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Familiares y activistas denuncian la muerte a tiros de un hombre negro a manos de agentes del sheriff

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Los familiares y activistas exigieron el martes que el Departamento del Sheriff del condado de Los Ángeles divulgue los nombres de los agentes que dispararon y mataron a un hombre negro en el vecindario de Westmont, en el sur de Los Ángeles, el día anterior.

La muerte a tiros de Dijon Kizzee, de 29 años, el lunes, ha provocado nuevas oleadas de indignación, y ha renovado los llamamientos a la transparencia de la aplicación de la ley y a que los implicados sean arrestados y procesados.

“Los agentes esencialmente ejecutaron a un hombre que iba en bicicleta”, dijo el martes Najee Ali, un activista comunitario, mientras estaba de pie junto a algunos de los familiares de Kizzee en el lugar del tiroteo.

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“Dirán que tenía un arma, pero lo que no dirán es que no estaba armado. No apuntó con el arma... No había ninguna razón para que los agentes dispararan a un hombre corriendo”.

Detrás de Ali, varios globos estaban atados a velas conmemorativas en la acera, marcando el lugar donde murió Kizzee.

El tiroteo ocurrió a las 3:16 p.m. en la cuadra 1200 de West 109th Place, según el Departamento del Sheriff.

El teniente Brandon Dean dijo el lunes por la noche que dos agentes de la estación de South Los Ángeles conducían por Budlong Avenue cuando vieron a un hombre montando su bicicleta en violación de los códigos de vehículos, aunque Dean manifestó que no sabía qué códigos específicos supuestamente violó el hombre.

Los oficiales intentaron contactar al hombre, pero dejó caer la bicicleta y corrió hacia el norte por Budlong a lo largo de una cuadra con los oficiales persiguiéndolo, relató Dean. Los agentes nuevamente intentaron comunicarse con el hombre en la cuadra 1200 de West 109th Place, y golpeó a uno de ellos en la cara.

Luego, el hombre dejó caer un paquete de ropa que había estado cargando, dijo Dean. Los agentes vieron una pistola negra en el bulto y ambos abrieron fuego, matando al hombre. Un día después de que Dean informara a los periodistas, el Departamento del Sheriff expuso en un comunicado que el hombre había “hecho un movimiento hacia el arma de fuego” antes de que los agentes le dispararan.

Dean dijo que no sabía cuántas veces le dispararon al hombre, posteriormente identificado por los oficiales forenses como Kizzee. Se recuperó una pistola en el lugar, informó.

Ali dijo que Kizzee recibió un disparo en la cabeza y que su familia realizaría una autopsia independiente.

Los familiares dijeron que Kizzee, un plomero desempleado que vivía en Lancaster, había venido al área para visitar a unos amigos.

Fletcher Fair, la tía de Kizzee, expresó que estaba cansada de ver la violencia policial contra los negros.

“En este momento, estoy triste y enojada al mismo tiempo”, manifestó. “¿Por qué nosotros?... Estamos cansados. Estamos absolutamente cansados”.

Anthony Johnson, el tío de Kizzee, dijo que él y los residentes del vecindario donde le dispararon a su sobrino pasaron tiempo el martes por la mañana limpiando su sangre de la acera.

Señaló unos guantes de plástico tirados en el pavimento, que aseguró que habían dejado allí las fuerzas policiales.

“Le dispararon. Ellos lo mataron. Lo mínimo que pudieron haber hecho era limpiar el lugar”, dijo.

Describió a Kizzee como alguien que era “el alma de la fiesta” y afirmó que vio a su sobrino por última vez hace una semana en Palmdale.

“Nos dio un golpe (de cariño) en la cabeza y le dije: ‘Te amo’, y él respondió: ‘Te amo también’, y le pedí que se mantuviera seguro’’, relató.

Kizzee no tuvo hijos y le sobrevive su hermano menor, que acaba de graduarse de la escuela preparatoria, dijo su familia.

Alida Trejo, de 52 años, estaba sentada junto a su máquina de coser el lunes cuando vio a un hombre que era perseguido por un alguacil.

Curiosa, salió para ver qué estaba pasando y logró ver al oficial que luchaba por arrestar al hombre. Los vecinos le gritaban que no se resistiera y le decían al agente que no disparara.

“Dicen que el hombre le dio un puñetazo al oficial, pero yo nunca vi que eso sucediera”, aseguró Trejo.

Entonces, estallaron los disparos.

“Escuché quizá de ocho a 11 disparos”, recordó Trejo el martes. “Incluso cuando el hombre estaba [en] el suelo, le dispararon de nuevo”.

Liz Trejo, de 16 años, estaba en su habitación tomando un curso de preparación universitaria cuando escuchó disparos y los gritos de su madre.

Salió corriendo y vio a su mamá gritando y llorando histéricamente: “Lo mataron. Ellos lo mataron”.

Trejo y su hija dijeron que el tiroteo fue el segundo en su cuadra en los últimos meses. Relataron que un joven latino fue baleado por agentes al oeste de Budlong Avenue en 109th Place luego de la muerte de George Floyd, un hombre negro de 46 años que murió en mayo después de que un oficial de policía blanco de Minneapolis le inmovilizara el cuello contra el suelo con su rodilla.

Gerardo De La Torre, de 18 años, también recordó el tiroteo reciente: un hombre latino iba por su calle, pistola en mano, y estaba parado frente a la casa de su familia cuando los agentes del sheriff le dispararon, dijo De La Torre. El Departamento del Sheriff aseguró en ese momento que el hombre había apuntado con el arma a los oficiales.

Al mediodía del martes, Bobbie Lee, de 51 años, se sentó con su hija de 15 años y su sobrino de 1 año en su porche delantero y observó a unas pocas docenas de personas congregarse al otro lado de la calle, donde Kizzee había recibido un disparo.

“Creo que vamos a necesitar un consejero”, dijo, refiriéndose a los vecinos que habían visto el cuerpo de Kizzee, incluida su hija, Tabatha Ingram.

Tabatha estaba dentro de la casa el lunes por la noche cuando los disparos la sobresaltaron. Salió y vio a Kizzee caer al suelo. Después, los vecinos comenzaron a gritarles a los agentes.

“¡No tenías que dispararle tantas veces! Podrías haberlo impactado con una Taser”, recordó que les dijeron.

El padre de Tabatha, Timothy Ingram, reveló que las autoridades esposaron a Kizzee minutos después de que le dispararan. Dijo que los funcionarios se negaron a cubrir su cuerpo a pesar de que los vecinos les suplicaron que lo hicieran.

Las autoridades, subrayó, no se llevaron el cuerpo de Kizzee hasta la medianoche o la 1 a.m., más de nueve horas después de que le dispararan.

“Me quedé aquí hasta que trasladaron el cuerpo”, dijo Ingram, de 52 años. “No me iba a ir... Sentí que era mi deber cívico velar por ese hombre”.

Latiera Irby, de 29 años, había pasado por la casa de su madre el lunes para peinarse. Ella dijo que Kizzee se acercó a su automóvil, en la calle donde le dispararon, mientras huía de los oficiales.

“Él dijo: ‘Vienen a buscarme; vienen a buscarme’”, relató, y agregó que Kizzee le había ofrecido dinero para que lo trasladara en su auto.

“No sabía de quién huía, así que le dije que no”, reveló.

Poco después, lo vio involucrarse en una pelea con un agente del sheriff. En un momento, dijo, el oficial retrocedió y luego le disparó a Kizzee. Agregó que el mismo oficial y otro le dispararon a Kizzee después de que cayera al suelo.

“No tenía nada en sus manos”, dijo sobre el hombre asesinado.

Irby aseguró que no durmió el lunes por la noche, incapaz de sacar el tiroteo de su cabeza.

“Todo lo que podía ver era a ese hombre en el suelo y [ellos] disparándole”, manifestó.

El tiroteo también ha provocado nuevas peticiones para que los agentes del alguacil del condado de Los Ángeles usen cámaras corporales.

De pie frente a un mural de Black Lives Matter en Jefferson Park, Earl Ofari Hutchinson, presidente de la Mesa Redonda de Política Urbana de Los Ángeles, preguntó por qué el departamento aún no había equipado a sus agentes con las cámaras corporales.

“Todo lo que tenemos sobre este último tiroteo es una cosa: su versión”, dijo el martes. “Estamos en la oscuridad. No sabemos nada”.

Hutchinson dijo que él y otros líderes de derechos civiles planeaban asistir a la reunión del martes de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles para solicitar fondos para pagar el equipo.

“Tiene que ser ahora y debe ser obligatorio”, dijo.

El departamento, agregó, no tiene excusa para la falta de cámaras corporales porque los funcionarios han tenido años para averiguar qué equipo usar y una fuente de financiamiento.

El Departamento de Policía de Los Ángeles, por ejemplo, comenzó a desplegar cámaras corporales en 2015.

“¿Por qué el LAPD tiene cámaras corporales y no el Departamento del Sheriff?”, cuestionó Hutchinson. “Cuando ocurre un tiroteo, la policía dice una cosa, y si no hay forma de verificarlo realmente, ¿qué tenemos? Tenemos muchas preguntas, hay mucha controversia y también algo más: una comunidad que está indignada”.

El Departamento del Sheriff está programado para comenzar a implementar cámaras corporales en octubre.

El tiroteo a Kizzee se produce menos de tres meses después de otro controvertido tiroteo fatal por parte de los oficiales del alguacil. La muerte de Andrés Guardado, de 18 años, en Gardena provocó semanas de protestas.

Los manifestantes salieron a las calles nuevamente el lunes, inicialmente reunidos en Westmont, donde le dispararon a Kizzee. Hubo coros de “Di su nombre”, “No hay justicia, no hay paz” y “Las vidas de los negros importan” (Black Lives Matter). Algunos dijeron que no creían que el tiroteo estuviera justificado.

Más tarde en la noche, más de 100 personas marcharon hacia la estación del sheriff en Imperial Highway, donde continuaron las manifestaciones.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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