Anna Nguyen caminó hacia el templo de Bao Quang, lista para cantarle y rezarle al majestuoso Buda dorado. Ante la cercanÃa del Año Nuevo Lunar, pensó en hacer una ofrenda de 100 dólares y pedir bendiciones para sus familiares enfermos.
Justo en ese momento sonó su teléfono. Era su prima, que cuestionó si entrar al templo de Santa Ana le parecÃa inteligente, en medio del brote de la variante Ómicron, muy contagiosa.
La mujer, estadounidense de origen vietnamita, decidió entonces dar media vuelta y renunciar a su ritual habitual de Año Nuevo. “Mi prima es un poco mandona, pero me hizo reconsiderar la decisiónâ€, reconoció Nguyen, quien tiene 50 años y trabaja en el comercio electrónico. “Finalmente, hay menos abrazos, más Zoom, y nadie organiza grandes banquetes que cuestan mucho dineroâ€.
En todo el sur de California, los estadounidenses de origen asiático celebran un segundo Año Nuevo Lunar en la pandemia; el Año del Tigre comenzará este martes, pero la situación implica el ajuste de las arraigadas tradiciones.
En lugar de vestirse para visitar a los ancianos vulnerables, los jóvenes comparten sus deseos de buena salud en FaceTime. Algunos crean obras de arte o graban videos para enviárselos a sus abuelos, a quienes no verán en persona.
En el extenso Templo Hsi Lai en Hacienda Heights, las multitudes de fieles que normalmente vienen a pedir deseos de Año Nuevo están ausentes, y solo unos pocos pueden rezar con cita previa.
Otros toman ciertos pequeños riesgos y asisten a festivales al aire libre o celebran con un pequeño grupo.
Helen Lin decidió no volar a Taiwán para visitar a su padre durante la festividad. Ella no lo ha visto desde que comenzó la pandemia, hace más de dos años. Ese paÃs requiere una cuarentena de 14 dÃas para los viajeros internacionales. Su padre es diabético, lo cual aumenta su riesgo de desarrollar un caso de COVID-19 grave. “La tarifa aérea es más cara. No hay tantos vuelos, y una vez que estemos allÃ, debemos aislarnos por más tiempoâ€, afirmó Lin, de 32 años y residente de Los Ãngeles, que trabaja en el comercio minorista.
En los últimos años, su familia se vistió con atuendos tradicionales —qipao del lado chino y hanbok del lado coreano— para asistir a fiestas en la casa de parientes, disfrutar del fagao -una especie de “pastel de la prosperidadâ€- en una mesa salpicada de delicias de la suerte como kumquats o manduguk, una sopa de bola de masa coreana.
Esta vez, puede quedarse en casa y pedir sushi.
Para algunos, la pandemia ha creado la oportunidad de presentar sus tradiciones gastronómicas festivas a una amplia audiencia mientras comparten tiempo con sus familias inmediatas.
Martin Yan, de la serie de televisión “Yan Can Cookâ€, suele pasar las vacaciones de viaje: Camboya, China, Malasia, Singapur. Ha levantado su copa en todos esos sitios, brindando por la buena fortuna de sus anfitriones.
Pero el año pasado y nuevamente en 2022 preparará un festÃn desde la cocina de su casa para miles de seguidores en lÃnea. En el menú del martes, para el webcast gratuito de Yan con el chef Lucas Sin, hay costillas de cerdo y pollo en cazuela de barro, ambos marinados en cerveza Tsingtao, junto con una ensalada lo hei, que significa “condimentar la buena fortuna†en cantonés.
La ansiedad de las personas por el temor a enfermarse durante la pandemia llevó a Yan a compartir creencias tradicionales chinas sobre las propiedades curativas de los alimentos. Le ha dicho a su audiencia que las peras son buenas para la garganta y los pulmones, mientras que las granadas y las bayas de goji desarrollan inmunidad.
“La idea es educar a más personas sobre la cultura asiática, y más que nunca antes, cuanto más se entiendan a través de la comida, mejor se llevarán, especialmente durante el aumento del odio contra los asiáticosâ€, remarcó Yan, de 73 años, quien nació en Cantón, China.
Su esposa y sus hijos gemelos están contentos de tenerlo en casa, en el condado de San Mateo, no solo para el Año Nuevo Lunar, sino también de haber disfrutado de su compañÃa en los pasados dÃas de Acción de Gracias y Navidad.
Colin y Devin, ambos de 28 años, se mudaron con sus padres durante la pandemia. Trabajan desde sus oficinas en el hogar -Colin como quiropráctico que realiza consultas de telesalud y Devin como contador-, con su papá cerca, compartiendo sus técnicas de cocina y mostrando alimentos almacenados en tres refrigeradores a gente de todo el mundo.
De manera similar, los vietnamitas estadounidenses Tien Nguyen y Diep Tran expondrán a una audiencia sintonizada desde San Francisco, Nueva York y Dallas, asà como también desde Los Ãngeles, cómo hacer pasteles de arroz cuadrados llamados banh chung, que se comen tradicionalmente para el Año Nuevo.
Nguyen y Tran formaron el Banh Chung Collective para unir a los amantes de la comida al preparar el plato y fortalecer los lazos entre mujeres, personas de la comunidad LGBTQIA y de color.
Durante la pandemia, la reunión ha sido virtual, pero todos aún envuelven arroz, chalotes, frijoles mung y carne de cerdo en hojas frescas de plátano, usando kits de 50 dólares. Es “un momento de unión en tiempos de altibajosâ€, señaló Nguyen, autor de un libro de cocina en Eagle Rock.
“Cuando haces algo desde cero, es revelador. Hay un sentido de propiedad y derecho a alardear a medida que descubres más partes de una culturaâ€, comentó Tran, exchef y propietario de Good Girl Dinette en Highland Park.
Por segundo año, la tradición de entregar dinero en efectivo en sobres rojos se ve interrumpida por la pandemia. Además de que los miembros de las familias extendidas no se reúnen en persona, los billetes de 20 y 100 dólares, que se supone que son nuevos y perfectamente nÃtidos, escasean por la falta de mano de obra.
Algunas personas recurren a insertar cheques en los sobres. Otras, no pueden hacerlo.
Un dÃa, a finales de enero, Ron Chen corrÃa de un banco a otro en el Barrio Chino del centro de Los Ãngeles, tratando de conseguir billetes nuevos. Finalmente, decidió dar tarjetas de regalo a sus sobrinas y sobrinos, a pesar de que unas fiestas sin “billetes nuevos de 10 y 20 no son realmente parte de la tradiciónâ€.
Chen, de 40 años, que trabaja en una clÃnica médica en Alhambra y es inmigrante de Hong Kong, no hace todo según la costumbre. En lugar de festejar con la familia, él y sus amigos a veces van a Las Vegas para disfrutar de la comida en buffets, un espectáculo y algunas apuestas, pero no lo harán este año. “Supongo que ahorraré dinero y protegeré mi saludâ€, comentó.
Algunas celebraciones públicas de Año Nuevo continúan, pero en forma reducida. En el O. C. Fair & Event Center, en Costa Mesa, los organizadores del enorme Festival Tet, la reunión más grande del Año Nuevo Lunar en el paÃs, lo redujeron de tres dÃas a dos.
Aquellos que crucen las puertas el 5 y 6 de febrero deberán mostrar un comprobante de vacunación, y habrá estaciones de desinfección de manos en todas partes. El popular certamen de Miss Vietnam del Sur de California se llevará a cabo al aire libre.
Thinh Nguyen, quien encabeza el comité organizador, espera que la asistencia sea de la mitad o tres cuartas partes de un año tÃpico, cuando el festival puede atraer hasta a 100.000 personas de todo el paÃs para disfrutar de la combinación de tradición, feria del condado y fiesta en la playa.
Nguyen, de 27 años, contrajo COVID-19 en enero del año pasado. Está totalmente vacunado y con refuerzo. “Han pasado más de dos años, asà que he aprendido a hacer lo debidoâ€, comentó. “No puedes dejar que el miedo te impida vivirâ€. El festival debe continuar, afirmó, porque es una rara oportunidad para que los estadounidenses vietnamitas que no viven en el sur de California experimenten una gran celebración de su cultura.
Christine Vo, directora de admisiones del evento, se involucró por primera vez en el festival como estudiante voluntaria, para acercarse a sus raÃces. “Lo que la gente no se da cuenta es que ésta es una oportunidad de aprender realmente sobre el lugar de donde vienesâ€, afirmó la joven de 23 años. “Con pandemia o sin ella, los invitados quieren estar en la aldea tradicional de Vietnam para leer poesÃa y disfrutar. Desean tomar fotos para las redes sociales. Además de ser más cuidadosos para combatir el virus, pero también necesitan estar unidosâ€.
En Little Saigon, de Westminster, el desfile anual de Tet continuará el martes con bailarines, junto con artistas y dignatarios en trajes tradicionales, a pesar de las preocupaciones de salud.
Los polÃticos locales y los miembros del Concejo Municipal planean saludar a la multitud desde carrozas. Pero algunos activistas pidieron cancelar el desfile por temor a que sea un evento de “súper propagaciónâ€.
Por el contrario, la celebración habitual en el Barrio Chino de Los Ãngeles pasará de las calles al modo remoto. Los espectadores verán una historia animada de 24 minutos sobre el Buey, regente del año pasado, que le pasará la batuta al Tigre, rey de este año. Conocidos actores asiáticos harán cameos.
“En años anteriores, tuvimos un festival de comida y bandas de música y bailarines de leones, pero hacerlo ahora no es responsableâ€, comentó Gloria Chang Yip, vicepresidenta de la Cámara de Comercio del Barrio Chino de Los Ãngeles. “Queremos celebrar, y hacerlo con seguridadâ€.
Peter Dao, gerente de producción en Great Wall Supermarket, de Monterey Park, celebrará con su esposa, dos hijos y algunos otros familiares. Comerán lau thap cam, un estofado caliente vietnamita con pescado que simboliza la abundancia, y una variedad de verduras y camarones, asà como mi xao, o chow mein salteado.
La reunión será más pequeña de lo habitual, pero “no podemos dejar completamente de lado a todos los parientesâ€, reconoció.
Para él, transitar la era del COVID es una cuestión de toma y daca. “No todos dejan de celebrarâ€, comentó. “Cada uno tiene diferentes filosofÃas y se trata de encontrar el equilibrioâ€.
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