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Rusia quiere matar a sus perros callejeros antes del Mundial de Fútbol, pero los activistas dan pelea

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Cada vez que el gobierno municipal de Rostov-on-Don emite licitaciones para matar a miles de perros callejeros de la ciudad, como lo hace de vez en cuando, Katya Kuzmenko entra en acción.

Esta activista del bienestar animal, con cuatro gatos en casa y un puñado de perros del vecindario que dependen de ella para su alimentación diaria, Kuzmenko está especialmente ocupada estos días. Mientras se acerca el inicio de la Copa del Mundo en Rusia, a partir del 14 de junio, Rostov-on-Don es una de las ciudades anfitrionas que está decidida a matar a sus perros callejeros.

Hace dos años, Kuzmenko obtuvo un título en línea en materia de contrataciones públicas y regulaciones de contratos para aprender a desafiar la práctica del gobierno de envenenar a los animales callejeros.

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Ahora revisa las licitaciones línea por línea tan pronto como el municipio las publica en el sitio web de compras públicas, y presenta denuncias contra cualquier violación en el léxico o la estructura de la propuesta. Según Kuzmenko, sus quejas obligaron al gobierno municipal a cancelar docenas de licitaciones que habrían matado a miles de los aproximadamente 10,000 perros callejeros de la ciudad.

Pero estas son apenas pequeñas victorias en lo que los grupos defensores de los animales definen como una guerra mayor, que se libra para presionar a Rusia a que adopte leyes federales de protección a los animales.

“No es normal en el siglo XXI que matemos perros y gatos en la calle de esta manera”, aseguró Kuzmenko. “Dicen que una nación debe ser juzgada por la forma en que trata a sus animales. Miren lo que estamos haciendo. Es vergonzoso”.

La práctica de matar perros callejeros en Rusia atrajo la atención internacional en 2014, antes de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, cuando grupos globales de defensa del bienestar animal pidieron al gobierno de la ciudad que pusiera fin a un método inhumano e ineficaz de controlar a los animales sin hogar.

Ahora, con la Copa Mundial de la FIFA -que comienza este 14 de junio-, el tema vuelve a estar en el centro de atención después de que siete de las 11 ciudades anfitrionas emitieran llamadas para matar perros callejeros antes de los partidos.

Rusia tiene un problema con los perros de la calle, y Rostov-on-Don, como la mayoría de las ciudades del país, realiza un sacrificio anual de las manadas que deambulan por los barrios en busca de comida y protección de su territorio. Algunos perros pasan toda su vida al cuidado de los vecinos, que comparten el patio común en un gran bloque de viviendas de concreto que datan de la era soviética. Otros evitan a los humanos enojados con sus brotes de ladridos a altas horas de la noche.

Los contratos del gobierno pagan hasta $160,000 para matar a miles de animales callejeros, según los lineamientos de cada licitación. Los métodos de asesinato varían según el contratista. Algunos disparan a los animales con dardos venenosos y los dejan morir lenta y dolorosamente, según aseguran los activistas. Otros contratistas los atrapan, practican la eutanasia y creman los cuerpos.

Varias organizaciones internacionales escribieron cartas a los gobiernos de las ciudades anfitrionas, instándolas a probar en cambio un programa de captura, esterilización y liberación.

Uno de esos grupos, Humane Society International, aseguró que sus misivas no recibieron respuesta. Ekaterimburgo, una ciudad de 1.3 millones de habitantes ubicada al borde de los montes Urales, fue el único municipio de los 11 que respondió a People for the Ethical Treatment of Animals (PETA). La nota del gobierno de la ciudad decía que el programa de esterilización sugerido no funcionaría porque “las reglas existentes son humanas y actúan bien”.

Solo cuatro ciudades anfitrionas -Moscú, San Petersburgo, Nizhny Novgorod y Kaliningrado- tienen una política contra la matanza de animales callejeros. Las otras siete contratan a “cazadores de perros”, como se les llama en Rusia, para matarlos.

“Este año, en Sochi tenemos la misma situación que antes de los Juegos Olímpicos de 2014”, aseguró Andrzej Pazgan, el coordinador de PETA para Europa Oriental. “Si los sacrificios masivos fueran efectivos, no tendríamos el mismo problema cuatro años después”.

PETA y Humane Society International abogan por un programa de esterilización que libere a los perros callejeros de vuelta a su territorio una vez que sean esterilizados, o castrados y vacunados. “En cualquier país dado, si hay un número creciente de perros en la calle y no se aborda la situación con algún tipo de método de reducción humano y sostenible, las cifras solo se mantienen estables o aumentan”, explicó Kelly O ‘Meara, vicepresidente de Humane Society International.

No existe una legislación de bienestar animal en Rusia. Un proyecto de ley languideció en el parlamento, la Duma, durante más de siete años, sin que haya legisladores interesados en plantear el tema. Una cláusula en el código penal del país permite el enjuiciamiento por matar o torturar animales mediante medios “sádicos”, pero incluso esos casos pueden ser difíciles de probar: las fuerzas rusas del orden no manejan rutinariamente cuestiones de abuso o negligencia animal.

Los rusos aman a sus mascotas y los apodan con diminutivos, tal como como cualquier dueño amoroso. Las razas de moda, como pugs y corgis, son populares en Moscú y otras áreas metropolitanas. También lo es cualquier raza pequeña que pueda llevarse en un bolso a uno de los modernos cafés de Moscú. Las ferias de adopción patrocinadas por organizaciones benéficas locales se han vuelto más comunes, al igual que los sitios de redes sociales que publican fotos e historias de perros que necesitan hogares.

Pero si bien hay muchos dueños de mascotas responsables en Rusia, no existe una cultura de esterilización o de vacunación, particularmente para aquellos animales que se usan como perros guardianes en cabañas de verano o dachas, señaló Ekaterina Dmitrievam del Fondo de Protección de Animales Urbanos, en Moscú. Además, Rusia no exige que los veterinarios tengan licencia o estén registrados a nivel gubernamental, agregó.

“Los animales son considerados una propiedad; en Rusia no se cree que tengan ningún derecho a la protección”, añadió Dmitrieva.

También ha sido un desafío lograr que los rusos participen activamente en la defensa de las leyes de bienestar animal. “Cuando le cuentas a la gente que el gobierno ruso le paga a las personas para que maten animales callejeros, al principio ni siquiera pueden creer lo que estás diciendo”, relató la activista. “Pero luego me preguntan, ‘¿Por qué deberíamos preocuparnos por estos perros callejeros cuando los humanos tenemos suficientes problemas propios?’”.

La sociedad civil rusa es débil en el marco del gobierno autoritario del presidente Vladimir Putin. Los grupos ambientalistas y de derechos humanos están sujetos a la presión del Kremlin. En 2012, el país aprobó una ley que exige que las organizaciones que cooperan o toman dinero de grupos internacionales se registren como “agentes extranjeros”, un estigma al cual muchas organizaciones, incluida la de Dmitrieva, no se quieren arriesgar.

Aunque una legislación federal pueda estar lejos todavía, algunos activistas rusos como Kuzmenko, han hecho lentos progresos en sus comunidades. Dieciséis meses después de terminar su curso de certificación, la mujer logró persuadir a la oficina gubernamental que emite licitaciones para que consulte con ella antes de darlas a conocer públicamente.

Kuzmenko es parte de una organización sin fines de lucro llamada Dog Patrol, que recauda fondos para construir un refugio de animales no gubernamental, en un viejo almacén de imprenta situado en las afueras de Rostov. El lugar, de 8,600 pies cuadrados, contará con salas quirúrgicas, donde perros y gatos sin hogar podrán ser esterilizados y vacunados. Los perros se recuperarán en compartimentos individuales antes de ser devueltos a su territorio en la ciudad. El grupo planea eventualmente agregar un servicio de adopción.

“El gobierno no comprende del todo el problema, ni cómo resolverlo, así que simplemente piensan que es más barato matarlos”, indicó Sergei Menshikov, otro miembro de Dog Patrol, al referirse a la gran población callejera de la ciudad.

Una vez terminado, el refugio estará equipado para esterilizar a 400 perros por mes, a un costo estimado de $19,300, dijo Menshikov. “A ese ritmo, podríamos castrar alrededor del 80% de la población de perros callejeros en la ciudad en dos años”, estimó.

Rusia necesita una campaña nacional para educar a los dueños de mascotas sobre cómo mantener animales sanos y domesticados, agregó O’Meara, de Humane Society International. “Esta es una historia sobre los humanos, también”, agregó. “Mientras haya personas que compren perros como mascotas y luego los abandonen, sin esterilizar, el ciclo seguirá repitiéndose”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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