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OPINIÓN: Con su propuesta migratoria, Trump ha puesto en jaque a los demócratas

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Si fuera un partido de ajedrez, la movida hecha por el presidente Donald Trump contra los inmigrantes y sus simpatizantes demócratas, sería una excelente jugada que ha puesto en jaque al rey y a la reina.

Cuando eso ocurre en ese antiguo juego de estrategia, el oponente sabe que tiene que sacrificar a su pieza más importante para salvarse, y eso es lo que está por verse en los próximos meses.

Y es que la propuesta esbozada una semana antes de dar su “Estado de la Unión”, y reiterada en ese discurso, de legalizar no a 800,000 dreamers, sino a 1 millón 500 indocumentados, a cambio de 25 mil millones de dólares para construir su muro fronterizo y otras restricciones al sistema migratorio, ha empezado a generar una enorme división entre los que apoyan a un camino hacia la regularización migratoria.

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El mandatario pidió a los legisladores demócratas y republicanos trabajar con él en un proyecto de reforma migratoria basada en cuatro ejes fundamentales.

El primer elemento del plan de Trump, ofrece la residencia permanente con posibilidades de ciudadanía a 1.8 millones de inmigrantes indocumentados; entre los cuales se cuentan los 800 mil definidos como dreamers.

Aunque esa propuesta ha creado gran incomodidad entre los más fervientes seguidores del presidente, Trump ha decidido asumir el costo político, porque sabe que esa causa cuenta con simpatizantes en todo el espectro político de la sociedad norteamericana.

Pero ese apoyo a una reforma migratoria limitada, no es casual, ni inocente.

El presidente condiciona así la regularización laboral y de residencia de los 1.8 millones de inmigrantes indocumentados contemplados en su proyecto, a cambio de la construcción del muro, el reclutamiento de más agentes de inmigración, abogados y jueces migratorios y en la adquisición de nuevas tecnologías para detectar, aprehender y deportar a los inmigrantes indocumentados de manera expedita.

El tercer punto del plan de la Casa Blanca da por terminada la asignación de visas por lotería y la remplaza con la entrega del visado a extranjeros que cumplan con criterios de labores especializados.

El último punto acaba con lo que Trump calificó como la cadena migratoria. Una vez que se hagan ciudadanos por naturalización, los inmigrantes beneficiados con esta reforma no podrán solicitar residencia permanente en Estados Unidos para sus padres, otros familiares o hijos mayores de 18 años.

La pelota en su cancha

Esta serie de propuestas ponen en un grave problema a los demócratas, que por un lado tienen la presión de su base, que ha llamado a la cúpula del partido para que asuma el liderazgo en la regularización de los dreamers y de los inmigrantes indocumentados en general, pero por otra parte no quieren otorgarle al presidente su apoyo, porque con eso le estarían dando una importante victoria política y le darían al Partido Republicano, una gran ventaja en las elecciones de medio término.

Ese panorama es devastador para los demócratas, porque con esta jugada maestra del presidente y sus asesores, les “arrebatan” la bandera de defensores y guardianes de los inmigrantes, que constituyen un importante segmento de los militantes de ese partido, y de un gran número de simpatizantes que no han olvidado que cuando el partido tuvo el control de ambas cámaras, no promovió la reforma migratoria.

Esto no es un tema menor, o de posición ideológica. Es un tema puramente electoral.

Y es que por tradición, el partido que promueve una reforma migratoria, se “lleva” durante años, los votos de los beneficiarios de dichas reformas, como ocurrió en 1986, cuando el presidente Ronald Reagan aprobó la llamada Ley Simpson-Rodino, con la que se legalizaron alrededor de 3 millones de personas.

Divide y vencerás

Las preguntas ahora son múltiples. Activistas, políticos y dreamers se cuestionan qué hacer ¿Aceptar la propuesta que legaliza a 1.8 millones de personas, aunque queden fuera a poco más de 9 millones de personas? ¿No apoyar la propuesta de Trump, pero asumir el costo político en las elecciones de medio término? ¿Los dreamers aceptarán la posibilidad de regularizar su situación, o se solidarizarán con el resto de la comunidad indocumentada?

Estas preguntas están en el aire, y hasta el momento no hay una respuesta clara. El rey y la reina están en jaque y Trump lo sabe. Lo que falta por ver es cuál de las fichas sacrificará el partido demócrata.

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