Las pruebas sugieren que el coronavirus se originó en los murciélagos de Asia. Pero algunos investigadores dicen que, aquà en América del Norte, los murciélagos se enfrentan al riesgo opuesto: de ser infectados por portadores humanos.
A medida que los virólogos forenses buscan descubrir los orÃgenes de COVID-19, los murciélagos han sido señalados como una posible fuente. Los análisis genéticos muestran que el virus es muy similar al que albergan los murciélagos de herradura chinos, y los investigadores creen que es posible que salte de esos mamÃferos alados a las personas.
Pero algunos amantes de los murciélagos y quiropterólogos, cientÃficos que estudian a los mamÃferos voladores, están convencidos de que no hay pruebas. Ellos en cambio, piensan todo lo contrario: que las personas con COVID-19 podrÃan transmitir la enfermedad a ellos.
Se encuentran particularmente preocupados por las poblaciones de murciélagos norteamericanos ya vulnerables, que están siendo aniquiladas por el sÃndrome de la nariz blanca, una enfermedad causada por un hongo mortal.
No hay evidencia que indique que los murciélagos puedan contraer el coronavirus de las personas, dijo Alice Chung-MacCoubrey, bióloga de murciélagos del Servicio de Parques Nacionales y profesora afiliada de la Universidad de South Oregon. “Pero es algo que nos preocupaâ€.
El sábado por la noche, cientos de miles de murciélagos de cola libre mexicanos salieron de debajo del puente de Yolo, una zona que abarca los humedales y el canal de control de inundaciones al oeste de Sacramento.
Cuando se acercaba la oscuridad, una media docena de fotógrafos aficionados aparecieron junto al puente, con la esperanza de obtener buenas fotos del enjambre. Se produjo un pequeño debate sobre si serÃa mejor atrapar a los murciélagos con un gran angular versus un zoom.
Los informes indican que el COVID-19 tiene la capacidad de saltar de los humanos a otras especies, incluidos los gatos domésticos y un tigre malayo en el zoológico del Bronx. Y debido a que las personas pueden vivir cerca de los murciélagos, los mamÃferos voladores a menudo residen en áticos y otros espacios, el sentido común sugiere que también podrÃa transmitirse hacia ellos.
Ninguno de los fotógrafos parecÃa preocupado por pasar el virus a los murciélagos. O, para el caso, el uno al otro. Sólo uno de ellos llevaba una mascarilla.
Sin embargo, Corky Quirk, coordinadora de programas de la Fundación Yolo Basin, y una aficionada a los murciélagos, usaba una mascarilla y guantes mientras manejaba algunos de sus murciélagos “embajadoresâ€, murciélagos heridos que no pueden volver a ser liberados en la naturaleza, pero viven dentro de la comodidad de su hogar.
Este mes, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre envió una directiva que aconseja a los cientÃficos que suspendan todos los estudios de murciélagos, preocupados de que los investigadores puedan transmitir la enfermedad a sus sujetos de estudio.
Además, Chung-MacCoubrey dijo que el Servicio Geológico ha organizado un equipo de expertos para evaluar el riesgo y establecer medidas preventivas. Esperan publicar un informe para mayo.
No serÃa la primera vez que los humanos introducen una enfermedad en los murciélagos.
Aunque el Pseudogymnoascus destructans, un hongo amante del clima frÃo que causa el mortal sÃndrome de la nariz blanca en las poblaciones de murciélagos en todo Estados Unidos, no se originó en las personas, se transmite por ellos.
En una tarde reciente, en el Lava Beds National Monument del condado de Siskiyou, justo al sur de la frontera de Oregón, los carteles en el parque y las entradas a las cuevas indicaban a los visitantes que fueran examinados en el centro del parque para detectar el hongo, antes de descender a las cuevas.
Debido al brote de coronavirus, el centro del parque estaba cerrado. Sin embargo, un equipo periodÃstico del Times no habÃa estado en ninguna cueva o mina fuera de Estados Unidos desde 2006, el criterio utilizado por el Servicio de Parques Nacionales para determinar el acceso.
Las cuevas eran frÃas y oscuras, y no se veÃan murciélagos, aunque habÃa signos de su presencia: manchas en las paredes y guano en el piso.
La crueldad del hongo, dijo Chung-MacCoubrey, es que prospera en los cuerpos de las especies de murciélagos en hibernación, cuyas temperaturas corporales caen en el invierno, ya que sus cuerpos entran en letargo. Luego, en las especies de murciélagos que son sociales, el hongo se propaga a medida que interactúan -en proceso de aciclamiento y descanso en colonias gigantes- entre sÃ.
Si los murciélagos pudieran practicar el distanciamiento social, como los humanos, señaló, el virus no serÃa una amenaza.
Aunque los informes noticiosos han sugerido que el hongo se ha extendido a los murciélagos de California, Chung-MacCoubrey dijo que los investigadores aún no están seguros.
La investigadora del servicio de parques expuso que encuestó en dormideros a dos poblaciones en la ciudad de Chester, en el norte de California, en 2018 y 2019. Y aunque detectó “cantidades muy, muy pequeñas†del hongo, “hay mucho debate en la comunidad cientÃfica sobre cómo interpretar esos bajos nivelesâ€.
Sin embargo, siguiendo el movimiento del hongo en otros estados, espera ver pronto “grandes casos positivos†en el norte de California, suponiendo que pueda continuar su investigación.
“Hasta que comprendamos mejor el riesgo de transmitir el virus COVID-19 a los murciélagos de América del Norteâ€, dijo, el gobierno aconseja que “los investigadores de la vida silvestre, los rehabilitadores y los operadores de control de la vida silvestre eviten manipular o estar cerca de los murciélagosâ€.
El COVID-19 es preocupante, reconoció Quirk, la rehabilitadora de murciélagos, mientras sostenÃa un murciélago pardo grande y malhumorado, al momento de alimentarlo con un par de pinzas. Pero dijo que los murciélagos enfrentan mayores amenazas, como la pérdida de hábitat, el uso generalizado de productos quÃmicos agrÃcolas, el cambio climático y los gatos.
“Los murciélagos son realmente extraordinariosâ€, manifestó, exaltando su increÃble papel en el manejo de las poblaciones de insectos, incluidos los mosquitos.
Señaló la experiencia de un agricultor de arroz que arrienda tierras de cultivo en la reserva natural de Yolo. El granjero no necesita usar insecticidas, destacó, porque los murciélagos mantienen su cultivo libre de insectos.
Chris Starr y U.B. Giberson, dos removedores de vida silvestre del Centro de Comando de Vida Silvestre, una compañÃa de control de plagas en Sacramento, aseguraron que han incrementado un profundo respeto por los murciélagos desde que comenzaron a trabajar en el negocio.
“Los humanos sólo necesitan aprender a convivir con ellosâ€, señaló Starr, está bien si no quieren colonias viviendo en su casa o ático.
“Pero al aire libre, debajo de puentes como esteâ€, expuso, señalando por debajo de Yolo, “cumplen una función vital. Los murciélagos son buenos. Quiero decir, son increÃblesâ€.
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