Equipo mexicano en las Olimpiadas tiene sabor del norte de la frontera
LOS ANGELES TIMES/PYEONGCHANG, COREA DEL SUR — Robert Franco nació y creció en el norte de California, hijo de un papá mexicano y una mamá estadounidense. Parece blanco y ha olvidado la mayor parte del español que hablaba como niño.
Pero sí se recuerda de muchos viajes que tuvo a Jalisco y Guanajuato, las reuniones con sus tíos y primos en Puerto Vallarta. Jugó futbol. También, siempre había comida mexicana en la mesa de su familia.
“Soy estadounidense, soy mexicano”, dijo Franco. “Soy los dos”.
Es un esquiador estilo libre que competirá el domingo. En el pasado ha terminado hasta en sexto puesto en los campeonatos mundiales. Al tener doble nacionalidad, no tenía otra opción que decidir entre Estados Unidos o México para clasificar a las Olimpiadas. Como atleta de Estados Unidos, hubiera sido candidato a estar en uno de los cuatro primeros puestos. Como mexicano, estaba seguro su puesto. Solamente necesitaba estar en un nivel olímpico en su deporte, que representaba estar entre los primeros 30 a nivel mundial.
Así que durante la ceremonia de apertura de las Olimpiadas la semana pasada, Franco, de 24 años, estuvo con México en la marcha, representando el país de sus antepasados. Es uno de las docenas de atletas en estos juegos que compitieron en otro país donde nacieron. Las Olimpiadas requieren solamente que un atleta “tenga nacionalidad del país en el que está compitiendo”.
Algunos atletas se cambian de país porque su país adoptivo puede darle más recursos de entrenamiento y oportunidades. Otros, porque es la única forma en la que pueden competir. Al igual que Franco, en el equipo olímpico de México existen otras cuatro personas: dos esquiadores de montaña, uno de Estados Unidos y otro de Canadá, que no hubieran estado en estos juego si no tenían esta opción.
Sarah Schleper, de 38 años, es un exolímpica de Estados Unidos que se convirtió en mexicana por medio del matrimonio.
Otro, Rodolfo Dickson, de 20 años, nació en México pero fue adoptado y criado por una pareja canadiense.
Sus historias ilustran cómo las personas se pueden identificar con una nacionalidad en particular o cultura.
“Siempre me sentí mexicano”, dijo Dickson.
La apariencia también fue un factor. Como huérfano a los 9 años, Dickson fue adoptado por Barry Dickson y Dana Sommers, residentes de la provincia de Ontario, cuando tenía tres años.
Dickson no recuerda a su orfanato en Puerto Vallarta, donde lo adoptaron. Tampoco sabe de sus papás adoptivos y tampoco le interesa.
No habla español y su exposición a la cultura mexicana se trató solamente de las vacaciones en familia en Puerto Vallarta, donde su familia adoptiva tiene algunas propiedades.
“Por mi acento, la mayoría de las personas creen que soy canadiense o estadounidense”, dijo Dickson, quien competirá en slalom y slalom gigante el domingo y jueves, respectivamente. “Pero sí me siento mexicano. Siempre lo he sentido”.
Su apariencia oscura provocó que la gente lo notara más en la escuela, al igual que en estos juegos, donde la mayoría de los participantes son de origen europeo o asiático.
“Siempre soy el mexicano”, dijo.
Dickson estuvo en el circuito junior, pero cree que está aún a 10 años de alcanzar su mejor nivel. Su ciudadanía mexicana y pasaporte, le ofrecieron una entrada a las Olimpiadas en esta ocasión.
Del otro lado, el pasaporte mexicano extendió la carrera internacional de Schleper. La originaria de Colorado representó a los Estados Unidos en cuatro Olimpiadas, el primero en 1998. Terminó en décimo lugar en slalom en los Juegos Olímpicos de Turín en 2006.
Ahora puede competir con México porque se casó con un ciudadano mexicano, un agente de bienes raíces, Federico Gaxiola de la Lama.
La idea de competir con México inicialmente surgió en los campeonatos en 2009 por medio de Hubertus von Hohenlohe, decendiente de la realeza holandesa, que nació en México y representó al país azteca en cinco Olimpiadas.
El esposo de Schleper estaba emocionado por la idea.
“No sabíamos que no podíamos obtener el pasaporte hasta después de los cinco años”, dijo Schleper con una sonrisa.
No pudo obtener su ciudadanía mexicana y el pasaporte a tiempo para las Olimpiadas de Sochi en 2014, pues la recibió un mes después de los juegos.
“Cuando me mandaron el email, estaba tan contenta de que era mexicana”, dijo. “¿A quién le importan las Olimpiadas?”.
El asegurarse su pasaporte como ciudadana mexicana, le permitió a Schleper “tener un sentimiento diferente. Lo quería tanto”.
“No había nada que yo quisiera tanto que ese pasaporte. Siempre estuve enamorada de México, su cultura y su comida y todo lo demás”.
“Soy completamente blanca y mi acento en español es muy malo, pero ahora soy mexicana”.
Sus hijos, Lasse y su hija Resi, ya cuentan con la ciudadanía mexicana por su papá.
“Fue la razón principal por la cual me dieron el pasaporte”, dijo Schleper. “Ellos me dijeron que me dieron el pasaporte no porque estábamos casados, pero porque teníamos hijos mexicanos”.
El reto más grande para participar en estos Juegos es que el Comité de México para los Juegos no provee a los atletas con el apoyo económico. Schleper dijo que su viaje a Corea del Sur fue patrocinado por sus familias y amigos. Dickson necesitó del apoyo de su mamá para entrenar a tiempo completo. Franco trabajó en construcción para mantener sus sueños vivos.
“He hecho plomería, he hecho techos, he hecho concretos”, dijo Franco. “Estoy seguro que puedo construir una casa ahora”.
“La gente dice: ‘oh, estás tomando la ruta más fácil para representar a México’. No hay nada fácil en lo que he hecho”.
Schleper terminó en el puesto 39 en la primera carrera en slalom gigante el jueves. No pudo terminar la segunda prueba.
Schleper dijo que quería tener participación en estos juegos para simbolizar la unidad que hay entre Estados Unidos y México.
“Siento que mi papel es de juntar a los dos países”, expresó.
Esto podría ser el papel de todo el equipo mexicano. El portador de la bandera mexicana en la ceremonia inaugural fue el esquiador de campo a través Germán Madrazo, un atleta de 43 años de Querétaro, México, que ha vivido en Texas por la última década. Madrazo, quien comenzó a esquiar hace un año, terminó en último (115) en la carrera de 15 kilómetros estilo libre el viernes pasado.
Franco vivió en la Ciudad de México por unos meses el año pasado y piensa volver en el futuro.
“Si voy a representar a México, quiero conocer la cultura”, dijo Franco. “Quiero vivir en México, quiero vivir y ser mexicano”.
Franco dijo que está comenzando una compañía de salsa y piensa vender los productos en ambos países. También quiere que el deporte del esquí sea más conocido en México, pensando que si gana una medalla, podría inspirar a alguien en el país a tratar de construir un lugar más instalaciones.
“Mi plan es ganar”, dijo. “Tengo que ganar, Quiero cambiar e influenciar a la gente al ganar, más que cualquier otro atleta en mi disciplina”.
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