
Tiempos difíciles
Yendo a temas más actuales, y en vista de que Allende ha tenido siempre una vocación progresista, le pedimos que nos hablara de Donald Trump, un presidente que según ella podría gobernar “hasta ocho años y que va a provocar cambios en el mundo entero”.
“Hay que tomar en cuenta que fue elegido porque un 40 por ciento de la población votó por él; no ha inventado nada”, enfatizó. “Este fenómeno de irse a la derecha, de negarse a la migración y de ser misóginos está sucediendo también en Europa, o sea que no se trata de un problema únicamente regional”.
La escritora sigue declarándose feminista. “Cualquier mujer inteligente lo es”, afirmó. “Lo que pasa con las actitudes de Trump es que están dándole a muchos el permiso de enorgullecerse de lo que hacían antes a escondidas, como ser neonazis. Por ese lado, me parece importante lo que se está dando ahora mismo con [el ejecutivo de Hollywood] Harvey Weinstein, porque el abuso sexual no debe pasar desapercibido”.
Allende tampoco ha abandonado sus creencias izquierdistas, aunque usó hace poco sus cuentas en las redes sociales para cuestionar al gobierno de Nicolás Maduro. “No se pueden cerrar los ojos ante hechos concretos”, nos dijo. “Prefiero los gobiernos socialistas -como los de los países escandinavos y algunos europeos- a los de derecha; pero Venezuela es un verdadero desastre y no puedes dejar que tu ideología política te convenza de lo contrario”.
“Yo sigo votando por los demócratas, aunque estoy consciente de que después de perder las elecciones, estos siguen cumpliendo un triste papel, con los mismos dinosaurios al frente y sin deseos de cambio”, dijo la autora, que vivió en Caracas a lo largo de 13 años.
Allende está consciente de que el planeta atraviesa momentos difíciles, pero eso no la ha llevado a dejar el sentido del optimismo que ha exhibido a lo largo de su obra.
“He visto varias crisis a lo largo de mi vida; nací en medio de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo enormes consecuencias sociales y migratorias; experimenté la dictadura militar de Chile, que parecía que nunca iba a acabar, pero que nos ha dejado ahora con una democracia muy sólida”, rememoró. “Soy optimista porque todo cambia y evolucionamos; tengo la certeza de que mis nietos van a vivir en un mundo mejor”.
No le hace tampoco daño el buen momento personal que atraviesa, marcado por un nuevo romance con un abogado neoyorquino que planea irse a vivir con ella. “No sé si este verano va a durar, pero mientras dure, lo voy a gozar”, nos anunció a manera de despedida.
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