Salió a correr y descubrió a un bebé enterrado vivo; veinte años después, ambos se reencontraron - Los Angeles Times
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Salió a correr y descubrió a un bebé enterrado vivo; veinte años después, ambos se reencontraron

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En 1998, una corredora encontró a un bebé recién nacido, enterrado vivo en las laderas de Altadena, con el cordón umbilical todavía unido a su cuerpo. El niño, con apenas unas pocas horas de vida, estuvo cerca de la muerte.

Durante décadas Azita Milanian se preguntó qué habría sido del niño después de recuperarse, en un hospital de Pasadena, y ser puesto en adopción. En mayo, a dos décadas de la fecha en que lo encontró, el par volvió a reunirse.

“Te estuve esperando durante 20 años”, dijo una lacrimosa Milanian, mientras abrazaba a Matthew Whitaker.

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Fue un encuentro que surgió de manera poco probable. La madre de uno de los amigos de Whitaker escribió a la estación de radio KIIS FM, explicando la historia y solicitando un kit de ADN de 23andMe, para que el joven pudiera saber algo más sobre su ascendencia.

Whitaker acordó efectuar la prueba y revelar los resultados durante el programa “On Air With Ryan Seacrest”. Cuando una de las productoras del show, Patty Rodríguez, leyó una noticia del LA Times publicada en 1998, donde se relataba el hallazgo del bebé por parte de Milanian, se propuso reunirlos.

Antes de la grabación del programa, el miércoles 16 de mayo por la mañana, Milanian esperó ansiosamente en una habitación cercana con una bolsa llena de ropa que había traído para Whitaker. En ella había colocado una tarjeta con un sobre que decía: “¡Feliz cumpleaños, bebé Christian Mountain Angel Mathew!”.

Cuando Milanian entró al estudio y vio a Whitaker, comenzó a llorar, sollozando sobre su camisa mientras lo abrazaba y lo llamaba ‘ángel’.

“Finalmente, mis sueños se hicieron realidad”, expresó Milanian. Muchos en el estudio lloraban.

Durante el programa, la inmigrante iraní compartió la historia de cómo encontró a Whitaker, un sábado por la noche, cuando la habían invitado a bailar pero ella, en cambio, decidió salir a correr.

Uno de sus perros, Tango, se había detenido en el camino a oler y arañar la tierra. Milanian fue a investigar y vio dos pies que salían del suelo. Al principio pensó que era un animal, pero luego oyó llorar al bebé.

Cuando comenzó a cavar, encontró al pequeño, envuelto en una toalla azul. Lo levantó sobre su brazo, y comenzó a quitar la suciedad de su nariz y boca.

“Por favor, no mueras”, le dijo al bebé. “Nunca te dejaré. Te amo”.

Después de encontrarlo, Milanian llamó al 911, pero la comunicación se desconectó varias veces. Finalmente, le hizo señas a un automovilista, quien condujo hasta la estación del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles para contarles a los agentes sobre el bebé.

Mientras esperaba, relató la mujer, trataba de consolarlo.

“Él me agarró la muñeca y dejó de llorar”, afirmó Milanian en una entrevista, en 1998. “Fue muy emotivo. ¿Qué ser humano enfermo haría algo así? Todavía tenía el cordón umbilical colgando del estómago”.

La temperatura corporal de Whitaker había descendido a 80 grados y, cuando llegó al hospital, fue inmediatamente tratado por hipotermia severa. Los médicos creían que el tamaño del niño (pesaba siete libras y 12 onzas) fue lo que le permitió sobrevivir.

El bebé tuvo una notable recuperación y, en ese momento, el director médico neonatal del Huntington Memorial Hospital lo describió como “en realidad, casi un milagro”. Las enfermeras lo llamaron “Baby Christian”.

Unos días más tarde, Milanian fue a ver al bebé y lo observó con lágrimas en los ojos mientras el pequeño dormía sobre su vientre, en una incubadora. Ella no lo adoptó porque había aparecido en las noticias, y temía que alguien pudiera encontrarlo fácilmente.

Aún así, Milanian esperaba mantener el contacto, y después de su visita recurrió repetidamente a los servicios infantiles para ver a Whitaker. Finalmente, después de un año de intentos, le dijeron que había sido adoptado y que no podría visitarlo.

“Fue la experiencia más frustrante”, recordó Milanian. “Tenía la esperanza de que él me encontraría, de la misma manera en que nos encontramos ese día”.

Whitaker creció en un hogar lleno de amor, en Gardena, sin conocer la historia de cómo lo habían hallado. La única conmemoración de ese momento estaba en su segundo nombre: Christian.

Recién, a los 17 años de edad, inesperadamente supo por un pariente que había sido adoptado. Hace un año, su madrina le contó la historia de cómo había sido hallado.

“Estoy aquí hoy, he vivido una muy buena vida. Fui adoptado por una gran familia. No podría pedir más a mis padres”, aseguró Whitaker.

El joven no está resentido con la persona que lo abandonó. “Si esa fue tu mejor idea, dejarme allí, gracias”, dijo. “Porque no eras mentalmente apto para criar a un niño”.

El día en que se reunieron, Milanian lo llevó a la ruta de senderismo donde lo encontró. Mientras caminaba con él, lo llamaba por el nombre que mejor conoce: Christian.

Whitaker miró a través de una cerca de alambre en el lugar. Se quedó callado y serio, un cambio de actitud del bromista que había sido durante todo el día.

De vuelta en el automóvil, Milanian le preguntó si estaba bien. “Esta podría haber sido mi tumba”, le respondió Whitaker.

Milanian se sentó junto a él en el auto y, suavemente, le dijo: “Pero tú eras deseado”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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