Compraron un cachorro lindo y caro; y poco después murió
La familia Loy se dio cuenta rápidamente de que algo andaba mal con su nuevo cachorro, una bolita peluda de color marrón rojizo a la cual bautizaron Penny.
Pero no podÃan haber imaginado la cantidad de problemas que tendrÃan cuando ingresaron al estacionamiento de un restaurante Tijuana’s Tacos, en Pomona, para tomar posesión de un goldendoodle miniatura, de nueve a 12 semanas de edad.
Cuando descubrieron a Penny online, se enamoraron. AsÃ, desembolsaron $1.200 en efectivo, en marzo de 2018, por un cachorro que consideraron serÃa de raza pura, sano, feliz e hipoalergénico. La mitad del dinero lo aportó Manuel, entonces de 10 años, quien habÃa ahorrado después de barrer los pisos en la barberÃa de su padre. El chico invirtió en el can todos sus ahorros.
Finalmente descubrieron que los vendedores pertenecÃan a una familia de Phelan cuya matriarca habÃa sido blanco de una operación encubierta del FBI, se habÃa declarado culpable en 2011 de un cargo de fraude federal y fue condenada a 41 meses de prisión por vender caballos enfermos y maltratados vÃa internet.
Pero primero, a los Loy se les rompió el corazón. Resultó que Penny no era hembra; asÃ, cambiaron el nombre del cachorro a Bear y siguieron adelante. Pero tampoco era un goldendoodle -mitad golden retriever, mitad poodle-. En cambio, un veterinario les dijo que Bear era, tal vez, un maltipoo, partes iguales de maltés y caniche toy. Su pelaje tampoco era marrón rojizo; el tinte comenzó a lavarse durante su primer baño en la casa de los Loy en La Habra.
Todo eso ya era bastante negativo, pero la situación empeoró. Bear tenÃa sólo cuatro semanas de edad, demasiado joven para que le hubieran quitado a su madre. Y estaba muy, muy enfermo.
Jessica Loy es una de las nueve personas que presentaron una demanda contra la familia Kenney el lunes, acusando a Trina y Rick Kenney, y a sus hijos Elijah y Jezriel, de haber montado lo que la demanda describe como “una de las peores operaciones de venta de animales en el paÃs: la venta de cachorros enfermos por internetâ€.
Los dueños de mascotas están usando tinturas, cápsulas y cremas tópicas de CBD para las mismas enfermedades que las personas, incluyendo ansiedad, convulsiones, problemas digestivos, artritis y dolor.
Las familias terminaron gastando miles de dólares: en los animales primero, pero también en facturas veterinarias y en desinfectar sus hogares después de que a los perros se les diagnosticara parvovirus o moquillo, y en reemplazar muebles dañados por mascotas enfermas que vomitaban o tenÃan diarrea.
Algunos pagaron para sacrificar a sus cachorros moribundos y acabar asà con el sufrimiento de los animales. Luego, cubrieron el costo de la cremación.
De los siete cachorros nombrados en el juicio -Bear, Winnie, Teddy, Ruffles, Charlie, Stella y Sicily- ninguno estaba sano. No habÃan sido vacunados, aunque los Kenney proporcionaron registros de las presuntas inmunizaciones, según la demanda. Tampoco eran goldendoodles o labradoodles, como supuestamente reclamaban los Kenney en anuncios en Craigslist, Recycler.com y otros sitios de internet. Cuatro de ellos no eran del sexo prometido.
Ruffles fue entregado a su veterinario por su nuevo propietario, Ramtin Mehrvijeh, porque éste no podÃa permitirse el lujo de salvar la vida del cachorro. El tratamiento para el parvovirus habrÃa costado $6.000, según la demanda, dinero que el hombre de West Hollywood simplemente no tenÃa. Tres de los perros murieron.
Para proporcionar una mejor alternativa a dormir en la calle, tenemos que preguntar a las personas sin hogar qué es lo que consideran mejor. El condado de Los Ãngeles no ha hecho eso.
No se pudo contactar a los Kenney para que hicieran comentarios. The Times llamó a 19 números de teléfono que figuran en varios registros públicos como pertenecientes a familiares. La mayorÃa estaban desconectados, no aceptaban llamadas o no hubo respuesta. Los mensajes no fueron devueltos.
“Queremos que reembolsen el dinero y se vayan de la ciudadâ€, pidió Gary Praglin, un abogado con sede en Santa Mónica que representa a las familias. “No vendan más perros. Dejen de lastimar a la gente. Cuando un niño ve morir a un cachorroâ€, agregó el legista, â€es una tragediaâ€.
Y sÃ, Bear murió. Pero primero sufrió.
Mientras los Loy -Jessica; su esposo, Anthony; sus hijas, Mariah e Isabella; la hija de Anthony, Lali; y el hijo de Jessica, Manuel Aguilar, esperaban en el estacionamiento de Tijuana’s Tacos, vieron a un hombre que ahora reconocen como Elijah Kenney conducir un Mercedes Benz blanco nuevo. Cuando salió del auto y se acercó a ellos, sostenÃa en sus brazos a dos cachorros marrón-rojizo; un macho y una hembra.
Un gato real saudà fue trasladado en avión para un trasplante de riñón.
“Acordamos en la hembraâ€, relató Loy. “Eran muy pequeños. Dijo que sólo aceptaba efectivo. Nos dio lo que parecÃa ser algún tipo de registro de vacunación. No sabÃamos nada de cachorros. Confiamos en él. En el camino de regreso a la autopista, menos de 15 minutos después, el perro tenÃa diarrea. Inmediatamente les enviamos un mensaje de texto, ‘¿Está bien este cachorro?’â€.
La respuesta fue reconfortante, indicó Loy: “Los cachorros, cuando dejan a sus madres por primera vez, extrañan. Es normal. Llévenla a su casa. Si hay problemas, me avisanâ€.
Ya en La Habra, el cachorro que todavÃa se llamaba Penny no comÃa ni bebÃa, y seguÃa vomitando. Al dÃa siguiente, continuaba con vómito y tenÃa diarrea. Loy les preguntó a Manuel y a Lali si querÃan bañar a Penny. Llevaron al pequeño animal al fregadero de la cocina, tomaron un poco de jabón para perros y comenzaron a asearla. “Un color bronce rojizo quedaba en nuestras manosâ€, relató Manuel. “Fue un poco raroâ€.
Cuando llevaron a Penny al veterinario por primera vez, descubrieron que era macho. El especialista le dio al animal -rebautizado ‘Bear’- fluidos, y sugirió que la familia contactara a los vendedores y optara por otro perro. “Nos dijeron: ‘Oh, lo siento mucho. Si tienen facturas médicas, estaremos encantados de ayudarlosâ€, recordó Loy. “La segunda noche fue realmente mala. El perro no comÃa, no bebÃa, tenÃa diarrea, vomitaba, no jugaba, se caÃa, caminaba y colapsabaâ€.
La segunda visita al veterinario incluyó pruebas y antibióticos y más lÃquidos. Bear fue diagnosticado con parvovirus, una enfermedad altamente contagiosa que a menudo es mortal si no se trata. El veterinario le dijo a la familia que podrÃan intentar llevar a Bear a un hospital de animales, pero que costarÃa al menos $3.000. El especialista agregó: “No puedo garantizar que el perro vaya a vivirâ€, recordaron.
Anthony Loy envió un mensaje de texto a los vendedores: “Oye, el perro tiene parvovirusâ€.
Le respondieron: “Están mintiendo. Muéstrennos la pruebaâ€.
Bear apenas podÃa respirar. No podÃa caminar en lÃnea recta. Gritaba de dolor cuando se tumbaba de espaldas. El veterinario recomendó a la familia que lo sacrificaran. Ellos estuvieron de acuerdo. Primero, sin embargo, los niños se despidieron. “Realmente no querÃa mirarlo tantoâ€, afirmó Manuel, quien ahora tiene 11 años. “Me entristeció. Toqué su estómago. Era muy difÃcil para él respirar. Lloréâ€.
Cuando la familia contactó a los Kenney, fueron acosados y rechazados, de acuerdo con la demanda y los textos que Loy salvó. En un intercambio, una mujer a quien Loy identificó como Trina Kenney, le envió un mensaje de texto: “Encuéntrame :) Me defenderé. [Diré que] Nunca nos compraste un perroâ€.
Los Kenney no son desconocidos para los funcionarios locales.
En abril de 2018, representantes del Departamento del Sheriff del Condado de San Bernardino, la Sociedad Humanitaria del Valle de San Bernardino, el Control de Animales de Rancho Cucamonga y el Control de Animales del Condado de San Bernardino inspeccionaron la propiedad de los Kenney en Phelan con una orden de allanamiento.
Según la querella, “El lugar estaba superpoblado de perros; sin embargo, Control de Animales se llevó a todos los canes al momento de la inspección, para que no hubiera una infracciónâ€.
Los informes noticiosos señalaron que los funcionarios estaban investigando una empresa de crÃa y venta, y habÃan confiscado 32 perros, incluidos 17 cachorros, que necesitaban atención veterinaria.
No está claro si surgió algo de la investigación; no se presentaron cargos. Un agente del sheriff del condado de San Bernardino, Randy Stanley, informó que los agentes del orden acudieron y ayudaron a cumplir con la orden de allanamiento porque la Sociedad Protectora de Animales no tenÃa suficiente personal. “TenÃan unos cuantos perros allÃâ€, afirmó Stanley. “Era una residencia bastante bonita. Nunca me metà en la cuestión de la crueldad hacia los animales, [que también aborda] la investigaciónâ€.
Representantes de la Sociedad Humanitaria del Valle de San Bernardino y de Control de Animales del Condado de San Bernardino no respondieron a los pedidos de comentarios para este artÃculo.
El lunes, cuando se presentó la demanda, Loy dijo que la familia no tiene planes de tener otro cachorro; la vivencia del año pasado fue demasiado dolorosa. Ella se alegra, expresó, de que otros se hayan presentado, de que “alguien intente ayudarnos y no estemos solosâ€.
Manuel, sin embargo, todavÃa tiene dudas. Si pudiera, dijo, le preguntarÃa a los Kenney: “¿Por qué le hacen esto a una persona? ¿Por qué le hacen esto a un perro? Está bastante malâ€. Eso es lo que quiere saber, aseguró. “Sólo por quéâ€.
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