Los estudiantes de Parkland lideraron una jornada de protestas estudiantiles a nivel nacional para pedir estrictos controles de armas
En silencio, los estudiantes de Marjory Stoneman Douglas High School dejaron sus clases a la mitad del segundo período, este miércoles por la mañana.
No fue sino hasta que más de mil de ellos llenaron el campo de fútbol americano, a 500 pies del lugar donde un tirador disparó y mató a 14 estudiantes y tres instructores hace un mes, que estallaron en gritos de “¡MSD! ¡MSD!”, iniciales de su escuela.
Los alumnos se encontraron entre los miles de adolescentes de instituciones de todo el país que dejaron sus clases para protestar por la violencia armada al conmemorarse un mes del tiroteo de masas registrado el 14 de febrero en esa escuela de Parkland, Florida.
Muchos estudiantes salieron de sus aulas a las 10 a.m., hora local del miércoles, por 17 minutos, uno por cada víctima.
En Washington, D.C., los alumnos portaron carteles y marcharon en el exterior de la Casa Blanca. En Ohio, se dirigieron al parlamento estatal para cabildear por nuevas regulaciones de armas. En Springfield, Massachussetts, se reunieron frente a la sede del fabricante de armas Smith & Wesson.
El sospechoso de la masacre de Florida, el exestudiante Nikolas Cruz, de 19 años de edad, guardó silencio el miércoles, lo cual llevó a un juez a declarar la inocencia en su nombre, frente a los 34 cargos relacionados con los homicidios.
En Parkland, el día de la protesta contra la violencia armada también fue una oportunidad para que los alumnos se reunieran para llorar a sus viejos amigos de la infancia, compañeros de clase y entrenadores que solían saludarlos en los pasillos.
No hubo cantos cuando los alumnos, vestidos con los colores borgoña de la escuela, caminaron a través del amplio campus de edificios blancos -pasando una estatua de la mascota escolar- hasta el medio del campo. Solo unos pocos llevaban pancartas.
Mientras un helicóptero y un avión no tripulado zumbaban en el cielo, decenas de residentes locales se unieron a equipos de cámaras de televisión, fotógrafos y reporteros, que miraban a través de una valla metálica cubierta con carteles de apoyo, provenientes de la comunidad. “¡Estamos con ustedes!” y “¡Los amamos!”, gritaban los espectadores desde la acera.
Una balada para piano llamada “Shine”, escrita por dos estudiantes de teatro después del tiroteo, retumbó por los altavoces.
Luego, el director de la escuela, Ty Thompson, llamó a todos a reunirse en la línea de las 50 yardas para formar “el abrazo grupal más grande que podamos imaginar”.
La multitud aplaudió cuando cientos de alumnos salieron de Westglades Middle School, justo al lado, y marcharon por el costado del campo de fútbol al grito de: “Aseguren nuestras escuelas”. Los alumnos de la secundaria habían sido amenazados con ser suspendidos por dos días si se sumaban a la protesta, pero de todos modos salieron de su campus.
“¿Qué queremos? ¡Control de armas!”, gritaron. “¿Cuándo lo queremos? ¡Ahora!”.
Skylar Pax, de 14 años, estudiante de Westglades, salió hacia Holmberg Road con otros tres compañeros. “Los niños de esta edad no deberían tener miedo de ir a la escuela”, expuso.
En cuestión de minutos, los alumnos de preparatoria se unieron a ellos sobre Pine Island Road.
Payton Price, estudiante de segundo año, de 15 años de edad, no había planeado dejar Stoneman Douglas después de la pausa de 17 minutos en el campo de fútbol americano. Tenía pensado regresar a su clase de español durante el segundo período, hasta que vio a los estudiantes de preparatoria. “Estamos haciendo un cambio”, expresó Payton, después de seguir a cientos de compañeros por las puertas de entrada, incluso cuando los administradores escolares les habían advertido que no se les permitiría regresar ese día si abandonaban el campus. “No vamos a permitir que esto vuelva a suceder”, aseveró.
Así, los estudiantes de secundaria y los de preparatoria se unieron. Mientras los autos hacían sonar el claxon para darles aliento, comenzaron a caminar dos millas, hasta Pine Trails Park.
En el camino, muchos de ellos llamaron a sus padres y parientes ansiosos. “Todo está bien, mamá. Te amo”, dijo John Smithen, un estudiante de primer año, a su madre preocupada, quien no sabía que el joven de 16 años planeaba participar en la manifestación. “Estaré bien caminando a casa”.
Organizado por la rama juvenil de la Marcha de Mujeres, llamada Empower, el paro ‘National School Walkout’ instó al Congreso a tomar medidas significativas sobre la violencia armada y a aprobar una legislación federal que prohíba las armas de asalto y exija verificaciones universales de antecedentes para la venta de estas.
Con paros programados en todo el país -en las escuelas primarias, secundarias y universidades-, los organizadores publicaron un “kit de herramientas” en línea, que ofrecía consejos a los estudiantes sobre cómo organizarse, obtener apoyo de los padres y tutores, y compartir información en las redes sociales.
En Pine Trails Park, algunos estudiantes se sentaron al lado del anfiteatro para observar los 17 minutos de silencio y escuchar a los alumnos que tomaban el micrófono para pronunciar discursos.
Tanzil Philip, de 16 años, dirigió a los jóvenes en un cántico.
“¿Qué queremos?”, gritó.
“¡Control de armas ahora!”; la multitud repitió los dichos.
Susana Matta Valdivieso, una joven de 17 años que había organizado la manifestación, lo cantó para un pequeño grupo de curiosos y un equipo de cámaras de medios.
Los adolescentes no se darían por vencidos, advirtió Matta Valdivieso, y votarían para mejorar las cosas, cuando alcancen la edad suficiente.
Mientras las cámaras de TV pululaban, la mayoría de los estudiantes se amontonaron en torno a monumentos improvisados en honor a los fallecidos en el tiroteo del mes pasado. Una cruz blanca se colocó para cada una de las 17 víctimas en un campo rodeado de velas, ramos de flores, peluches y globos.
Algunos escribieron notas y lloraron. Otros compartieron a través de teléfonos inteligentes, intercambiaron galletas, bebieron refrescos, ofrecieron abrazos y charlaron sobre muchos temas, desde los animales de peluche hasta los tiroteos escolares en otros lugares.
Dara Jaffe, una estudiante de primer año, se dirigió directamente al memorial de su amiga, Gina Montalto, de 14 años. Permaneció allí sentada durante una hora, frente a un altar con almohadas, galletas Oreo y Skittles, pandas de peluche y una caja de pañuelos desechables.
“Estoy indignada y enojada”, aseguró. “No ha habido muchos cambios, y no es eso lo que queremos. ¿Armar a los maestros? ¿Cómo podría concentrarme en la clase cuando un profesor tiene un arma?”, se preguntó.
Cerca de allí, una estudiante se sentó con las piernas cruzadas en el césped, frente a una cruz en honor a su amigo Martin Duque Anguiano, un estudiante de primer año, que falleció a los 14 años.
“Te amo para siempre, Martin”, garabateó en un cuaderno rayado, mientras otro compañero le limpiaba las lágrimas. “Siempre estás en mi corazón, niño”, agregó, puntuando la oración con la imagen de un corazón.
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