Los tiroteos en lugares de trabajo son demasiado comunes en California. El último se ajusta a un patrón
En un período reciente de 25 años, casi una cuarta parte de los tiroteos masivos en lugares de trabajo de todo el país tuvieron lugar en California, según los investigadores.
Mató a la gente que quería matar.
Apuntó a sus compañeros de trabajo.
Tenía una lista.
Así es como los testigos y las autoridades describen al tirador que abrió fuego en un patio ferroviario de San José el miércoles por la mañana, matando a nueve hombres antes de aparentemente suicidarse.
Los agentes todavía están investigando por qué un trabajador de mantenimiento de tránsito empacó una bolsa con armas semiautomáticas, así como cargadores de alta capacidad, se subió a su camioneta Ford blanca y se dirigió al trabajo con la intención de provocar el caos.
Cuando Samuel Cassidy apretó el gatillo, una y otra vez, estaba cometiendo un crimen raro pero aterrador, uno que ha aumentado drásticamente desde que la pandemia comenzó a menguar.
Ha habido 37 tiroteos masivos en lugares de trabajo desde 2009, según datos rastreados por Everytown for Gun Safety. Pero en una tendencia alarmante, cinco de esos ataques mortales ocurrieron solo en las últimas 10 semanas.
Y dos de estos sucesos en este año se llevaron a cabo en California, en consonancia con otro cambio letal. De 1986 a 2011, una cuarta parte de todos los tiroteos masivos en el lugar de trabajo en todo el país ocurrieron aquí, según investigadores del John Jay College of Criminal Justice de Nueva York.
En ese lapso, Robert McCrie, profesor de gestión de seguridad en John Jay, ha registrado 44 de lo que su investigación describe como homicidios masivos en lugares de trabajo en Estados Unidos. Once sucedieron en la entidad. Los siguientes estados más mortíferos fueron Texas, Florida y Missouri; cada uno con tres acontecimientos de esta naturaleza.
Se han robado al menos 40.000 millones de dólares en desempleo relacionado con la pandemia, pero el Congreso está a punto de aprobar más dinero con pocas garantías nuevas.
Por qué California, admitió McCrie, sigue siendo un misterio y requiere más investigación. Pero quién comete estos crímenes es mucho más claro, y el culpable de la matanza en San José encaja en el perfil general.
No existe una definición estándar de lo que constituye un tiroteo masivo en el espacio laboral. Dependiendo del investigador y de los datos disponibles, tales definiciones pueden variar en el número de víctimas mortales, ya sea que el recuento de lesionados incluya al tirador o personas que resultaron heridas, pero no muertas, y la ubicación.
Los tiradores en lugares de trabajo “tienen más probabilidades de atacar, como vimos en este caso”, señaló McCrie, “y lo hacen en el sitio donde el dolor puede ser mayor, ya sea en su hogar, su vecindario o en su lugar de trabajo”.
Lo sorprendente del tiroteo de la Autoridad de Transporte del Valle (VTA, por sus siglas en inglés) “fue cuánto se ajustaba a los otros casos”. El tirador, comentó, “era un trabajador descontento. Había dado muchas señales sobre su insatisfacción con su vida. Hizo amenazas específicas de que mataría a gente hace algún tiempo, pero no fue escuchado”.
Y así, la mayor parte del turno matutino en el VTA, que opera líneas de autobús y tren ligero en Silicon Valley, fue aniquilado.
Estos son los hombres que murieron: Paul Delacruz Megia, de 42 años; Taptejdeep Singh, 36; Adrián Balleza, 29; José Dejesus Hernández III, 35; Timothy Michael Romo, 49; Michael Joseph Rudometkin, 40; Abdolvahab Alaghmandan, 63; Lars Kepler Lane, 63; y Alex Ward Fritch, 49.
El video de seguridad publicado en YouTube por la Oficina del Sheriff del Condado de Santa Clara muestra al tirador caminando tranquilamente a través del patio ferroviario el miércoles por la mañana, por una amplia franja de asfalto rodeada de vías y pasando por un tren ligero estacionado cerca de los dos edificios donde ocurrió el tiroteo.
Uno alberga el equipo de caminos, energía y señalizaciones, y el segundo edificio incluye operaciones y mantenimiento del tren ligero, según una empleada de oficina de VTA, que quiso permanecer en el anonimato porque le aconsejaron que no hablara con los medios de comunicación.
Según la distribución del primer edificio y las ubicaciones de las salidas, indicó, las víctimas no habrían tenido “ningún lugar adonde ir”.
Cassidy llevó solo una fracción de su arsenal con él el miércoles: tres armas semiautomáticas de 9 mm y 32 cargadores de alta capacidad completamente cargados con municiones.
La extrema derecha en el condado de Orange sigue siendo una fuerza y se basa en una larga historia de extremismo.
Dejó latas de gasolina, presuntos cócteles Molotov, 12 armas de fuego y aproximadamente 25.000 cartuchos de varios tipos de municiones. Las autoridades señalaron que el tiroteo fue “un evento planeado”.
El portavoz del sheriff del condado de Santa Clara, Russell Davis, describió a Cassidy durante una sesión informativa el jueves como “un empleado de VTA muy descontento durante muchos años, lo que puede haber contribuido a por qué se dirigió a los trabajadores de la agencia”. Fue detenido por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en 2016 y se descubrió que profesaba “un odio hacia su lugar de trabajo”, como se informó por primera vez en el Wall Street Journal.
La VTA está revisando los registros de Cassidy, investigando si hizo temer a otros empleados, indicó la autoridad.
En un estudio de tiroteos en el lugar de trabajo publicado en la revista Injury Epidemiology en 2019, los investigadores analizaron tales ataques en todo el país entre 2011 y 2015 y encontraron que el 40% se cometieron durante robos y el 12% tenían motivos desconocidos.
Fue el otro 48% (744 tiroteos) lo que dio una idea de la mente y la motivación del atacante. Aproximadamente tres cuartas partes de esos tiroteos involucraron una discusión o un conflicto.
Los investigadores también encontraron que, si bien hubo una disminución en estos enfrentamientos con armas de fuego durante los robos, en el período de tiempo estudiado, el número de tiroteos cometidos por un compañero de trabajo “mostró una tendencia errática y ascendente”.
“Cuando pensamos en las balaceras en el trabajo, que se remontan a los años 90, solíamos pensar en ellos como robos que salieron mal”, comentó Mitchell Doucette, científico asistente del Centro para la Prevención y Política de la Violencia Armada de la Universidad Johns Hopkins.
“Los homicidios en el lugar de trabajo, en particular los tiroteos, ya no están relacionados con el robo, pero son más a menudo de naturaleza interpersonal”, indicó Doucette, uno de los autores del estudio. Son “discusiones, conflictos que pueden existir entre compañeros de trabajo y clientes o parejas íntimas”.
Se cree que Cassidy cometió los crímenes solo, que es como aparentemente vivió la mayor parte de su vida. Las autoridades describieron su casa de San José como “desordenada” y una “posible situación de acumulador”.
Estuvo casado durante una década, pero se divorció en 2005. Cecilia Nelms, su ex esposa, le comentó a Associated Press que Cassidy había hablado de matar gente en el trabajo hace más de una década.
“Nunca le creí y jamás sucedió”, admitió. “Hasta ahora”.
Sus compañeros lo describieron como un solitario en la agencia, donde trabajó durante los últimos ocho años. McCrie, de John Jay College, indicó que esa es una característica que comparten muchos tiradores en el espacio laboral.
“Atraen el acoso y, a veces, ese es el factor que lo desencadena”, señaló. También es típico, como en el caso de Cassidy, que “o han sido sancionados, se enfrentan a una audiencia disciplinaria o han sido despedidos”.
Pero algunos que estudian a los tiradores en el lugar de trabajo creen que no son diferentes de cualquier otro hombre, y generalmente es alguien que lleva un arma a un lugar público y mata. Y la inmensa mayoría de los empleados descontentos no disparan en sus sitios de empleo.
“Los trabajadores de todo el mundo son despedidos, tienen desacuerdos en su oficina”, señaló Shannon Watts, fundadora del grupo de defensa Moms Demand Action. “Lo que hace a Estados Unidos diferente es que les damos a estas personas un fácil acceso a arsenales y municiones”.
Seamus McGraw ha estudiado lo que él llama la era moderna de los tiroteos masivos, que según él comenzó el 1 de agosto de 1966, cuando Charles Whitman llevó armas a la plataforma de observación de una torre en la Universidad de Texas en Austin y comenzó a disparar.
Su libro sobre la violencia armada, “Desde una torre más alta”, se publicó en abril. Él cree que la cobertura de tiradores masivos los ha hecho más visibles y llamativos; es un error, comentó, que ha cometido él mismo.
Sostiene que todos los que perpetran estos actos son iguales: “farsantes, fraudes y debiluchos”. Y él cree que el tirador de San José, no dirá su nombre, “encaja perfectamente en ese molde”.
“No veo tanta distinción como otros entre la violencia en el lugar de trabajo y nuestra epidemia de tiroteos masivos”, señaló McGraw. “Es donde cuelgan su agravio y su sentido de victimización”.
Los escritores del Times Hayley Smith y Richard Winton contribuyeron a este artículo.
Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.
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