Por qué es más fácil ser neonazi en Estados Unidos que en Alemania
WASHINGTON/BBC Mundo — El fin de semana, mientras centenares de supremacistas blancos ondeaban sÃmbolos nazis y gritaban consignas contra los judÃos y otras minorÃas en Charlottesville (Virginia, EE.UU.), un ciudadano estadounidense era golpeado y luego apresado por hacer el polémico saludo de “Heil Hitler†en Dresde, Alemania.
Los hechos muestran dos caras de un mismo fenómeno: la tolerancia o persecución de los sÃmbolos y la ideologÃa del nazismo en las dos naciones.
En Alemania la ley castiga con hasta tres años de cárcel el hecho de portar cualquier insignia referente al Tercer Reich o hacer apologÃa del mismo. En Estados Unidos la situación es totalmente diferente.
Amparados en la Constitución estadounidense, el uso de sÃmbolos del nazismo, los “discursos de odio†y la existencia de agrupaciones de perfil neonazi son legales allÃ.
Datos proporcionados a BBC Mundo por el Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización no gubernamental de defensa de los derechos civiles, indican que existen más de 900 â€grupos de odio†que reivindican en Estados Unidosideales inspirados en el nazismo. Solo en California hay más 70 y más de 60 en Florida.
Para gran parte de ellos, “Mi lucha†es una biblia, las ideas de Hitler son parte de su credo y las esvásticas y otros sÃmbolos asociados a corrientes fascistas son sus signos tutelares.
Lo más llamativo es que lo reconocen públicamente.
Y, como durante el fin de semana en Charlottesville, les está permitido, incluso, marchar y gritar consignas contra los negros, los inmigrantes, los homosexuales, los judÃos o los discapacitados, sin que las autoridades puedan ponerles freno.
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¿Cómo es esto posible?
De historia y de leyes
Expertos consultados por BBC Mundo explican que las diferencias en cómo se hace frente a los grupos neonazis en Alemania y en Estados Unidos está en las leyes, en el pasado histórico y en la interpretación de ambos.
Peter Kern, profesor de derecho penal de la Universidad de Colonia, en Alemania, explica a BBC Mundo que en su paÃs la utilización de insignias nazis está estrictamente prohibida por el Strafgesetzbuch, el código penal, desde finales de la Segunda Guerra Mundial.
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“El artÃculo 86a prohÃbe de forma terminante el uso de sÃmbolos de organizaciones inconstitucionales, ya sea banderas, emblemas, uniformes, consignas o modos de saludar, fuera de los contextos del arte, la ciencia, la investigación o la enseñanzaâ€.
“O sea, un museo puede mostrar una bandera con una esvástica, pero no está permitido que una persona la ondee dentro del territorio alemánâ€, puntualiza.
Según Kern, tras la derrota del nazismo, las marcas que dejó este fenómeno en la conciencia colectiva y el peligro de que se repitieran llevaron a las autoridades a legislar la prohibición de utilizar toda iconografÃa o discurso que pudieran recordar ese pasado.
Decidieron, también, ilegalizar a todo grupo que siguiera los cuestionables preceptos defendidos por Hitler y su camarilla.
No obstante, el investigador aclara que aunque los colectivos o partidos polÃticos que sean considerados neonazis están prohibidos, muchas agrupaciones ocultan su ideologÃa bajo la fechada de “extrema-derechaâ€.
Actualmente, las caras más visibles de esas corrientes son el Partido Nacional Democrático, que a inicios de este año estuvo a punto de ser prohibido, y una sección que se desprendió de este último, llamada Alternativa para Alemania.
En cualquier caso, a ninguno de ellos les está permitido hacer uso de materiales o iconografÃa pro nazi.
En Estados Unidos, en cambio, la utilización de estos sÃmbolos o la propagación del ideario nazi están amparada en el derecho a la libre expresión, consagrado por la Primera Enmienda (1791) de la Constitución.
Darren L. Hutchinson, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Florida, explica a BBC Mundo que esto aplica no sólo al discurso oral o escrito, sino que también protege el “discurso simbólicoâ€, como exhibir una bandera, realizar cualquier gesto o portar cualquier elemento gráfico.
“La Primera Enmienda implica que el gobierno de Estados Unidos no puede discriminar en base a un punto de vista determinado a la hora de imponer restricciones a la libertad de expresión. Si un estado, por ejemplo, decide restringir en su territorio el uso de sÃmbolos nazis debido a su mensaje, esto podrÃa constituir una restricción basada en un punto de vista y probablemente violarÃa la Constituciónâ€, detalla.
Uno de los casos más sonados en este sentido tuvo lugar en 1978, cuando la Corte Suprema de Illinois decretó que era “constitucional†que un grupo neonazi usara la bandera con la esvástica para marchar por Skokie, un barrio de Chicago habitado en su mayorÃa por sobrevivientes del Holocausto.
Aunque la marcha nunca se realizó, el fallo creó un precedente para el uso abierto de sÃmbolos nazis en Estados Unidos y para una mayor apertura en la asociación a grupos radicales de extrema derecha, considera Hutchinson.
De ahà que el uso de iconografÃa o la abierta militancia en organizaciones de corte neonazi en Estados Unidos pueda resultar más visible que en otras naciones.
“Al estar amparado por la ley, es más común encontrar grupos y sÃmbolos neonazis en Estados Unidos que en cualquier otro lugar . El gran peligro es que detrás de esos sÃmbolos de odio, puede ocultarse también la violencia como en los sucesos del fin de semanaâ€, asegura a BBC Mundo Brenda Castañeda, una fiscal de Charlottesville que trabaja como directora de programa del Legal Aid Justice Center, una organización de defensa de los derechos civiles en Virginia.
No obstante, señala que la Primera Enmienda también establece las bases y los lÃmites para castigar los hechos de violencia que puedan generarse por estos “discursos de odioâ€.
Los lÃmites del “odioâ€
Pero si en Alemania el código penal estipula como delito el uso de material inspirado en la ideologÃa nazi o la asociación en agrupaciones que se declaren abiertamente sucesoras del Führer, en Estados Unidos los parámetros para determinar cuándo un “discurso de odio†trasciende la ley son engorrosos.
“El derecho constitucional estadounidense desaconseja las ’restricciones previas’, que son aquellas que prohÃben acciones en base a lo que podrÃa ocurrir. Esto explica por qué es inconstitucional vetar la publicación de ciertos libros, como Mi lucha, o ilegalizar una manifestación, como la del fin de semana, en base a los efectos que podrÃan tener “, explica Hutchinson.
El académico aclara que hay limitadas excepciones para estos casos y están asociados a aquellos discursos que inciten a la violencia o que puedan ser catalogados como difamación, calumnia, obscenidad o incitación a la anarquÃa.
Su margen de aplicación, explica, es complicado, porque a veces no es fácil justificar legalmente que un discurso entre en algunos de esos parámetros que pueden ser subjetivos.
“Es difÃcil prever, por ejemplo, si un orador intencionalmente incitará a la violencia durante un discurso. Del mismo modo, es muy difÃcil justificar la prohibición de un discurso polÃtico o de materias vinculadas al interés público, como lo son la raza y la polÃtica. Entonces, para poder coartar el derecho a la libre expresión, las autoridades deberÃan tener una razón convincente y esto entra un limbo legal de muy amplia interpretaciónâ€, indicó.
Sin embargo, de acuerdo con la fiscal Casteñeda, el reconocimiento del derecho a la libre expresión, que legitima sucesos como los del fin de semana en Charlottesville, es también una forma de limitar el margen de interferencia del gobierno en las libertades civiles.
“Cuando los padres de la nación establecieron la Primera Enmienda, lo hicieron porque consideraron una verdad práctica: las autoridades no siempre ejercen el poder de la censura de manera responsable. En un momento dado, cuando el discurso subvierta la autoridad estatal, podrÃa considerarse ilegÃtimo. Es por eso que defendemos la libre expresión como una libertad civilâ€, sostiene.
La Asociación Estadounidense de los Derechos Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), ha estado a través de los años entre las organizaciones que han amparado el derecho a manifestarse de agrupaciones consideradas neonazis o de extrema derecha como el Ku Klux Klan o Vanguard America.
“Lo hacemos porque creemos en el principio de que una vez que se violan los derechos de una persona, todos los demás están en riesgo. La libertad de expresión no pertenece sólo a aquellos con los que estamos de acuerdo y la Primera Enmienda no sólo protege los discursos polÃticamente correctosâ€, asegura Chris Hampton, un especialista de la ACLU.
“De hecho, es en estos casos difÃciles cuando nuestro compromiso con la Primera Enmienda es más importante. Como ha dicho un juez federal, tolerar los discurso de odio es la mejor protección que tenemos en este paÃs contra cualquier régimen de tipo naziâ€, afima.
Pero más allá de las leyes y la polémica que genera su aplicación, los sucesos de Charlottesville no solo mostraron, en opinión de Casteñeda, la presencia y el auge de grupos neonazis en Estados Unidos, sino el peligro solapado que estos representan.
“Creo que estos actos han sido alimentados por el fanatismo y la retórica racista que han florecido en los últimos meses: la prohibición de la entrada a musulmanes a nuestra nación, la demanda de un muro fronterizo, los polÃticos llamando violadores a los inmigrantes... Creo que es este tipo de retórica que demoniza a grandes grupos de personas son las que traen estas consecuenciasâ€.
“El fin de semana fue Charlottesville. Mañana, podrÃa ser cualquier otra ciudad de Estados Unidosâ€, advierte.
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