De la aceptación silenciosa hasta el ‘miedo paralizante’, los trabajadores de la salud enfrentan su propia mortalidad
Con los californianos ansiosos por flexibilizar las restricciones, los trabajadores médicos se sienten atrapados en un estado de peligro perpetuo, sin final a la vista. Algunos están preparando sus testamentos.
Cuando el coronavirus comenzó a avanzar velozmente por California, en marzo pasado, el Dr. Amit Gohil le compró a su familia un nuevo juego de mesa: Pandemic (pandemia).
Gohil, médico de cuidados intensivos pulmonares del Centro Médico del Valle de Santa Clara, tiene asma y diabetes, factores de riesgo para el COVID-19, y ha estado tratando a pacientes infectados durante semanas. A los 43 años, es muy consciente de que esto podrÃa truncar su vida.
El médico esperaba que el juego, con sus héroes de cientÃficos e investigadores, ayudara a sus hijos a tener una sensación de control sobre el virus, una historia que todos saben podrÃa terminar mal. “Los chicos me dicen: ‘Papá, ¿vas a morir?’ Les respondo: ‘No se preocupen por eso’â€, comentó Gohil.
Pero él tiene temor todo el tiempo. Llega a casa de un turno en el hospital y piensa: “Si muriera la próxima semana, ¿qué quisiera enseñarle a los niños? ¿Qué no les he enseñado todavÃa?â€.
Numerosos californianos esperan que se libere el distanciamiento social, pero muchos médicos, enfermeras y otros trabajadores sanitarios de primera lÃnea se sienten atrapados en un estado de peligro y ansiedad perpetuos, sin final a la vista. Algunos toman medidas extremas no sólo para sobrevivir, sino para proteger a sus seres queridos. Hacen testamentos, duermen en autos para ponerse en cuarentena, compran un seguro de vida y recurren a la oración.
Una curva aplanada conlleva poco alivio para quienes están dentro de hospitales o en lugares como clÃnicas y hogares de ancianos. Para ellos, reemplazar un tope por una meseta presagia una larga y ominosa fila de pacientes con coronavirus que se extenderá por meses o más, en medio de la realidad de que sus colegas están dando positivo e incluso algunos mueren.
Hasta ahora, más de 3.100 trabajadores médicos resultaron positivos en California por COVID-19, casi 500 de esas infecciones son confirmadas en el lugar de trabajo. En hogares de ancianos, cerca de 1.300 empleados dieron positivo, y hasta la semana pasada, 10 trabajadores de la salud en California murieron por la enfermedad.
Si bien algunos enfermeros se negaron a realizar sus tareas sin el equipo de protección adecuado, otros trabajadores sanitarios se sienten razonablemente protegidos y siguen comprometidos con salvar vidas, a pesar del peligro. Su miedo a menudo se mezcla con una sensación de empoderamiento, ya que muchos ven el nuevo coronavirus como el momento decisivo de sus carreras médicas, una oportunidad para poner en práctica toda su capacitación.
“El mundo dice que somos proveedores de atención médica y que somos héroes, pero no sé qué hacer con esoâ€, reconoció la Dra. Adjoa Boateng, médico del Santa Clara Valley Medical Center en Silicon Valley, una de los zonas más afectadas en el estado. “Yo hago un trabajo que amo y que prometà realizarâ€.
Sin embargo, su orgullo se mezcla con la ira. Algunos colocan las máscaras en hornos para descontaminarlas, envÃan a los niños a casa de parientes y ceden control de su vida privada, ya que cuentan con tan poco en el trabajo.
“Es como ir a un campo de batalla sin saber si estás pisando una minaâ€, ejemplificó un técnico médico en el oeste de Los Ãngeles, que prefirió permanecer en el anonimato porque teme represalias de su empleador. Al igual que muchos de sus colegas, está frustrado por la falta constante de insumos: interactúa con pacientes sospechosos de coronavirus apenas con una máscara facial de papel.
Los osos, gatos monteses y otras criaturas vagan libremente por el parque nacional más popular de California, cerrado a los visitantes desde el 20 de marzo.
Hace unas semanas, el hombre, de 34 años, contrajo COVID-19, al igual que otro colega. El malestar lo atacó con fuerza en medio de un turno, con fiebre y dolores en el cuerpo. SabÃa que no podÃa ir a casa con su esposa y sus dos hijos gemelos, de dos años de edad, asà que llamó y pidió a su cónyuge, también una trabajadora de la salud, que empacara una maleta para él y la dejara en el exterior de la casa.
Luego se registró en un hotel durante tres dÃas, lo cual le costó alrededor de $450, antes de mudarse solo al hogar de su hermano. Su familia le dejaba comida del otro lado de la puerta. “Me puse a llorarâ€, reconoció, cuando le contó a sus seres queridos que habÃa dado positivo. “Pero me dije a mà mismo: ‘Voy a sobrevivir a esto’â€.
La enfermedad se agravó tanto, comentó, que comenzó a tener dudas al respecto. “Los primeros cuatro dÃas, fue una de las peores cosas de mi vida: me despertaba en medio de la noche, todos los dÃas vomitando y tosiendoâ€, relató. “SentÃa como si lava me quemara la gargantaâ€.
Sin embargo, la parte más difÃcil fue saber que sus hijos pequeños no entendÃan por qué se habÃa ido. Su hija lo llamaba cada vez que podÃa tocar el teléfono celular de su abuela. “Para mà eso fue muy conmovedor pero muy tristeâ€, confesó. “QuerÃa estar allà y abrazarlos, pero no podÃaâ€.
Los trabajadores médicos más jóvenes también son conscientes de lo que revelan los datos: los doctores detectan un número inesperadamente alto de personas entre los 30 y 40 años admitidas con sÃntomas graves de COVID, más de lo que se informó en China e Italia.
“La idea de que esta es una enfermedad de los ancianos está totalmente desacreditada en este momentoâ€, remarcó el Dr. Andrew Lim, médico de cuidados crÃticos y emergencias, que trabaja en los hospitales del condado de Santa Clara.
El profesional, de 33 años, no comprendÃa esto hasta que lo vio con sus propios ojos. Durante un turno de noche, un paciente joven y sano que habÃa seguido las órdenes de quedarse en casa apareció en la sala de emergencias. En cuestión de horas, el hombre empeoró repentinamente y necesitó de oxÃgeno e intubación en rápida sucesión.
El frenesà por el equipo para combatir el coronavirus ha llevado a un mercado caótico en el que los estados, ciudades y hospitales han tenido que depender de intermediarios.
Ese fue un punto de inflexión para Lim. “Pensé, ‘Oh, yo también soy vulnerable a esto’â€, reconoció. “Sentà mi propia mortalidad muy fuertementeâ€.
Al principio, eso significó planear para lo peor. Él recuerda haber pensado: “¿Necesito revisar las finanzas con mi esposa? Sólo para asegurarme de que ella tenga toda la información si me enfermo y fallezcoâ€.
Pero ahora entró en una nueva fase de aceptación. “Todos los trabajadores de la salud sabemos que va a ser asà probablemente durante el otoñoâ€, estimó. “A medida que las cosas comienzan a sincerarse, comprendemos que tendremos un escenario diferente [en comparación con el del público en general] durante seis meses a un añoâ€.
Para Kim Ballon, asistente de atención médica domiciliaria en el condado de Ventura, la falta de respeto por la dificultad del trabajo es uno de sus mayores desafÃos: a ella le pagan poco más de $13 por hora para atender a clientes mayores en sus casas. “Quiero que la gente sepa que nuestra tarea está a la delantera de esta crisisâ€, aseguró. “Cambiamos pañales en estos hogares. Bañamos a las personas… Drenamos catéteres o bolsas de colostomÃa. El virus está en todas partes; está en los fluidos corporales. Nosotros hacemos las mismas cosas que suceden en un hogar de ancianos, un centro de rehabilitación o un hospital, pero nadie se acuerda de nosotrosâ€, remarcó.
Ella recibe una máscara por semana y la rocÃa con Lysol todas las noches. Le gustarÃa que el público valorara más su tarea y la de otros trabajadores de cuidados de salud en el hogar. “Somos iguales, puntoâ€, enfatizó Ballon. “Pero estamos en el nivel inferior del servicio de salud. No somos importantesâ€.
Las pequeñas empresas pueden haber obtenido el alivio del coronavirus del Programa de Protección de Cheques basado en el banco que eligieron, no en la fecha en que lo solicitaron.
Andrea Tuma, una terapeuta respiratoria en Mercy Medical Center Redding, lucha por hacer lo correcto por sus seres queridos a la vez que sigue adelante con su trabajo. Pero muchas preguntas pasan por su cabeza y las de sus colegas, reconoció. “¿Cómo cuido de todos los demás y aún me protejo a mà y a mi familia? ¿Cómo me aseguro de proteger a mi gente mientras cuido al familiar de otras personas? ¿Cómo se hace eso? Todos estamos estresadosâ€.
Dado que no puede trabajar desde casa, busca otras formas de minimizar la exposición al virus, tanto para ella como para sus seres queridos. Compra suficiente comida durante cada viaje a la tienda -a la cual acude sólo una vez cada dos semanas-, comentó. También se desnuda en su garaje y arroja sus prendas de inmediato a la lavadora, para que nadie más en su familia la toque.
Para la Dra. Christine Chen, doctora de la sala de emergencias del Santa Clara Valley Medical Center, y su esposo, médico de terapia intensiva, el hijo pequeño de ambos es la mayor preocupación. La pareja temÃa infectar al niño de 15 meses, o a su niñera. “Tenemos una niñera maravillosaâ€, comentó Chen. “Pero en su familia hay personas mayores, y nos Ãbamos a sentir muy mal si se enfermabanâ€.
AsÃ, la pareja tomó la difÃcil decisión de enviar al bebé con sus abuelos a Sacramento, a casi dos horas de distancia de su hogar, y se turnan para visitarlo cada pocos dÃas. Una vez que el niño se fue, trataron de hacer que el hogar fuera impermeable al coronavirus, y agregaron medidas a prueba de niños muy diferentes a los recaudos que tomaban hasta el momento. “Él tiene esa edad en que se lleva todo a la bocaâ€, explicó Chen. Entonces instalaron ganchos y estantes para garantizar que el pequeño no pueda acceder a los artÃculos potencialmente sucios, e hicieron una “zona de descontaminación†para zapatos y ropa sucia. La niñera finalmente decidió que era un gran riesgo para su propia familia seguir cuidando a su hijo. Pero Chen y su esposo encontraron una pequeña guarderÃa que permanece abierta para los hijos de trabajadores esenciales. Después de tres semanas separados, pudieron traer al bebé a casa.
Las separaciones familiares se están volviendo más comunes, especialmente entre hijos adultos y padres mayores. Un enfermero en un hospital del lado oeste dejó de visitar a sus padres porque le preocupaba infectarlos. Por lo general los visitaba a menudo ya que viven cerca, comentó. Pero ambos tienen más de 60 años y quiere que estén a salvo, aseguró. “Por supuesto, ellos están más preocupados por mà y yo estoy más preocupado por ellosâ€, expuso.
Una doctora de un gran hospital de Los Ãngeles contó que ella y su pareja, también profesional de la salud, comenzaron a dormir en diferentes habitaciones para no infectarse entre sà si alguno lleva a casa el coronavirus.
Al igual que el enfermero del lado oeste, ella dejó de visitar a sus padres, que residen a una hora de distancia, porque ambos tienen más de 60 años. Sabe que podrÃan pasar meses antes de volver a verlos. También comentó que con su pareja actualizaron recientemente sus instrucciones por anticipado, en caso de que terminen en respiradores, y pusieron sus finanzas en orden. “DesearÃa poder quedarme en casa y ponerme en cuarentena durante los próximos mesesâ€, comentó. “Quisiera tener el lujo de aburrirme, en lugar de sentir un miedo paralizante porque debo ir al hospital todos los dÃasâ€.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquÃ.
SuscrÃbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.