Los Minaya: El padre, hombre de béisbol; hijo basquetbolista
Hijo del exgerente de los Mets Omar Minaya y miembro de una familia beisbolera, Justin Minaya llevaba el béisbol en la sangre.
NUEVA YORK — Justin Minaya llevaba el béisbol en la sangre. Con el correr de los años, no obstante, su idolatría por José Reyes dio paso a la idolatría de Kobe Bryant y el básquetbol se le metió en el corazón.
Ahora solo restaba decírselo a su padre.
No era tarea sencilla. Su progenitor no es uno de esos padres de pequeñas ligas. Es Omar Minaya, el gerente general que casi lleva a los Mets a la Serie Mundial. Y antes de eso, el primer gerente general hispano en la historia de las grandes ligas, con los Expos de Montreal.
No hace falta decirlo, Justin pasó su infancia blandiendo un bate y corriendo las bases. Su pasión por el básquet vino después.
“De niño, el béisbol era mi deporte preferido. Quería jugar en las grandes ligas. Ser como José Reyes”, declaró Justin.
Buscatalentos de corazón, su padre Omar dice que Justin era un pítcher zurdo con buen brazo, que podía fildear pelotas en el jardín central.
Pero en la secundaria pegó tremendo estirón, llegando a los 1,98 metros (6 pies 6). Por esa época falleció su tío James Albright, apasionado del básquet y de Bryant en una familia beisbolera.
“Uncle Jay” le transmitió su pasión por el básquet.
“Lo quería mucho. Hizo que me dedicase al básquet”, cuenta Justin.
Justin siguió creciendo y enfocándose en el básquet. Se dio cuenta de que tenía que dejar el béisbol.
“Para jugar a un alto nivel, tienes que entrenarte y trabajar duro”, dijo su padre, quien jugó por un tiempo en las ligas menores pero nunca llegó demasiado lejos como pelotero.
Llegó el día en que Justin dio la cara le dijo a su padre lo que sentía.
“Estaba un poco nervioso al principio. Pero él no tuvo problema alguno. Dijo que quería que lograse todo lo que me proponía en el básquet”, contó Justin.
Minaya padre, de hecho, le dio todo su apoyo en su casa de Nueva Jersey.
“Cuando le dije lo que quería, sacrificó todo”, relató Justin. “Si quería practicar tiros por la noche tarde, él me acompañaba. Iba al gimnasio conmigo. Si había que levantarse a las cinco de la mañana para un partido, él me despertaba. Siempre me apoyó. Es algo que le agradezco mucho”.
Justin no se equivocó al apostar al básquet.
Tuvo cuatro años buenos en Carolina del Sur y este año pasó a Providence, donde él y otro recién llegado, Al Durham, cayeron muy bien entre los veteranos del equipo.
“Conocía a un ayudante de técnico de Carolina del Sur. Trabajamos bastante con él, hicimos muchas llamadas. Un día hablamos vía Zoom y quedé encantado con él. Necesitábamos otro jugador capaz de desempañar varias funciones, de 6-6 o 6-7 (unos dos metros)”, contó el técnico de Providence Ed Cooley, nombrado técnico del año en la conferencia Big East. “Lo queríamos con nosotros”.
“Las cosas salieron bien. Es uno de los chicos más buenos. Nunca tiene un mal día. Tiene una linda sonrisa, buen ánimo, es un gran compañero. Honestamente, es el prototipo de jugador que quiero conmigo”.
Jugador versátil que aporta muchos minutos y hace un poco de todo, Minaya con frecuencia marca el mejor delantero rival, juegue donde juegue. Tuvo un promedio de 6,6 puntos y 5,7 rebotes por partido y ayudó a que Providence se alzase con su primer título de la Big East en 43 años. Ahora se prepara para el gran torneo de la NCAA.
Su presencia nunca fue más importante que en el último minuto del partido que Providence ganó 65-61 a Butler en los cuartos de final de la Big East el jueves, en el que hizo dos tapadas fenomenales que preservaron la ventaja de su equipo.
“No se habla todo lo que se debería hablar de él. Para mí es el mejor defensor de la Big East”, afirmó Durham. “Es fundamental. Hace muchas cosas que no aparecen en las estadísticas”.
Minaya recuperó ocho rebotes en ese partido.
“Honestamente, tenerlo es un sueño”, dijo Cooley. “Siento como que lo conozco desde siempre. Sus padres son muy buenos. Él se motiva solo. Da gusto dirigirlo. Jamás hubiéramos llegado adonde llegamos sin él. Es una joya”.
Omar Minaya, desde ya, estaba en las tribunas, viendo a su hijo jugar por segunda vez en el Madison Square Garden.
“Es curioso porque siempre veía béisbol. Ahora es la figura más apasionada por la Big East que conozco. Lo único que hace es ver el básquet universitario, leer artículos sobre el básquet universitario”, cuenta Justin. “Con mi madre nos reímos porque lo tiene en su iPad, en la televisión, en el teléfono. Mira tres partidos a la vez”.
Minaya padre, de 63 años y quien fue también vicepresidente senior de operaciones del béisbol y gerente general interino de los Padres de San Diego, fue contratado el mes pasado por las grandes ligas como asesor de scouting.
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