Audrey Geisel, viuda de Dr. Seuss y reconocida filántropa, falleció en La Jolla
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Antes de morir en 1991, el popular autor infantil Theodor Dr. Seuss Geisel le dijo a su esposa Audrey, que ella sería” la que tendría que convivir con todos sus bichos y seguir adelante “.
Eso fue lo que hizo, guiando a su legendaria colección de creaciones —El gato en el sombrero, el Grinch, Horton y Lorax— al siglo 21, donde continúan entreteniendo a nuevas generaciones de jóvenes.
La señora Geisel murió el miércoles en su casa de Mount Soledad. Tenía 97 años.
Pequeña y, a menudo, discreta —según los miembros de su familia, su joyero en su casa era un cartón de huevos pintado de color dorado— fue una férrea protectora de las creaciones y el legado de su marido, y una importante donante de instituciones a las que él apoyó y ayudó a florecer, incluida la UC San Diego y el zoológico
Nacida el 14 de agosto de 1921 en Chicago, Audrey Stone, creció en una casa con carencias, según un obituario preparado por la familia. Su padre era cantante y bailarín, y de pronto desapareció de su vida. Creció viviendo con su madre o amigos de la familia, o, incluso en hogares temporales.
A los 21 años, ingresó al programa de enfermería de la Universidad de Indiana, donde conoció a E. Gray Dimond, una estudiante de medicina que se convertiría en su marido. Ambos trabajaron en el Hospital General de Massachusetts en Boston antes de mudarse a Kansas, donde se él convirtió en decano de cardiología en la Universidad de Kansas. Tuvo dos hijas allí.
En 1960, se mudaron a La Jolla. La señora Geisel vislumbró el océano. “Lo vi y supe que me quedaría aquí para siempre”, comentaba a menudo a los miembros de su familia.
Eventualmente los Dimonds frecuentaron los mismos círculos sociales que los residentes de La Jolla Ted Geisel y su primera esposa, Helen. En 1968, ambos matrimonios habían terminado, y Ted y Audrey se casaron.
Algunos le atribuyen que moviera el trabajo del autor en una dirección más cercana a los temas sociales con libros como The Lorax, que toca temas ambientales y The Butter Battle Book, una historia contra la guerra.
Ella le dijo que ya no solo escribía para niños, los niños a los que él se dirigía crecieron y ahora leían sus historias a sus propios hijos.
Tras la muerte del autor en septiembre de 1991 a la edad de 87 años, la ciudad le celebró un homenaje en el parque Balboa, donde la señora Geisel habló sobre su legado de una manera que anticipaba sus esfuerzos posteriores para proteger y promover su trabajo.
“Su nombre nunca aparece cuando se habla de la cúspide del mundo”, le dijo a Union-Tribune. “Siempre se usa cuando se habla de lo bueno, lo mejor del mundo”.
Un año más tarde, donó más de 4000 artículos (dibujos y manuscritos originales, cuadernos universitarios, cartas) a la biblioteca de UC San Diego, expandiendo su alcance desde la cultura popular al mundo de la investigación académica.
“La historia de Seuss, se conservará para la posteridad”, explicó más tarde.
Más donaciones a lo largo de los años crearon un repositorio que es una visita obligada para los académicos que buscan entender el proceso creativo del autor y su influencia perdurable en la literatura infantil. La colección se encuentra en la Biblioteca Geisel, llamada así por la señora Geisel que le donó 20 millones de dólares en 1995.
Los falsificadores que creyeron que la muerte de Seuss les daría libertad para copiar sus imágenes icónicas en camisetas o carteles pronto descubrieron que estaban equivocados. Los abogados de la señora Geisel los persiguieron agresivamente por infracción de derechos de autor. Una demanda de 1993 trajo una sentencia de 750 mil dólares contra un mayorista de Oxnard.
Cuando los grupos contra el aborto comenzaron a usar la línea del libro ¡Horton escucha a quién!: “Una persona es una persona, no importa cuán pequeña”, también protestó.
“Ted nunca permitió que su trabajo se usara con fines políticos”, dijo al Union-Tribune en 2008.
La popularidad actual de Seuss (sus cuatro docenas de libros han vendido más de 650 millones de copias en todo el mundo) también generó un interés constante en las adaptaciones de cine y teatro y la mercancía relacionada. Seuss Enterprises, con sede en La Jolla, se creó para autorizar el uso de los personajes.
No todos los proyectos han sido bien recibidos críticamente, pero han sido lucrativos. Forbes estimó las ganancias de su patrimonio durante el año pasado en 16 millones de dólares, lo que lo coloca en el sexto lugar en la lista de celebridades fallecidas mejor pagadas de la revista, justo detrás de Bob Marley y por delante de Hugh Hefner.
A medida que aparecían nuevas propuestas comerciales, la señora Geisel solía participar en la toma de decisiones. Por ejemplo, durante la producción de una película animada de Horton hace diez años, ella insistió en que se cambiaran ciertas cosas. Los dientes de Horton eran demasiado grandes, creía. La bolsa del canguro colgaba demasiado baja.
Ella también participó en el descubrimiento de manuscritos perdidos de Seuss mientras recorría la montaña de material que él dejó en los cajones y armarios de los escritorios. Eso llevó a la publicación de ¿Qué mascota debo obtener? en 2015.
“Yo totalmente, maravillosamente, apruebo cualquier cosa que salga a la luz en este momento del trabajo de Ted”, dijo la señora Geisel en una entrevista de 2011.
Le sobreviven sus hijas, Leagrey Dimond y Lark Gray Dimond-Cates.
La información sobre los servicios fúnebres está pendiente.
Wilkens escribe para el U-T.
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