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La crisis en Birmania también divide al Consejo de Seguridad de la ONU

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La crisis en Birmania ha vuelto a fracturar al Consejo de Seguridad de la ONU, donde las potencias occidentales denunciaron hoy una “limpieza étnica” de la minoría rohinyá, mientras que China y Rusia respaldaron al Gobierno.

Tras haber abordado la cuestión varias veces a puerta cerrada, el Consejo celebró hoy su primera sesión pública sobre el conflicto y, como en tantos otros casos, evidenció su división.

Estados Unidos acusó a las autoridades birmanas de llevar a cabo una “brutal campaña” de limpieza étnica contra los rohinyás y pidió una respuesta internacional.

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“No podemos tener miedo a llamar las acciones de las autoridades birmanas lo que parecen ser: una brutal y sostenida campaña para limpiar el país de una minoría étnica”, dijo la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley.

La diplomática consideró que ya ha pasado el momento de las “palabras bienintencionadas y diplomáticas” y apostó por tomar medidas contra los implicados en los abusos.

Además, llamó a todos los países a suspender sus ventas de armas a Birmania mientras el Gobierno no dé pasos para que se haga justicia.

El Reino Unido, por su parte, insistió en que el Ejército birmano tiene la principal responsabilidad en la crisis, mientras que Francia habló también de “limpieza étnica”.

El embajador francés, François Delattre, recordó además las “violaciones sistemáticas” contra los derechos de los rohinyás, una minoría musulmana a la que Birmania no reconoce la ciudadanía e impone importantes restricciones.

En contraste con esas posturas, los otros dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad -China y Rusia- se alinearon con el Gobierno birmano y defendieron sus esfuerzos para estabilizar la situación.

China, que mantiene buenas relaciones con su vecino, subrayó que confía en el trabajo de las autoridades para solucionar la crisis y pidió “paciencia” y “apoyo”.

Mientras, el embajador ruso, Vasili Nebenzia, pidió “objetividad” y aseguró que algunos episodios violentos de los que se acusa al Gobierno son cometidos por “terroristas” y no por las autoridades.

“Tenemos que ser muy cuidadosos cuando usamos conceptos como genocidio y limpieza étnica”, advirtió el representante ruso.

El Gobierno birmano también participó en la reunión y negó rotundamente las acusaciones de limpieza étnica, atribuyéndolas a “propaganda” difundida por grupos “terroristas”, en referencia a los insurgentes rohinyás.

El asesor de seguridad nacional de Birmania, Thaung Tun, respondió a las críticas e invitó al secretario general de la ONU, António Guterres, a visitar el país para evaluar de primera mano la situación.

Guterres, minutos antes, había calificado de “pesadilla humanitaria y de derechos humanos” la situación en el estado de Rakáin.

El diplomático portugués aseguró que Naciones Unidas ha recibido testimonios que apuntan a “un uso excesivo de la violencia y a serias violaciones de los derechos humanos”, con tiroteos indiscriminados, el uso de minas antipersona contra civiles y violencia sexual.

“Esto es inaceptable y debe terminarse inmediatamente”, dijo Guterres, que insistió en que el Gobierno debería detener sus operaciones militares.

Según Naciones Unidas, desde el inicio de esta crisis a finales de agosto más de medio millón de personas han huido ya a la vecina Bangladesh.

Guterres dijo que se estima que el 94 % de los desplazados son miembros de la minoría musulmana rohinyá.

Hoy, más de 80 organizaciones no gubernamentales acusaron a las fuerzas de seguridad birmanas de “crímenes contra la humanidad” y pidieron al Consejo de Seguridad que considere imponer sanciones.

Concretamente, pidieron que se estudie un embargo de armas al país y castigos individuales para los responsables de crímenes graves.

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